Él y él

Para una casa tan grande que tiene Ramón, José Luís López Vázquez, hay que ver que cama tan pequeña utiliza para acostarse con sus ligues. Esas son las cosas que pueden llevar al traste una película. Todos los detalles tienen que estar cuidados por que de lo contrario el espectador se pone a pensar en estas tonterías y pasa de la historia. El protagonista aparca su coche de color verde, detrás de un coche azul, en el plano siguiente se baja y delante hay un coche rojo, e inmediatamente se mete otra vez dentro del coche, arranca, y delante hay un coche blanco. Pues como estas hay muchas. También hay que tener en cuenta las interpretaciones, porque de lo contrario no hay quien se crea nada de lo que ocurre. Aquí resulta muy curioso ver la gran diferencia de trabajo entre unos, López Vázquez, Lola Herrera, y los jovencitos que pululan alrededor, especialmente el protagonista. Yo no se por que razones le dieron el papel principal a este muchacho que es lo más negado como actor, y se le rodeó de buenos actores y actrices. ¿Tendrá que ver la historia de la película con la historia real de la producción y realización de la película?

Un argumento enteco y de consistencia escasa que salta a la pantalla a través de un guión débil no puede dar lugar a una película importante.
Por eso se debate en la medianía del querer y no poder o en la porfía de la trascendencia para incurrir, por propio demérito, en lo inane.
E. Manzanos no consigue salir del atolladero y el largometraje siempre produce la sensación de forzado, de pretender rizar el rizo a base de imprimir un giro diferente a la historia.
O de dar una nueva vuelta de tuerca.

Pero no lo consigue.
Lo cierto es que adolece de una enorme falta de fluidez.

Y aunque su papel es casi irrelevante, es imposible omitir la acertada intervención de una muy joven L. Herrera.