AC/DC: Live at River Plate

Este concierto es uno de los que tengo en mente en cuanto se inventen las máquinas del tiempo. Es posible que sea el mejor concierto hecho por AC/DC o, al menos, el mejor grabado y conservado para siempre. También, es posible que sea uno de los que mejor se podrían haber visto desde dentro del estadio, rodeado por el inigualable público argentino. Siempre que lo reviso, se me ponen los pelos de punta.

AC/DC acababa de lanzar su último disco Black Ice en 2008. La gira de éste fue la última de Malcolm Young después de su retirada y posterior muerte en 2017. Una gira, sin lugar a dudas, excelente. Pese a la avanzada edad de todos los miembros del grupo, aún conservaban perfectamente la frescura. Seguían rockeando como nunca. Algo, que, desgraciadamente no vimos del todo en la gira de Rock or Bust, mucho más irregular.
Black Ice, contiene temazos dignos de llenar estadios: el comienzo espectacular con Rock N Roll Train nos adelanta el potencial del concierto que vamos a presenciar. Le siguen clásicos de Brian Johnson y Bon Scott que impactan décadas después. Cabe destacar a Whole Lotta Rosie, T.N.T. o Dirty Deeds Done Dirt Cheap como unas de las mejores versiones que han hecho en vivo. Principalmente, gracias al público argentino que, parece que son un miembro más de la banda.

Tenemos a la agrupación clásica de 1980 otra vez reunida: Angus Young jugueteando con la guitarra, Malcolm Young marcando el sello de los riffs, Phil Rudd fumando mientras marca el groove, Cliff Williams perfeccionando la esencia y Brian Johnson demostrando que aún se puede envejecer como el buen vino.
Si Bon Scott levantara la cabeza, estaría flipando de como siguieron en lo más alto después de todo.

AC/DC es capaz de llenar estadios, es capaz de crear terremotos (hecho que sucedió de verdad). Eso lo dice todo. Una banda que (con sus altos y sus bajos) siempre ha sido fiel a su esencia, a su estilo. No se andan con rodeos. Una banda que puede marcar la banda sonora de tu vida.

Es un concierto que significa mucho para los fans de la banda. Simboliza el periodo final de estos gigantes de la música. Una era que acabará y que tardará mucho en volver. Una verdadera lástima, pero es ley de vida. Afortunadamente, tenemos películas y discos que podemos repetir hasta la eternidad y que seguirán rondando entre las nuevas generaciones.