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Sansón

Drama. Bélico. Romance Mientras asiste a la universidad de Varsovia, Jakub Gold, un joven judío, mata accidentalmente a un compañero de estudios en una pelea. Después de estar un tiempo en prisión, es liberado al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Pronto, es encarcelado de nuevo, esta vez detrás de la pared del Gueto de Varsovia, junto con otros cientos de judios. Jakub escapa del gueto sólo para encontrarse atrapado de una manera diferente. Un judio en ... [+]
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
25 de febrero de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
49/19(20/02/18) El polaco Andrzej Wajda realiza esta turbadora obra sobre los sentimientos de culpa, sobre el sufrimiento del pueblo judío, enmarcando el relato durante la ocupación nazi de Varsovia, siendo un punzante relato sobre el Holocausto, ello inspirándose en la conocida historia de Sansón del Antiguo Testamento de Sansón, quien tenía una fuerza física sobrenatural. Pero a diferencia del personaje bíblico, el Sansón de Wajda tiene su fortaleza en su espíritu de supervivencia. Wajda dirige y coescribe con Kazimierz Brandys, en cuya novela está basada la película, en lo que es un retrato psicológico de un judío (Jakub Gold encarnado por un notable Serge Merlin) que accidentalmente mata a un compañero de clase (en la Universidad Politécnica de Varsovia) en una refriega antisemita y es encarcelado (condenado a 10 años), liberado con el inicio de la Segunda Guerra Mundial (cuando la cárcel es bombardeada por invasores alemanes), solo para ser encerrado una vez más, en el Gueto de Varsovia (allí es voluntario para recoger cadáveres en una carretilla por las calles). Esta odisea física y existencial es desarrollada por Wajda con un extremado sentido expresionista en glorioso b/n.

Esta es una cinta donde Wajda vuelca sus recuerdos de juventud (Wajda combatió en el ejército polaco contra los nazis cuando todavía era un adolescente) durante la ocupación nazi, mostrando la dualidad turbadora en que se vivía en Varsovia y por ende en el país polaco, donde la población civil estaba partida entre gentiles (no judíos) que vivían tranquilamente sin presión, y los hebreos, que malvivían en marginales y mugrientos guetos. Muestra con valentía como el racismo y la xenofobia no era algo traído de fuera por los alemanes, estaba enraizado en la sociedad polaca como se muestra en el comienzo en la universidad con muchos estudiantes vejando al protagonista judío solo por el hecho de serlo. Y es que tiene un arranque potente y muy ágil, con la acción sucediendo a gran ritmo, la trifulca en la universidad, el tramo carcelario, el segmento en el gueto, la huida de este, todo cubriendo varias etapas en la odisea de Jakub, un protagonista al que veo muchas semejanzas con el posterior Wladyslaw Szpilman de “El pianista (202) de otro director polaco como Roman Polanski, del que seguro bebió para la realización de su oscarizada obra. Y es que al igual que la del SXXI esta es un estudio de personalidad de un tipo pasivo movido prácticamente por el azar de los acontecimientos, representa el espíritu de supervivencia emparentado con el de los judíos que se rebelaron en 19343 en el gueto contra los alemanes, esto deriva de cómo ser judío puede ser una losa de responsabilidad sentido de culpa por lo que le pueda asar a tu “pueblo”, Jakub se encuentra en dos aguas, la de la salvación física que es mantenerse huido del pozo hediondo que es el gueto y de salvar su alma volviendo solidariamente a esta cloaca de sufrimiento, y en esta travesía asiste a como ele escaparate de la vida cotidiana en Varsovia (y por ende en Polonia), sigue tranquila mientras en media de la ciudad hay un sumidero humano, donde los muertos y enfermedades letales son rutina, y fuera cocteles, fiestas, borracheras, carnavales, niños jugando felizmente, desgarradora dualidad.

El mensaje del film lo representa lo que un amigo le dice a Jakub mientras este está sufriendo en el suelo una paliza "un hombre puede sufrir tales golpes y levantarse de nuevo", en realidad hay que sustituir “hombre” por judío y es lo que quiere decir Wajda, que los judíos siempre se han levantado y continúan, son fajadores y resisten como han resistido a lo largo de los siglos.

El bloque en el gueto resulta devastador, seguro que hasta entonces ninguna película había reflejado estas alcantarillas humanas en cine, y Wajda lo expone con un gran sentido lirico-visual desde su construcción, con la marca cual ganado de tener que llevar la Estrella de David en sus ropas los judíos, y gracias al excelente diseño de producción del hermano del director, Leszek Wajda (“Cenizas y diamantes) recrear sin aparatosidad pero con incisivo tono realista el deprimente lugar, asistido por la trémula fotografía en glorioso b/n de Jerzy Wójcik (“Aniol w szafie”), reproduce con gran sentido veraz tomas tan maravillosas como la de los nazis de modo rutinario cerrando el gueto con tablones ante la mirada turbadora de los judíos, cada tablón clavado es un clavo en el ataúd en que quedaran confinados, de cómo son estremecedoras las imágenes del gueto, sus calles mugrientas, la gente tirada por ellas, muertos vertidos cual basura por las aceras, y gente dedicada (Jakub entre ellos) a recoger estos cadáveres cual despojo, produciéndose una toma punzante en el alma con una especie de versión libre de “La Piedad” de Miguel Angel cuando es el hijo (Jakub) el que debe coger en brazos a su Madre (buena Irena Netto) muerta en la calle. Este gueto es la deshumanización, la trivialidad de la muerte, la maldad humana sobre los humanos, el hombre es un lobo para el hombre, y Wajda fue el primero en exhibirlo, luego llegarían muchos otros, y todos influidos por él.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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