Bliss
5,5
2.401
Terror. Fantástico
Una mujer hará todo lo que sea necesario para completar lo que ella considera su gran "obra maestra", aunque para ello tenga que adentrarse en un mundo de sexo, droga y asesinatos en la periferia de la ciudad de Los Ángeles. (FILMAFFINITY)
5 de abril de 2020
5 de abril de 2020
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estéticamente retorcidísima y altamente lisérgica, no es una película para todos los gustos. Una pintora con bloqueo creativo recurre a drogas extremas para inspirarse, penetrando en un mundo violento y depravado que no sabemos si está en su cabeza o es real.
Lo del bloqueo creativo no es nuevo; tampoco lo es recurrir a drogas para salir de él. Aquí todo lo adornan con luces estroboscópicas que desquiciarán a los epilépticos (no es broma, hay una advertencia al principio acerca de esto), giros de cámara que harían vomitar a un entusiasta de las montañas rusas, una protagonista absolutamente histérica que no para de chillar, estética de videoclip de death metal y un festival sanguinolento final que se produce cuando el desparrame ya parece no tener freno.
Y heme aquí que yo me preguntaba: pues vale, ¿y? No he tenido la impresión de que me estuvieran contando una historia sobre artistas caídos en desgracia, vampirismo o posesiones satánicas, sino que me estaban vendiendo luces de navidad. Mil millones de bombillas de navidad intermitentes funcionando a la vez y a intervalos mientras suena metal ácido en lugar de Jingle Bells. Me ha mantenido despierto, pero a pesar de los esfuerzos y los excesos apenas me ha impresionado. Curtido que debe estar uno.
Lo del bloqueo creativo no es nuevo; tampoco lo es recurrir a drogas para salir de él. Aquí todo lo adornan con luces estroboscópicas que desquiciarán a los epilépticos (no es broma, hay una advertencia al principio acerca de esto), giros de cámara que harían vomitar a un entusiasta de las montañas rusas, una protagonista absolutamente histérica que no para de chillar, estética de videoclip de death metal y un festival sanguinolento final que se produce cuando el desparrame ya parece no tener freno.
Y heme aquí que yo me preguntaba: pues vale, ¿y? No he tenido la impresión de que me estuvieran contando una historia sobre artistas caídos en desgracia, vampirismo o posesiones satánicas, sino que me estaban vendiendo luces de navidad. Mil millones de bombillas de navidad intermitentes funcionando a la vez y a intervalos mientras suena metal ácido en lugar de Jingle Bells. Me ha mantenido despierto, pero a pesar de los esfuerzos y los excesos apenas me ha impresionado. Curtido que debe estar uno.
4 de abril de 2020
4 de abril de 2020
36 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las presuntas obras de culto del cine independiente no siempre van con opiniones unánimes, y eso pasa claramente aquí. Para unos puede ser una joya en bruto, y para otros como yo un gran bodrio putrefacto.
Esta joven pintora se sumerge, casi sin excusa, en un mundo de sexo, fiestas y drogas sin control. Uno espera ver un fuerte drama con interpretaciones increíbles, pero en realidad parece filmada por aficionados, a pesar de la psicodelia barata y cutre que quiere emular a “Trainspotting” (por decir algo). El argumento es testimonial. Esto es poco menos que una sucesión de escenas de desfase sin ton ni son, con diálogos soeces y mucho tedio. No tiene más.
Esta especie de videoclip surrealista luego quiere irse al género de terror, pero también lo hace bastante mal.
A la película le pasa un poco lo mismo que a su protagonista. O está borracha, o drogada o de resaca casi todo el rato, y nunca termina de centrarse del todo.
Me da igual el “gore” bestia que tiene, cuando todo lo demás es muy marciano y prácticamente sin sentido. Cuando la sed entra en juego, no deja de ser una adicción más de la protagonista. Con esto ni se arregla ni se mejora esta soberana chorrada de 80 minutos que se hace larga y aburrida.
Y las imágenes de “colocón” con las que nos bombardean constantemente la vista y el cerebro, terminando agotándome muchísimo.
Esta joven pintora se sumerge, casi sin excusa, en un mundo de sexo, fiestas y drogas sin control. Uno espera ver un fuerte drama con interpretaciones increíbles, pero en realidad parece filmada por aficionados, a pesar de la psicodelia barata y cutre que quiere emular a “Trainspotting” (por decir algo). El argumento es testimonial. Esto es poco menos que una sucesión de escenas de desfase sin ton ni son, con diálogos soeces y mucho tedio. No tiene más.
Esta especie de videoclip surrealista luego quiere irse al género de terror, pero también lo hace bastante mal.
A la película le pasa un poco lo mismo que a su protagonista. O está borracha, o drogada o de resaca casi todo el rato, y nunca termina de centrarse del todo.
Me da igual el “gore” bestia que tiene, cuando todo lo demás es muy marciano y prácticamente sin sentido. Cuando la sed entra en juego, no deja de ser una adicción más de la protagonista. Con esto ni se arregla ni se mejora esta soberana chorrada de 80 minutos que se hace larga y aburrida.
Y las imágenes de “colocón” con las que nos bombardean constantemente la vista y el cerebro, terminando agotándome muchísimo.
16 de noviembre de 2019
16 de noviembre de 2019
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
independiente, oculto como una enfermedad, se suele manifestar puntualmente un tipo de producción alternativo, a caballo entre el cine de terror y un tipo de fantasía lisérgica, que suele llamar la atención entre los cinéfilos más curiosos, como variante de máxima originalidad al que aferrarse, bien alejado de toda consideración comercial.
Desde su primer fotograma, y conviene puntualizarlo, el film avisa sobre la posibilidad de sufrir ataques epilépticos, tal es la presencia, en continuo parpadeo, que pretende convertir a 'Bliss' en toda una experiencia visual, pese a que el peaje para muchos incautos, o algún experto, que pueda quedar noqueado por un estado de ánimo bajo, sea simplemente descartar irritado tan compleja propuesta.
Cierto que al film de Joe Begos le cuesta algo arrancar, no es cuestión de metraje, su coctel de sexo, drogas y rock duro, está licuado con un barniz muy grueso, la sangre aparece, pero solo a borbotones en su segunda mitad, cuando a muchos ya se les habrá atragantado el nudo, subiendo la apuesta para hacer las delicias de los aficionados al cine de horror extremo.
En la cima de tan peculiar descenso a los infiernos, destaca la entrega de Dora Madison, que asume un protagonismo claramente complice con el realizador, al cual entrega un registro impecable, dentro de esa pesadilla de vibrante exceso al que se ve abocado su personaje.
El poder de las imágenes por encima del argumento, a Begos le importa poco sacrificar elementos narrativos para la causa, tiene algún apunte interesante, como el bloqueo creativo, bien expresado en el magnetismo que desprende ese lienzo en continua metamórfosis, catalizador de la enorme variedad cromática de la que el film hace gala, pero su enfoque es mostrarse siempre desde un prisma psicodélico, que en algunos pasajes resulta agotador, por un exceso estético de continuo bombardeo.
Finalmente, y con algún eco lejano, que recuerda a 'El Ansia' de Tony Scott, 'Bliss' se manifiesta como un trabajo sumamente complejo, al que conviene acercarse con precaución y buenas dosis de paciencia, al menos hasta ver estallar su particular bomba de color en tan cruento desenlace, del cual disfrutará ese publico marginal que, como un servidor, se viene arriba con las orgías de hemoglobina en pantalla, para el resto, consumidores de productos manufacturados, un consejo, huid lo más lejos posible, si no queréis que se os atasquen las dichosas palomitas en los conductos biliares.
(Películas del 29 Fancine: Festival de Cine Fantástico Universidad de Málaga)
<Lee esta crítica, y muchas más, en Fusion-Freak.com>
Desde su primer fotograma, y conviene puntualizarlo, el film avisa sobre la posibilidad de sufrir ataques epilépticos, tal es la presencia, en continuo parpadeo, que pretende convertir a 'Bliss' en toda una experiencia visual, pese a que el peaje para muchos incautos, o algún experto, que pueda quedar noqueado por un estado de ánimo bajo, sea simplemente descartar irritado tan compleja propuesta.
Cierto que al film de Joe Begos le cuesta algo arrancar, no es cuestión de metraje, su coctel de sexo, drogas y rock duro, está licuado con un barniz muy grueso, la sangre aparece, pero solo a borbotones en su segunda mitad, cuando a muchos ya se les habrá atragantado el nudo, subiendo la apuesta para hacer las delicias de los aficionados al cine de horror extremo.
En la cima de tan peculiar descenso a los infiernos, destaca la entrega de Dora Madison, que asume un protagonismo claramente complice con el realizador, al cual entrega un registro impecable, dentro de esa pesadilla de vibrante exceso al que se ve abocado su personaje.
El poder de las imágenes por encima del argumento, a Begos le importa poco sacrificar elementos narrativos para la causa, tiene algún apunte interesante, como el bloqueo creativo, bien expresado en el magnetismo que desprende ese lienzo en continua metamórfosis, catalizador de la enorme variedad cromática de la que el film hace gala, pero su enfoque es mostrarse siempre desde un prisma psicodélico, que en algunos pasajes resulta agotador, por un exceso estético de continuo bombardeo.
Finalmente, y con algún eco lejano, que recuerda a 'El Ansia' de Tony Scott, 'Bliss' se manifiesta como un trabajo sumamente complejo, al que conviene acercarse con precaución y buenas dosis de paciencia, al menos hasta ver estallar su particular bomba de color en tan cruento desenlace, del cual disfrutará ese publico marginal que, como un servidor, se viene arriba con las orgías de hemoglobina en pantalla, para el resto, consumidores de productos manufacturados, un consejo, huid lo más lejos posible, si no queréis que se os atasquen las dichosas palomitas en los conductos biliares.
(Películas del 29 Fancine: Festival de Cine Fantástico Universidad de Málaga)
<Lee esta crítica, y muchas más, en Fusion-Freak.com>
9 de febrero de 2020
9 de febrero de 2020
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los artistas, dícese de aquellos que siempre buscan crear algo nuevo. Algo que le de más crédito (en cualquier sentido de la palabra) y relevancia en el panorama. La inspiración, como muchos artistas han dicho en numerosas ocasiones, está en cualquier sitio. No es algo que puedas practicar, es algo que de repente aparece. Pero… ¿Y qué pasa si no aparece? ¿Qué pasa si lo que aparece es un bloqueo creativo? El estrés cobra protagonismo. Los nervios cada vez están más a flor de piel. La búsqueda de una salida creativa predomina ante cualquier otra cosa. La desesperación entra en escena. Hemos visto a muchos artistas llegar a limites inimaginables. Van Gogh con su oreja, el grupo de Black Metal, Mayhem, y su portada para ‘Dawn of the black hearts’, Stanley Kubrick en varias de sus películas llegó a métodos enfermizos para alcanzar la perfección, y estos solo son algunos ejemplos. En el cine también hemos visto en muchas ocasiones personajes llegando a esos límites, como en ‘Cisne Negro’, ‘Mother!’ o ‘Suspiria’, por poner algunos ejemplos. Pero desde luego, nunca se ha visto como en ‘Bliss’.
La película del joven director Joe Begos es algo especial. A los cinco minutos, sabes que no estás viendo otra película más. Que no es para todo el mundo. La forma en la que está estructurada hace imposible que sea viable para el público general. Su fantástica fotografía que simula el tono que tenía el cine fantástico en los 70, el uso de la luz y los colores para transmitir ideas al espectador, una personalidad arrolladora en su dirección… No cabe duda de que Begos pretendía llamar la atención de todos con su cuarta película y que a pesar del poco apoyo que ha tenido en nuestro país por parte de los cines, es de las que se engrandecen en una sala, junto con la oscuridad e intimidad de esta. La experiencia sensorial de ‘Bliss’, si consigue engancharte, te va a alucinar. Ahora, si no consigues adentrarte en las entrañas de esta historia, muy probablemente vas a odiarla.
La trama de ‘Bliss’ podría escribirse en una servilleta de papel. No es este su punto fuerte, es su hilo conductor, que sirve como excusa para que Begos de rienda suelta a su creatividad. Destaca, especialmente, la gran cantidad de recursos visuales que emplea. Siempre justificados, para mostrarnos todo desde el punto de vista de Dezzy (fantástica Dora Madison, todo un descubrimiento). El descenso a los infiernos se siente como si lo viviera uno mismo. Gracias a un montaje caótico y confuso, te metes en la piel de la protagonista. La incertidumbre y la experiencia epiléptica están garantizadas. Por si esto fuera poco, se une un componente vampírico que hace a la película sangrienta, perversa y muy sexual. La atmosfera está muy conseguida, con la misteriosa noche de Los Ángeles y una alucinante banda sonora (llena de heavy metal) aportando muchísimo. Todo esto se ve concentrado en unos últimos 20 minutos que son de infarto, y que ya solo por ellos vale la pena pagar la entrada.
Por otra parte, creo que a Begos aún le queda mucho para llegar a los niveles de Gaspar Noé o Darren Aronofsky. Provocadores por excelencia que no solo basan sus películas en darle importancia a lo audiovisual, sino que además nos cuentan historias interesantes con las que es fácil empatizar. Mentiría si digo que he empatizado con Dezzy y su obra maestra. Si, quería seguir viendo más del talento de Begos, pero la historia nunca me llegó a importar. Cuando todo gira entorno a un “algo”, debes hacer que eso importe, y creo que Begos se lo deja por el camino. Entrega todo a su apartado audiovisual, y eso puede ser un problema si no consigue engancharte del todo. La previsibilidad en gran parte de la trama tampoco ayuda a que te impacte. En todo momento sabes que el único personaje es Dezzy, el resto son meros peones que están ahí para que la protagonista pueda hacer ciertas cosas. Aún con esto, tengo que destacar el gran trabajo que hay detrás de cada una de las muertes. El gore, es increíble. El trabajo que hay detrás de los efectos prácticos de la película es enorme. En aspectos como este es en los que se nota que han hecho la película con mucho amor.
‘Bliss’ me parece un trabajo muy interesante y disfrutable, a pesar de sus defectos. La recomendaría sin dudarlo a aquellos que busquen algo distinto en la cartelera (y en sus vidas). A Begos hay que seguirlo con lupa, de eso que no quepa duda.
La película del joven director Joe Begos es algo especial. A los cinco minutos, sabes que no estás viendo otra película más. Que no es para todo el mundo. La forma en la que está estructurada hace imposible que sea viable para el público general. Su fantástica fotografía que simula el tono que tenía el cine fantástico en los 70, el uso de la luz y los colores para transmitir ideas al espectador, una personalidad arrolladora en su dirección… No cabe duda de que Begos pretendía llamar la atención de todos con su cuarta película y que a pesar del poco apoyo que ha tenido en nuestro país por parte de los cines, es de las que se engrandecen en una sala, junto con la oscuridad e intimidad de esta. La experiencia sensorial de ‘Bliss’, si consigue engancharte, te va a alucinar. Ahora, si no consigues adentrarte en las entrañas de esta historia, muy probablemente vas a odiarla.
La trama de ‘Bliss’ podría escribirse en una servilleta de papel. No es este su punto fuerte, es su hilo conductor, que sirve como excusa para que Begos de rienda suelta a su creatividad. Destaca, especialmente, la gran cantidad de recursos visuales que emplea. Siempre justificados, para mostrarnos todo desde el punto de vista de Dezzy (fantástica Dora Madison, todo un descubrimiento). El descenso a los infiernos se siente como si lo viviera uno mismo. Gracias a un montaje caótico y confuso, te metes en la piel de la protagonista. La incertidumbre y la experiencia epiléptica están garantizadas. Por si esto fuera poco, se une un componente vampírico que hace a la película sangrienta, perversa y muy sexual. La atmosfera está muy conseguida, con la misteriosa noche de Los Ángeles y una alucinante banda sonora (llena de heavy metal) aportando muchísimo. Todo esto se ve concentrado en unos últimos 20 minutos que son de infarto, y que ya solo por ellos vale la pena pagar la entrada.
Por otra parte, creo que a Begos aún le queda mucho para llegar a los niveles de Gaspar Noé o Darren Aronofsky. Provocadores por excelencia que no solo basan sus películas en darle importancia a lo audiovisual, sino que además nos cuentan historias interesantes con las que es fácil empatizar. Mentiría si digo que he empatizado con Dezzy y su obra maestra. Si, quería seguir viendo más del talento de Begos, pero la historia nunca me llegó a importar. Cuando todo gira entorno a un “algo”, debes hacer que eso importe, y creo que Begos se lo deja por el camino. Entrega todo a su apartado audiovisual, y eso puede ser un problema si no consigue engancharte del todo. La previsibilidad en gran parte de la trama tampoco ayuda a que te impacte. En todo momento sabes que el único personaje es Dezzy, el resto son meros peones que están ahí para que la protagonista pueda hacer ciertas cosas. Aún con esto, tengo que destacar el gran trabajo que hay detrás de cada una de las muertes. El gore, es increíble. El trabajo que hay detrás de los efectos prácticos de la película es enorme. En aspectos como este es en los que se nota que han hecho la película con mucho amor.
‘Bliss’ me parece un trabajo muy interesante y disfrutable, a pesar de sus defectos. La recomendaría sin dudarlo a aquellos que busquen algo distinto en la cartelera (y en sus vidas). A Begos hay que seguirlo con lupa, de eso que no quepa duda.
29 de junio de 2020
29 de junio de 2020
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Te pasas 1 hora y 20 de tu vida viendo cómo una tía se mete de todo mientras pasa de una orgia a otra en un viaje de autodestrucción personal sin ningún sentido ni objetivo que la búsqueda de inspiración absurda como las obras que pinta. Si por lo menos la chica tuviera algún sentimiento le podías cojer algo de empatía, pero de eso poco al igual que su cerebro al nivel de una ameba. Sí, es cine independiente y sí es una basura, porque no todo el oro es lo que reluce en esos antros de alcohol, drogas y rock and roll. Personajes planos, diálogos infantiles y situaciones grotescas entre rayas, mercromina, chupitos y vómitos. Al final descubre que lo que le va es la sangre y se convierte en una especie de vampiresa postmoderna mientras termina su gran obra calcadita a cualquier portada de cualquier disco de Death Metal. Si por lo menos la música que la acompañará fuera de este estilo pero ni así, música aburrida como toda la película. Malo, anodino y absurdo intento de vampirismo moderno, por lo menos Brad Pitt y Tom Cruise tenían más estilo. No son vampiros, no es gore, no es terror. Le casco un 1 porque no puedo plantarle un 0 y ya me duele.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here