A Touch of Zen

Película de la época dorada del wu xia pen. Una de las más recomendadas del género y bastante curiosa... y por qué bastante curiosas pues porque el protagonista no tiene ni idea de artes marciales, vive con su madre en una fortaleza abandonada y además sus diálogos parecen sacados de una comedia en la que si fuesen Alfredo Landa y... bueno no se alguna que hiciese de su madre los protagonistas no nos extrañariamos nada. El argumento es sencillo pero la cantidad de personajes que aparecen y, por supuesto desaparecen, es tal y además en un visto y no visto que llega un momento en que no sabes de dónde sale la gente y porque. Por cierto me ha encantado el estilo de salto que por momentos parece decir "voy corriendo a tirar un tronco al aserradero" y los momentos de uno de los secundarios que realmente reparte en plan "pa chulo chulo mi pirulo".

Por cierto el título auténtico hace referencia las estrañas historias que se suceden en la fortaleza en la parte final de la película y lo del toque de zen me imagino que se refiere al epílogo de la película, que desde mi opinión casi no viene a cuento y además casi es necesario estar poseido por el zen para entenderlo realmente.

La renovación del cine hongkonés llegó de la mano del taiwanes King Hu, desarrollando un estilo más poético y aportando nuevas técnicas que constituyeron un gigantesco paso en la cinematografía del país. Un ejemplo perfecto es A Touch of Zen, un wuxia original y fresco de capital importancia para innumerables películas del género como Ashes of Time (Wong Kar-wai, 1994) o Hero (Zhang Yimou, 2002).

El filme se convirtió por derecho propio en una película generacional, que constituyó prácticamente la fundación de un género que se quedaba a medio camino entre el cine épico, la fantasía y la acción, con técnicas que hacían que los actores fuesen capaces de planear en el aire. Fue una continuación formal y técnica de lo que ya habíamos visto en La posada del dragón (1967), asentando las bases que se habían desarrollado en esta, pero estableciendo un nuevo desarrollo (tanto tecnológico como argumental) que serían fundamentales para la constitución de los elementos icónicos del wuxia.

Una aventura de más de tres horas sobre fantasmas, leyendas, grandes luchadores y sobre espiritualidad budista. Además, fue uno de los primeros pasos en la carrera de Sammo Hung y Jackie Chan.

La historia empieza desarrollando un misterio alrededor de un joven pintor que vive tranquilamente con su madre en las afueras de un pueblo. Las cosas se empiezan a complicar sin que quede muy claro lo que realmente está sucediendo, y entonces llegamos a la escena en la que la mujer espadachina le canta una bonita canción a nuestro pintor antes de acostarse con él. Viene después una trama política en la que está presente la corrupción y la injusticia, y entonces llegamos a la batalla en la que muere un montón de gente. A partir de ese momento, se desdibuja el hilo argumental y entramos en un abstruso simbolismo que desemboca en un terreno completamente Zen, vacuo e ilógico; e incluso delirante, con la escena final de la encarnación de Buda con el sol detrás.

En ocasiones uno se queda uno un tanto sorprendido mientras mira esta peli, como si no pudiera dar crédito a sus ojos, sobre todo al final; e incluso se siente tentado de creer que se les fue la olla a quienes hicieron semejante peli tan atípica en muchos sentidos.

Un pensamiento me ha venido a la cabeza después de verla: uno de los principales problemas del ser humano es que se imagina demasiadas cosas, y que termina por decir y cometer cantidad de tonterías.

La verdad es que me ha divertido.