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Olive Kitteridge (Miniserie de TV)

Serie de TV. Drama Miniserie de TV (2014). 4 episodios. La protagonista es Olive Kitteridge (Frances McDormand), una profesora de matemáticas de mediana edad que trabaja en un pequeño pueblo de Maine (Nueva Inglaterra) y que está casada con Henry (Richard Jenkins), un farmacéutico de buen corazón. Basada en la novela de Elisabeth Strout, galardonada con el premio Pulitzer. (FILMAFFINITY)
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
17 de noviembre de 2014
102 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace un par de semanas la cadena privada HBO volvió a hacer gala de la enorme calidad de sus producciones con el estreno de una mini-serie llamada "Olive Kitteridge", basada en la novela homónima de Elisabeth Strout. La mini-serie consta de cuatro episodios, que fueron emitidos en dos tandas, por lo que uno podía hacer con ella lo mismo que con lo que los yanquis llaman un page-turner (una de esas novelas que uno no puede dejar de leer) y verla prácticamente de un tirón para disfrutar de sus maravillosas interpretaciones, de su estupenda música y ver cómo poco a poco una tristeza va agrandando los surcos en la piel de sus protagonistas, emsombreciendo sus miradas, palideciendo sus rostros. Una historia que resulta tan buena por lo que cuenta, como por lo que intenta ocultar.

Así observamos atentamente 25 años en la vida del disfuncional matrimonio Kitteridge, Olive (una profesora de matemáticas taciturna, malhumorada, intratable, intransigente, crítica, cero empática y cero cariñosa con los que la rodean, una mujer difiícil cuyos actos no siempre se corresponden con sus sentimientos, una mujer que se atreve a decir lo que muchos callan por cobardía; vamos, la madre que todos querríamos tener...) y Henry (un farmácéutico de buen corazón, paciente, que intenta ayudar a todas aquellas personas que se cruzan por su camino en un momento bajo de sus vidas y eso saca a Olive de sus casillas; un auténtico bonachón...). Olive y Henry se detestan y se quieren a partes iguales, conocen todos los recovecos de su relación, sus defectos, sus virtudes, sus secretos, mejor incluso que nosotros como atentos espectadores, pero aún así permanecen el uno junto al otro hasta el final, es uno de esos matrimonios de los de antes, para los que la frase "hasta que la muerte los separe" significaba alguna cosa, que no tiraban la toalla por la primera desaveniencia, por una discusión acalorada, ni siquiera por un desliz. Ver cómo, aunque no se lo digan nunca, estos dos se quieren y se necesitan resulta realmente conmovedor y emocionante.

Ni hace falta decir que la pareja de actores protagonistas es maravillosa, una apuesta segura en mi quiniela de los próximos Golden Globes, cuyas nominaciones se harán públicas el próximo 11 de diciembre. Por un lado, tenemos a la infalible Frances McDormand (que interpreta a Olive), merecidísima ganadora de un Oscar por su estupendo papel en "Fargo". McDormand es de esas actrices a las que parece no asustar el devenir de los años, que no tienen la necesidad de ocultar el inexorable paso del tiempo a golpe de bisturí y que aprovechan las huellas de la madurez que el tiempo ha dejado en su rostro, para dotar a sus personajes de una profundidad que el bótox esteriliza y anula en rostros de otras actrices de su edad. Además McDormand dispone en este caso de casi 240 minutos de metraje para desarrollar un personaje tan complejo como el de Olive Kitteridge, algo que en una película de 90 minutos sería prácticamente imposible. Así podemos entender perfectamente la depresión por la que está pasando el personaje (que como ella misma explica en un momento de la trama, el gen depresivo circula por los genes de su familia, por lo que es algo con lo que tarde o temprano ella y todos sus vástagos tendrán que lidiar). Podemos entender su cinismo ante todo, su triste mirada, el no obvio pero incondicional amor que siente hacia su marido, aunque parezca que nunca se lo tome en serio.

Y luego tenemos a Richard Jenkins, otro monstruo de la actuación que convierte en oro interpretativo todo lo que toca. Jenkins llena a Henry con una bondad y una generosidad genuinas. Nos creemos totalmente cómo Henry quiere ayudar a las personas desvalidas, como a Denise Thibodeau, que pierde a su prometido en un accidente de caza, y de la que Henry se "enamora", se enamora de su dulzura, de su inocencia, su vulnerabilidad, es todo lo que Olive no es, Denise le hace sentirse necesitado. Olive obviamente se da cuenta de todo, y cruelmente la llama "ratoncillo" sólo para demostrarle a Henry lo ridículo que ella le ve, yendo detrás de una chica a la que le dobla la edad. Henry es un personaje que despierta ternura. Quizás durante la película uno siente que Olive no le está dando el tipo de vida que se merece, pero durante el final de sus días, nos damos cuenta de que es la única persona que realmente está ahí incondicionalmente para él, ni su estimado hijo está ahí en los momentos más difíciles.

La mini-serie es una soberbio estudio sobre la depresión, las enfermedades mentales, el inexorable paso del tiempo y el suicidio. Sobre su honesto personaje protagonista, cuyas contradicciones resultan fascinantes y que harán que no podamos apartar la mirada de su curtido rostro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
dovith
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20 de diciembre de 2014
76 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto 240 minutos de actividades cotidianas, de gente en apariencia normal, como la que hay en cualquier familia de cualquier barrio de cualquier parte del mundo. Y aun así tengo la sensación de haber visto algo extraordinario y único. Y no solo por su preciso guion, tan hermosamente escrito, o su inteligente y matizada dirección, que la elevan a obra artística de primer orden. Tampoco lo es por el apasionante trabajo de cada actor que se presenta en pantalla, capaces de llenarla con su mera presencia. Algunos, como McDormand, autentica madre del proyecto, la desbordan, cuando habla y cuando calla. Simplemente me han sumergido en esas vidas cotidianas y no quería salir. Me remueve muchas cosas dentro. Son personajes que reconozco, que entiendo, en lo bueno y en lo malo, en sus contradicciones, en sus momentos de brillantez y en sus momentos miserables. En su complejidad y en su obviedad. Me emocionan y me dejan pensando. Simplemente me dejan tocados. Y esa frase final, tan esclarecedora, tan sincera y a la vez tan terriblemente cierta para tantas y tantas personas. Cuando me enfrento a una miniserie de HBO, suelo entusiasmarme con facilidad, pues nos han acostumbrado a un nivel muy alto. Con Olive Kitteridge han logrado una de sus obras cumbre, por su valor artístico irreprochable y ante todo por su enorme valor humano. Un melodrama sensible, contado a fuego lento pero dejando ese regusto de lo perdurable, de lo universal y que como ocurre muchas veces en esos casos, irremediablemente calan a lo personal e íntimo si se conecta con la obra. Mr. HBO, Mrs. McDormand: muchas gracias. Conecté.
cineoptero
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24 de noviembre de 2014
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arriesgadísima apuesta para este otoño 2014 de la HBO, estamos seguros que OLIVE KITTERIDGE le va a reportar a esa impagable mina de mazazos televisivos no pocas gratificaciones: el mimo, la precisión, la densidad y el acorralamiento dramáticos con el que está pergeñada merecen la máxima de las atenciones por parte del público, de los medios especializados y de los eventos encargados de imponer laureles.

Basada en la novela homónima ganadora del premio Pulitzer 2009, escrita por Elizabeth Strout, el proyecto tiene un auténtica “alma mater” de incuestionable categoría. Nada más y nada menos que la voluntad de la gran Frances McDormand ha sido el auténtico motor de confección de esta miniserie. Fue ella la que nada más leer el texto original se dirigió personalmente a la autora para solicitarle los derechos, la que tras lograrlos se impuso convencer a los responsables de contenidos de la HBO y quien se ha encargado de la elección de la guionista (Jane Anderson), la directora (Lisa Cholodenko, directora de films como HIGH ART o LOS CHICOS ESTÁN BIEN) y del resto del reparto (Richard Jenkins, principalmente, y en papeles más secundarios Bill Murray, Peter Mulan, Rosemarie DeWitt y la cantante Martha Wainwright) toda vez que, obviamente, se reservara para sí misma el rol protagonista.

La serie arranca con una escena de fuerte calado dramático, puesto que visualizamos los pasos cansados, abatidos de una mujer canosa, aún no anciana, que camina por un bosque, que se detiene en un determinado momento, se arrodilla en tierra, y mira a su alrededor mientras va desenvolviendo un trapo dentro del que descubrimos un revolver. Justo en el momento en el que se asegura que dentro de él hay una bala, el hilo narrativo da un brusco salto hacia atrás para trasladar la acción del film muchos años antes. OLIVE KITERIDGE narra la existencia de esa mujer, sus años de matrimonio junto a un marido completamente entregado a ella, pero que no la hará nunca completamente feliz, los problemas con su único hijo, sus modos como profesora de instituto, su relación con los vecinos del pequeño pueblo costero de Nueva Inglaterra en el que viven y otros pequeños flecos narrativos, que, siempre exquisitamente imbricados, irán desvelando el verdadero objetivo de la historia: trazar el retrato severo, incondicional, inmisericorde y adustamente humano de Olive, esa mujer con revolver desde la que se emplazan la mayoría de los acontecimientos expuestos.

La radiografía emprendida por la guionista brindando un perfil frágilmente devastador y hurgativamente minucioso sobre ella, por la directora definiendo una eficaz puesta en escena encargada de no cargar en exceso el contundente bagaje dramático sobre el que bascula tanto la relación de los personajes principales con la protagonista como la inflexible mirada con la que ésta los observa y atiende, y, fundamentalmente, por el inconmensurable trabajo interpretativo de Frances Mcdormand (dejémoslo ya claro, va a arrasar en todas las recogidas interpretativas a la labor de actriz televisiva principal) es ácidamente compleja.

La protagonista de FARGO, sin inmutarse, amarrando con sorna, paciencia, altivez y desprecio la complejísima personalidad de esta arpía brillante, inmisericorde, reprimida, trabajadora, perspicaz, siempre consciente de su envenenada insatisfacción, logra, sin duda, una de las cumbres de su impecable trayectoria interpretativa. Imponiendo siempre una concisa economía de registros, la actriz sabe estar a la altura de desábrida amargura que escupe a cada momento esta inolvidable dura sañuda. Su duelo con el gran Richard Jenkins (perfecto en la incorporación del ser pusilánime, cortés, cobarde y amador, que es Henry Kitteridge, el paciente esposo farmacéutico de Olive) es simplemente antológico. Juntos componen una sigilosa historia de dos personajes condenados a soportar sus respectivas conductas, sus aplazadas intentonas por fugarse del otro, las mansedumbres obligadas por la grisura existencial compartida, en definitiva, la condena de saberse juntos sin posibilidad de trastocar la ley de la rutina reiterada hasta en las ilusiones del alma. Una pequeña gran serie, solucionada con humor, ternura, crueldad, acidez y desolación a procelosas partes iguales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Musiczine
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11 de enero de 2015
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La más que portentosa interpretación de Frances McDormand eleva esta miniserie a un nivel insospechado, que trata del alma extraña de un ama de casa prepotente y afectada, y de todos los que la soportan y rodean, pasmados con la actitud insopechada de este personaje aislado en un mundo que parece que no le pertenece. Poco a poco va calando hondo y hay mucho más allá que lo que parece transmitir su historia, en un último capítulo memorable; donde jamás ha visto el 2014 una historia de desolación mas profunda que la que han transmitido estas imágenes, en el rostro pétreo de la gran actriz protagonista. Como digo, las últimas escenas, junto a Bill Murray (además de la anterior y soberbia escena en el hospital), son de lo mejor que ha visto el cine y la televisión en los últimos años.
enyel
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10 de agosto de 2015
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta miniserie lo tiene todo: emoción, ironía, ternura, grandes actores, diálogos ingeniosos que no caen nunca en el amaneramiento y un largo etcétera sobre el que no me voy a extender. Pero sobre todo destaca por un hallazgo genial: el personaje central, una genial Frances McDormand desencantada, escéptica y borde, que es una verdadera fuerza de la naturaleza. Su humanidad y su mala leche contenida desbordan la pantalla. Hacía mucho que no veía una interpretación semejante en cuanto a naturalidad y profundidad. Sin caer nunca en la sensiblería esta obra consigue la difícil proeza de encadenar sin tregua escenas de una crudeza extrema y, a pesar de todo, hacernos sonreír de vez en cuando. Al menos ése ha sido mi caso, y soy un hueso duro de roer.

Una muestra:
- ¿Me puedes decir alguna razón para levantarme por las mañanas?
- Lo siento, pero no se me ocurre ninguna. De hecho estoy esperando que se muera el perro para pegarme un tiro

Y, más allá de todo eso, consigue mostrar con suprema elegancia y casi sin palabras temas de los que nadie quiere hablar: los conflictos interpersonales, la vejez, la soledad y la muerte, y lo hace sin amargar al espectador ni caer en el masoquismo y, sobre todo, sin aburrir.
carlos bosch benitez
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