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La anciana y las palomas

Animación. Comedia La historia plantea el contraste existente entre los turistas americanos obesos, debido a la consumición masiva de palomitas y cómo las palomas de París, por extensión, son alimentadas hasta estar demasiado gordas para volar. El contraste lo pone un mendigo francés, muerto de hambre, que está desesperado por obtener comida... (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
17 de abril de 2010
34 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
O lo que es lo mismo, dando la bienvenida a uno de los animadores europeos más talentosos de la última década del siglo XX, que con sólo este cortometraje, la película "Bienvenidos a Belleville" (2003) y un segmento de la irregular "Paris je t'aime" se ha ganado a pulso estar al mismo nivel (e incluso por encima) que gigantes como René Laloux o Jean-François Laguionie.

Unas pequeñas palabras en inglés nos engañan, en cierto sentido, al inicio del trabajo. Unos turistas llegan a Francia y deciden comenzar a sacar fotos, lo tradicional. De fondo, casi oculto, observamos a un vagabundo de mirada irónica, que deja entrever un contraste, el cómo hasta las palomas del parque están mejor alimentadas que él. Cuando una viejecilla aparece de la nada, decide tramar un plan para conseguir comida fácil. De la comedia negra se pasa a la intriga hichcokiana, e incluso al terror psicológico en el que prima la supervivencia. 26 minutos en el que un carrusel de emociones pero, especialmente, de dominio de la técnica cinematográfica, empapan cada fotograma como si fuese la primera vez que vemos algo así.

Con un estilo único en el aspecto visual y un sobresaliente dominio del ritmo (no llega a resentirse ni una sola vez, aún cuando podría hacerlo por la reiteración de ideas), "La anciana y las palomas" es una joyita de corta duración que además se atreve a ser diferente y rompedora, prescindiendo completamente de la palabra más allá del inicio y final. Qué gran final, además. Una joyita pre-Belleville, cargada de mala leche y, al mismo tiempo, magia de la que sólo surge en contadas ocasiones. Obligada para los amantes del cine de animación y para quienes crean que todo en este "género" son persecuciones, animales parlantes en 3D o las explosiones gore del anime. Afortunadamente, este 2010 Chomet volverá a la actualidad con la prometedora "El ilusionista".
Caith_Sith
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23 de mayo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante mirada la del director Sylvain Chomet. Construye con solvencia un relato notable tan sugerente como sencillo, que encierra reflexiones duras y profundas.

Los personajes, dibujados como si fueran caricaturas (grandes narizotas, cuerpos desgarbados, caras feúchas...), tienen la particularidad de hacer más rocambolesca una historia cargada de realidad y crueldad.

Las calles de París encierran tantos recovecos como sencillez tiene el argumento. Los dos protagonistas parecen predestinados a encontrarse: una anciana que (sobre)alimenta a las palomas y un gendarme de la policia que vive en la miseria y apenas puede comer.

Sylvain Chomet nos presenta un cortometraje que resulta grotesco, como un cuento de terror contado por el villano, y, al mismo tiempo, muestra el reflejo de una realidad dolorosa y cruel, con una sencillez pasmosa. Muy recomendable.
Sémele
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31 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta cortometraje Sylvain Chomet se daba a conocer al mundo entero dejando fascinados a propios y extraños por su original guión, escueto y conciso pero a la vez acertado, repleto de matices y con una narrativa que es en sí misma un modelo a seguir. No es de extrañar que se hiciera con un montón de nominaciones y premios allá por donde pasara demonstrando que en el campo de na animación vino para quedarse. El corto empieza presentándonos a una típica familia americana, anclada en el estereotipo de gente obesa y sin control, alimentándose de palomitas y que no cesan de engullir como si fuesen palomas, que son presentadas (y plasmadas) como animales nutridos, rebosantes y lustrosos en contraposición de un gendarme hambriento, ávido de alimentación, que descubrirá que los pájaros son alimentados en demasía por una señora anciana espléndida.

En apenas 25 minutos de duración, el guión, que juega en varias fases, pasa de ser un drama digno de Dickens donde la pobreza y la miseria no dan cuartel (la sardina del plato da fe de ello), para convertirse en una comedia disparatada, con una ingeniosa e inventiva trama que dará pie a una historia rebosante de humor y cotidianeidad a partes iguales pues el gendarme, ante la teoría de que “más sabe un necesitado que cien abogados”, no dudará, en un acto de pura desesperación, en disfrazarse de paloma para ser alimentado como tal y si no tiene para comer en demasía como mínimo tendrá lo suficiente para pasar el día. Con esa premisa, que podría parecer algo simple, da pie a una historia interesante y que acabará deparando en el mejor suspense que uno pueda imaginar. Incluso en su trasfondo podemos encontrar una auténtica crítica a la sociedad que mira hacia otro lado ante una situación cada vez más insostenible.

El estilo funcional y visualmente europeo de Chomet es dotar a sus personajes de un trazo grueso, casi caricaturesco, deformando la fisonomía pero adecuándola al carácter del personaje. Las anatomías de las figuras son casi decadentes, ocultando un contexto patente y real que no dista mucho de una realidad aplastante: la miseria no es bella ni la pobreza es elegante. La decoración costumbrista y la plasmación del entorno urbano son perfectas en todo aspecto visual logrando ser creíbles en todo momento, tangibles en todo lo posible que permite la animación tradicional y dotando a cada emplazamiento de su correspondiente idiosincrasia: La pobreza extrema de la casa del gendarme (repleta de cucarachas, oscuridad y suciedad a partes iguales) frente a la comodidad de la casa de la señora (de iluminación cálida y cándida).

Como si Berlanga hubiese sido inspiración, Chomet muestra la comicidad de una realidad de forma más que patente en muchos aspectos y sentidos: la agudeza ingeniosa del hambre, el onirismo impresionante dentro del propio sueño al presentar a las palomas como señores bien engalanados y que a su vez las muestra como animales respetados y reverenciados por la gente de la tercera edad, que subsisten y viven alimentados una y otra vez, sin freno, frente a la pobreza e indigencia del ser humano ante la realidad cruda, dura y sin concesiones del hambre. La transformación física, casi grotesca, del gendarme una vez pasados los minutos es impactante. Con más de una sorpresa y un giro argumental para el último tercio que no debería ser desvelado, “La anciana y las palomas” es de descubrimiento obligado y que demuestra que el humor, lo hilarante y la cercanía pueden formar parte del mejor medio para la crítica: la animación, de belleza rústica y crítica con trasfondo.

https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/10/31/opinion-la-anciana-y-las-palomas-sylvain-chomet-1997-el-engano-del-hambre/
claquetabitacora
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