Pasó en mi barrio
2 de septiembre de 2016
2 de septiembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luego de Filomena Marturano, que fue una película muy exitosa, Tita Merello tuvo uno de los más particulares privilegios para una actriz vivir no un 2 periodo dorado, sino el principal de su carrera, y que a diferencia de la mayoría, si bien había hecho algo de cine incluso protagonizado una película La Fuga, no era una estrella del cine, ni mucho menos, por eso es muy interesante ya que cuando más cine hizo es a finales de los 40 y durante toda la década del 50 siendo ya una mujer madura de entre 45 y 55 años.
Dichas películas en general fueron escritas por Sixto Pondal Ríos y Carlos Olivari, casi todas eran melodramas barriales, simples, para el lucimiento de ella, donde en general la protagonista era una mujer trabajadora que con esfuerzo llegaba a ser de clase media y trataba de que su familia pudiera aspirar a una mejor vida que la suya, sufría al ver a uno de los hijos o hermanos, irse por el mal camino, convertirse en ladrón, para al final redimirse.
Las historias si bien tocaban temas universales la forma de contarlas está completamente imbuida del contexto de época, lo que hacen hoy de su visionado algo curioso, ya que la forma de hablar y de reaccionar a los conflictos de siempre, tiene poco y nada que ver con la forma actual de hacerlo, por lo que es casi imposible conmoverse por la mayoría de las escenas donde sus diálogos declamatorios y moralizantes provocan más risas que llantos, aunque a pesar de todo alguna que otra escena desafía la época, y el gran carisma de Tita es aprueba de todo.
Como dato curioso destaca como el hijo descarriado Alberto de Mendoza, quien luego se convertiría en uno de los actores argentinos más internacionales y prolíficos.
Dichas películas en general fueron escritas por Sixto Pondal Ríos y Carlos Olivari, casi todas eran melodramas barriales, simples, para el lucimiento de ella, donde en general la protagonista era una mujer trabajadora que con esfuerzo llegaba a ser de clase media y trataba de que su familia pudiera aspirar a una mejor vida que la suya, sufría al ver a uno de los hijos o hermanos, irse por el mal camino, convertirse en ladrón, para al final redimirse.
Las historias si bien tocaban temas universales la forma de contarlas está completamente imbuida del contexto de época, lo que hacen hoy de su visionado algo curioso, ya que la forma de hablar y de reaccionar a los conflictos de siempre, tiene poco y nada que ver con la forma actual de hacerlo, por lo que es casi imposible conmoverse por la mayoría de las escenas donde sus diálogos declamatorios y moralizantes provocan más risas que llantos, aunque a pesar de todo alguna que otra escena desafía la época, y el gran carisma de Tita es aprueba de todo.
Como dato curioso destaca como el hijo descarriado Alberto de Mendoza, quien luego se convertiría en uno de los actores argentinos más internacionales y prolíficos.
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