Colocar a un muchacho joven y guapo en un mundo marginal nada más llegar de una ciudad remota da mucho juego porque se le puede hacer pasar por toda clase de aventuras. Pero que esas aventuras tengan un interés ya depende de un buen guión y que el director sepa sacar lo más interesante para atrapar al espectador. Realmente aquí había una cierta posibilidad porque el protagonista es un actor profesional y podía dar la talla del personaje, pero como toda la historia va encaminada a sacar moralejas, la película se va al traste. Por otra parte es un tipo de marginación más bien rara y hasta increíble, por como viven, como visten y la soltura con que se mueven por las fiestas y bares. Si todo ello lo acompañamos de una música que está muy por encima de las imágenes, hasta el punto que llega a molestar y acallar los diálogos, ya tenemos una de esas películas para no volver a ver. Además, el tema de la homosexualidad esta metido con calzador y literalmente es para llorar.