El precio del triunfo

Con un director que enfocó su carrera a la televisión, se plantea este melodrama en un emporio industrial. Así, el presidente del consejo (Everett Sloane) es el hijo del fundador de la firma, inflexible, duro y hasta un poco cruel; Briggs (Ed Begley) es el veterano vicepresidente, que comenzó a fundar el imperio con el padre del actual presidente, está mayor y con achaques de salud. Finalmente, entra en escena un ingeniero joven y talentoso (Van Heflin), que trata de aportar su humanidad y profesionalidad al servicio de la compañía.
Es una obra poco conocida, siguiendo parcialmente otras obras como "la torre de los ambiciosos" de Robert Wise, con las luchas en un consejo de administración. Muestra también el concepto de secretaria, ascensorista, la mujer del directivo de éxito... Todo con pinceladas básicas (apenas dura 90 minutos), pero lo suficiente para montar una perfecta relación entre los tres protagonistas en un toque casi teatral donde destaca el buen hacer de la terna protagonista.

Siempre me gustó Van Heflin. De difícil y expresivo rostro, como Lance Henriksen, casi pasó de puntillas por el cine de Hollywood, aunque fue actor secundario en grandes filmes como Raíces profundas, Los tres mosqueteros y La calle del delfín verde. Dotaba a sus personajes de una profundidad y fuerza dramática que los hacía únicos. No los olvidas. Es el legado de Van Heflin. Sus grandes interpretaciones.

El film que nos ocupa es un gozo para cualquier aficionado al cine, al poder disfrutar a tal descomunal actor junto a otros, también relegados habitualmente a papeles secundarios, como Ed Begley y Everett Sloane, que compondrán unas intensas y descarnadas interpretaciones, llenas de matices, que llevan al espectador a entender, que no compartir, las motivaciones de los tres personajes, entender la ambición leal de Heflin, la desesperación ante el maltrato laboral de Begley y la dureza para imponer sus planes de Sloane. Todos tienen razón y ninguno la tiene. Hay matices en todo. En la historia, escrita por Rod Serling, la ética laboral, o más bien, su falta, es la gran protagonista. ¿Todo vale en el mundo empresarial? ¿Hay límites morales y éticos?

El cine ha ofrecido, en pinceladas, buenos filmes sobre la inhumanidad en el mundo laboral, como, por ejemplo, Glengarry Glen Ross o la serie Mad Men, deudora de este filme. ¿La ambición debe tener límites si mejora a la empresa? Asistiremos a un mobbing planificado y puesto en marcha con la precisión de un reloj suizo, para destruir la confianza de un excelente técnico en si mismo, para humillarlo en público ante el silencio cómplice de la mayoría de cargos. Sin embargo el film tiene un final un tanto ambiguo, como relataré en el spoiler, tras un último tercio de gran carga dramática.

También resulta interesante descubrir como era aquella sociedad y que tan bien nos ilustró la serie de TV Mad Men: empresas en rascacielos infinitos, de trabajadores blancos y de mediana edad, donde las mujeres solo pueden aspirar a ser secretarias y alcanzar la jefatura de las mismas, siempre pendientes de las necesidades de sus jefes y sin apenas contacto humano.

Magnífico filme. Un portento interpretativo y una historia para reflexionar.

Soy cinéfilo y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, que desea saber si una película merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: MUY BUENA.
Estamos ante un clásico en la línea de "La torre de los ambiciosos" de Robert Wise, aunque me atrevería a decir que la presente es mejor. La premisa es la moralidad a la hora de que una empresa obtenga el poder y los beneficios pertinentes; es decir, el éxito. De si todo es permisible con tal de conseguirlo, y si no, cuáles son los límites. En este sentido, y a pesar de las posiciones enfrentadas, la película nos deja entrever los plausibles razonamientos de cada lado. Todo ello a través de una poderosa historia, servida con unas interpretaciones de primer orden, y portentosas en el caso de Everett Sloane y del gran Van Heflin, quien siempre supo dotar a sus personajes de una gran humanidad. Es una pena que no sea un filme muy conocido, porque se trata de una perla del cine clásico. Ojalá los cinéfilos de pro la descubran.

Una de esas películas que, sin ser demasiado conocidas, acaba transmitiéndote mucho más que otras más “importantes“.

Una película sobre relaciones personales en el trabajo. Sobre acoso laboral. Sobre la lucha por ascender por encima de otros, pisoteándolos si hace falta, no porque lo quieras, sino por que se te exige.

Una película sobre relaciones humanas, sobre un hombre, recien llegado a una empresa, que, pese a ser muy bueno en su trabajo, no quiere ser más que los demás... pero al mismo tiempo, quiere ser el mejor.

Con muy buenas actuaciones, momentos de tensión real donde te pones en la piel de los protagonistas y una historia tan original e interesante, como realmente dura. Una de esas películas distintas, pero que calan hondo. Muy recomendable.