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Rosso fango (C)

Bélico Durante una batalla en la I Guerra Mundial, un soldado inglés, con un solo disparo, podría haber podido cambiar la historia... (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
30 de mayo de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nombre de Henry Tandey puede decirle poco o nada a cualquier persona, incluso a un especialista en la Segunda Guerra Mundial, pero una decisión de este simple mortal, cambiaría la historia de la humanidad a como hoy la narramos.

Nació en agosto de 1891 en Leamington, Inglaterra. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el soldado raso Tandey y los Green Howards participaron en la Batalla de Ypres, en Bélgica, en 1914, en la que se usó por primera vez el gas venenoso como arma química. Participó también en las batallas de Somme, Passchendaele, Cambrai, Havrincourt, y Marcoing, en todas ellas con acciones heroicas y recibiendo varias medallas al mérito militar.
Pero fue la medalla o cruz de la victoria de la batalla de Marcoing, la que Tandey habría de despreciar en los años venideros, tener al futuro Führer en la mira de fuego y haberle perdonado la vida, daría muchas noches de insomnio a este militar bonachón.

Hitler fue electo canciller años después y vio un cuadro en el regimiento Green Howards en el que reconocería al soldado inglés, lo hizo copiar y lo colgó en su mansión de los Alpes, el primer ministro Chamberlain lo visitaría en 1938 y al llamarle la atención ver un cuadro de un heroico oficial inglés en una sala del canciller alemán, no pudo más que indagar sobre el origen del mismo, Hitler le contó la historia y Neville pudo ratificar que se trataba de Tandey, un sargento británico al que Hitler le mandaría una nota de agradecimiento por no haberle quitado la vida. Dos años después Inglaterra era blanco de las bombas de la Luftwaffe y Tandey se alistó para concluir lo que había dejado a medias, pero ya con cincuenta años encima el Estado Mayor lo contrató para dar conferencias cuya moraleja era la de dejar los buenos modales en casa.

El efecto mariposa de este caso es asombroso, un acto de dignidad militar, no dando el golpe de gracia al enemigo malherido, habría de cambiar la vida de todos los seres de este planeta en los años posteriores. No puedo culpar a Tandey, ya que si hubiese matado a Hitler, no habría recibido ninguna medalla extra, tal vez incluso, olvidaría al poco tiempo a aquel cabo alemán, pero la paradoja es que si hubiese decidido matarlo, yo no existiría, tal vez tampoco tú, y este cortometraje nunca se habría realizado.

Dr.Juventus
DrJuve
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