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4x4

Thriller Una lujosa camioneta 4x4 está estacionada en la vereda en un barrio como tantos de Buenos Aires. Un chico entra en ella para robar. Pero cuando quiere salir, no puede. Las puertas no responden, los vidrios tampoco; el vehículo es como un bunker blindado. La situación es desesperante: está encerrado. Alguien desde afuera tiene el control de la 4x4, y parece tener un plan. (FILMAFFINITY)
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5
15 de mayo de 2021
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
160/20(14/05/21) Prometedor thriller argentino dirigido por Mariano Cohn (en primer trabajo en este sentido en solitario sin Gastón Duprat, aquí este se atiene a producir y co-guionizar con el propio Cohn), con una propuesta de ejercicio de estilo que en su riesgo tiene su gran atractivo, y en su tránsito en solitario manteniendo esa visión misántropa de la Condición Humana (aunque adoleciendo de la inventiva y energía necesaria para trascender). Ello navegando en ese sub género de meternos durante un tenso minutaje en un pequeño espacio, que han explotado films como “Última llamada” (2002, con una cabina de teléfonos), “La habitación del pánico” (2002, en una habitación), “La última llamada” (2013, con una telefonista), “127 horas (2010, atrapado en una sima con el brazo encajado), “Buried” (2010, metido en un ataúd), “Locke (2013, con un laacción trnsucrriendo con el protagonista en su coche mientras conduce en un viaje nocturno por autopista), “The guilty” (2018, un agente de policía con un teléfono en la comisaria), la más reciente “Oxígeno” (2021, enclaustrada la protagonista en una cámara criogénica), siendo la más antigua y valiente que recuerdo en este sentido la hitchcockiana “Náufragos” (1944, la acción transcurre en un bote de náufragos durante la WWII), también este sentido hay un intenso episodio creada por el rey del suspense “Alfred Hitchcock presenta: Colapso” (1955, el protagonista está encerrado en su propio cuerpo inerte, que solo puede mover un dedo, y todo lo vemos a través de sus ojos.

En este caso el protagonista, Ciro (Peter Lanzini) queda encerrado en un SUV 4x4 cuando estaba robando el aparato de música, pues el auto era un cebo creado por su dueño, Enrique Ferrari (Dady Brieva) para dar una lección a ladrones, harto de que le hubieran atracado 28 veces. La idea comenzó cuando Cohn estaba viendo la televisión y encontró una noticia sobre un ladrón que quedó atrapado en un auto que intentó robar en Brasil, y luego en Córdoba (Argentina) a Roberto Desumvila. El productor y el director esperaban generar un debate sobre la inseguridad y sus víctimas y criminales. Este film, una vez visto como va de más a muy (pero muy en su dantesco final) se siente como alargadísimo para lo que nos ofrece, tanto que para haber mejorado podría haber sido un sugerente cortometraje, incluso como bien he leído, podría haber estado en la cautivadora también argentina “Relatos Salvajes” (2014), y es que una vez se asienta la idea, la del tipo atrapado y que vemos no puede escapar, siendo mangoneado y manipulado por el teléfono del auto por el que habla un resentido y a la vez flemático tipo, la historia tiene poco que ofrecer, tras media hora la cinta decae en reiteraciones, con recursos poco imaginativos (ejemplo el pellizco de ursulina a los medios de comunicación sensacionalistas), un crescendo dramático poco estimulante, y cuando llega la catarsis de la aparición del co-protagonista aún es peor, cayendo en una moralina simplista low cost, cercana al espíritu social de “Tarde de perros” (1975).

En la parte inicial es donde la película intriga, te mete en la claustrofobia del criminal y a la vez víctima, hay un ágil despliegue de tomas de cámara (de Kiko de la Rivera) emitiendo opresión climática. Pero conforme crece el mensaje ambiguo de la lucha de clases, el si es lícito tomarse la justicia por nuestra mano, sobre las causas de la seguridad ciudadana, la película cae en lo pueril, en algo esquemático que no cala por ser un esbozo de una idea sin más, sin querer o no saber profundizar. Se me queda en una fábula urbanita que pretende mucho más de lo que consigue, partiendo de una idea que podría dar jugo, se queda seca demasiado pronto.

Cohn marca las cartas de su tema en su inicio, don de muestra el temor a ser robado, el miedo a ser ultrajado cuando vemos carteles de sistemas de seguridad, rejas, cristaleras, cámaras de vigilancia, y entonces entra en acción este ladrón que en un acto rutinario para él penetra (cual violación) en un auto de lujo todoterreno, sin saber que está entrando en la boca del lobo. Tras de modo funcional para él sacar el aparato de radio, buscar cosas de valor (encuentra unas gafas de sol), humillar al dueño orinando en los asientos traseros, se da cuenta de que no puede salir, que no abren las puertas, y los cristales son irrompibles. Entonces entramos en un carrusel de intentos violentos de encontrar la salida, donde el poder del cien silente toma el poder, acabando karmicamente con una bala en la pierna del ínclito. Y tras un buen rato llega una llamada de teléfono que tras dudar el ladrón, contesta y es el dueño que le expone que ha sido presa de su odio al latrocinio (con monólogos artificiosos, cual pomposas homilias). Y a partir de aquí la cinta comienza a decaer por la falta de recursos, nunca vemos al protagonista cerca de escapar, si acaso lo mejor es como observa el ladrón desde dentro situaciones en el exterior (tiene el auto los cristales polarizados), desde otro ladrón que intenta robar el coche atrapado y apalizado, una pareja fornicando contra la ventanilla del copiloto, o un policía poniendo una multa al coche, resto de ideas son bastante naif (como lo es la manida del grillo, al que se le quiere dar un dramatismo impostado).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Estirándose hasta que llega la segunda parte, donde todo es un despropósito, pues con la aparición física del dueño del auto nos encontramos que su plan era nada, pues todo se nota improvisado. En esta parte entra por derivada Luis Brandoni con una imagen que parece el humorista catalán Eugenio, y que se nota desaprovechado, con un monólogo metido con calzador que solo se entiende como un modo (tramposo) de querer el actor tener algo de sustancia. Cayendo en esta parte en diálogos y situaciones grimantes (lo del médico preguntando al populacho si mata al ladrón o no es de lo más chusco). Llegando ya sin aire al rush final, donde como Cohn parece no saber cómo acabar nos regala una conclusión entre absurda y vergonzante, como si dijera: ‘Me está sobrando presupuesto y me faltan ideas, conclusión, pues una explosión (venga ya!)’.

Peter Lanzini da una muy buena actuación llevando todo el peso de la trama dura dos tercios del metraje, transmitiendo con su pose toda una gama de emociones veraces, sabiendo pasar por un arco de desarrollo dramático, expuesto también en su deterioro físico, aunque una vez que aparece su némesis su actuación pasa a un plano marginal. Lanzani usó las actuaciones de Colin Farell y Ryan Reynolds en “Phone Booth” and “Buried” como referencia actoral; Dady Brieva paradójicamente mientras solo es una voz en el teléfono resulta más intrigante, pero cuando se pierde el misterio, y hace acto de presencia su personaje resulta de un arbitrario, que te dices si el que llamaba era otro distinto, pues la inteligencia y mesura de esa voz se tornan en un violento iracundo con su aparición; Luis Brandoni aparece en el rush final para un rol con poca chicha de negociador del todo a cien, con el mencionado look a lo ‘Eugenio’ (‘saben aquel que diu…’).

Punto aparte merece el modo de torturar el dueño del coche al ladrón, manipulando el aire acondicionado con frío y calor, donde, donde para ello es bueno el maquillaje y la expresividad agónica de Lanzini, proyectando agonía por el hambre sed, y la decrépita salud (por el disparo).

En la película, Ciro viste una camiseta rosa de Boca Juniors. Cohn eligió esta camiseta en particular por varias razones: para crear un contraste de color con la tapicería del automóvil; porque es la camiseta más polémica de Boca, y provocar controversia; La película estuvo dedicada a Alejandro Cohn, el hermano de Mariano que murió en 2015; La película presenta una autorreferencia en el fondo, en forma de póster de un hipotético “El hombre de al lado 2”. Estaba destinado a ser una simple broma, pero cuando Cohn llamó Daniel Aráoz para contárselo, Aráoz preguntó por qué no hacerlo de verdad y así comenzó la escritura de guiones para la secuela.

Spoiler:

Cuando aparece el dueño del 4x4, Enrique Ferrari, pensaba que tenía un plan (iluso de mí), pues no, se sube con el malherido y fatigado ladrón, y a esperar no se sabe qué. Luego el ladrón le dispara rozándole el rostro, lo vuelve Enrique a atrapar, y entonces se produce un circo mediático en medio de la calle con la policía. Ferrari pide consejo obre que hacer con el ladrón (ridículo), no se sabe porque no entra en el auto para protegerse de las miradas (el auto tiene los cristales tintados), pero no se mantiene fuera con el rehén de Ciro, y me pregunto cual era el objetivo final de Enrique? Pues al final, tras un soliloquio penoso del negociador, suelta a Ciro, se mete en el auto, saca un móvil con una cuenta atrás que coloca encima del coche, todos temen sea una bomba y se alejan, y efectivamente explota el 4x4, y fin. Todo esto para suicidarse? Quería matar con él al ladrón para mandar un mensaje de martirio? No tiene el menor sentido el comportamiento final del dueño del SUV Predator. Sé que Cohn quiere dar un dramatismo conmovedor a este final, pero me que entre absurdo e idiotesco. Fuerza y honor!!!
6
2 de agosto de 2019
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mariano Cohn se acerca en ‘4×4’, al conflictivo mundo de la delincuencia. Para ser precisos, a las reacciones o respuestas que se deben dar a un fenómeno que tiene en pie de guerra a gran parte de la sociedad argentina. La inseguridad, unida a la extendida sensación de impunidad que rodea a los malhechores, solivianta a gran parte de la población, que ve con buenos ojos la aplicación de la antiquísima ley del talión.

Un joven (Peter Lanzani), roba un todoterreno aparcado en plena calle. Un hurto rápido y quirúrgico. Tomar el ordenador de abordo, algún que otro objeto de valor y salir echando leches. Aún le queda tiempo al ladrón de orinar en los asientos traseros del vehículo, escatológica acción que muestra el desprecio del sujeto ante la propiedad ajena. El problema surge al intentar salir del coche. No puede. Blindado, insonorizado, con los cristales tintados, va a resistir el coche la fuerza bruta del protagonista en sus desesperados intentos de salir al exterior. Herido, va a pasar largas horas, varios días encerrado, en compañía de una creciente impotencia.

El thriller descarga su éxito en Peter Lanzani. Observo a un actor competente. Su rostro y rasgos van afrontando la tortura a la que es sometido por su captor. ‘4×4’ gradúa con realismo los diferentes estados de ánimo por los que atraviesa a lo largo de su cautiverio. Desde el desconcierto inicial, el nerviosismo consiguiente, el paso implacable del tiempo que todo lo aplaca, para acabar en el desmoronamiento físico y mental. Todo me parece verosímil, lo sigo con interés. Sin embargo, observo a un actor que no anda sobrado de carisma. Condición innata esta, exclusiva de unos cuantos elegidos, que no parece susceptible de adquisición en las escuelas de interpretación.

El responsable del confinamiento (Dady Brieva) es un personaje que asegura ser doctor. Le llama de vez en cuando al teléfono del coche, rompiendo su soledad mediante conversaciones banales, en un tono con reminiscencias robóticas, que transmiten un acertado ambiente malsano.

Cuando por fin aparece en escena, lo inquietante de su aureola se desmorona. Presencio un final simplista. Me sabe a alegato con tintes de moralina. En ‘4×4′ conviven dos partes diferenciadas. Una primera que plantea un suspense con aromas distintivos, que queda huérfana por un desenlace al uso.
6
2 de enero de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La inseguridad es un tema bastante de moda y que, creemos, siempre estará en el candelero. Es una cosa a la cual los argentinos están bastante acostumbrados, sobre todo a la hora de discutir sobre ello. Mientras tanto los delincuentes van haciendo, importándoles bien poco las consecuencias que sus actos puedan provocar.

Ahora bien, todo tiene su límite y las sufridas víctimas en ocasiones se revelan como refleja de manera magistral 4x4, un film arriesgado por un planteamiento que intenta meterse tanto en el cuerpo de la víctima como en el del verdugo.

Ciro es un delincuente de poca monta, aunque con un siniestro historial detrás, que tiene la ocasión de robar dentro de un vehículo que más parece un carro blindado que un simple turismo. La “víctima” inicia un juego con el agresor en el cual no sabemos quién sale más mal parado.

Con un gran bagaje detrás en el mundo del documental, el director argentino se logra sacar de encima ese tipo de hacer cine, metiéndonos dentro de algo claustrofóbico, sugerente, dramático y ¿por qué no decirlo?, terrorífico. A pesar de las limitaciones del rodaje, el ritmo es altísimo, no decayendo en ningún momento salvo en su parte final. Aquí ya aparece, como una sombra, ese toque de explicación de una realidad que parece sacada de un noticiario.

Dentro de la sordidez de lo que se nos está explicando, emerge ese toque de intentar humanizar unos acontecimientos que, aunque cueste creerlo, están basados en un hecho real, según palabras del propio director.

También tenemos que destacar un cierto aire a las películas de venganza basadas en el cuento del gato y el ratón, de las cuales se han realizado infinidad de producciones. En esta ocasión entre los protagonistas no existe ningún nexo de unión anterior. Su relación, por llamarla de alguna manera, se inicia y se termina con los hechos desencadenantes, lo que choca bastante y a la vez la hace más atractiva puesto que la espiral de violencia se nos antoja un sin sentido que poco a poco va adquiriendo tintes de tragedia.

Tenemos que nombrar el excelente trabajo de fotografía a cargo de Kiko de la Rica, por la dificultad de un rodaje en espacios súper pequeños y con escenas de alto voltaje que se resuelven con gran brillantez.

En las interpretaciones tenemos a un gran Peter Lanzani en el papel de Ciro, el cual se basta y se sobra para mantener la intensidad de un rodaje digamos que dificultoso. Le secunda Dady Brieva en un papel algo más sencillo pero que tiene el mérito de interpretar a alguién a quien le toca bailar con la más fea. A cierta distancia de ambos contamos con el veterano Luis Brandoni.

Para finalizar comentar que es un film que os cautivará desde el primer minuto, como pega, un final que, en nuestra opinión, baja algo el listón. De todas maneras es un film altamente recomendable.

https://www.terrorweekend.com/2019/10/4x4-review.html
6
14 de octubre de 2019 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de "El ciudadano ilustre" el director argentino Mariano Cohn se decanta por este thriller que nos habla de la inseguridad ciudadana en Buenos Aires y el hartazgo de muchas personas que optan por patrullar sus calles y tomarse a veces la justicia por su mano.

Mantener la tensión de un hombre atrapado en un coche durante todo el metraje no es tarea fácil, pero el director logra un buen "cara a cara" entre el propietario del vehículo y el ladrón a través del teléfono del coche. 

Ciro (Peter Lanzani) es un ladrón de poca monta que pretende robar el equipo de audio de una camioneta de lujo. Sin embargo, cuando intenta abrir la puerta para huir, se da cuenta de que ha quedado encerrado. Y no solo las puertas y cristales están trabados, sino que esta blindada porque al hacer un disparo al parabrisas la bala rebota y se hiere en la pierna. El propietario resulta ser un medico Enrique Ferrari (Dady Brieva), quien tras sufrir con su familia muchos robos con fuerza pretende darle una lección al chorizo.

El ladrón pasa a ser la victima y Ciro que esta interpretado muy bien por Peter Lanzani que ultimamente lo hemos podido ver en "El Clan" o "El Angel" las pasara canutas para poder sobrevivir.

La resolución final no acabo de convencerme, pero tengo que resaltar que si me mantuvo toda la película en suspense.
Destino Arrakis.com
5
21 de noviembre de 2019 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Complicada misión es atrapar al espectador con un solo personaje en pantalla en un único y pequeño escenario, y esta producción argentina lo consigue parcialmente. En su primer tercio el misterio y la claustrofobia mantienen el interés y la intriga, y en el último es la aparición del mensaje que pretenden transmitir lo que sostiene la trama.

Pero es en su núcleo central donde todo se hace más cuesta arriba, con un protagonista que defiende a la perfección su papel pero que divaga en exceso debido a las circunstancias de una historia que hubiera ganado intensidad en formato mediometraje o cortometraje largo. Aún así se disfruta y deja un pequeño poso en nuestra conciencia social.

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