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13 minutos para matar a Hitler

Drama Es la historia de George Elser, un carpintero de la resistencia que intentó asesinar a Hitler en Munich el 8 de noviembre de 1939. Por solo 13 minutos de diferencia, si el Führer no hubiese abandonado su podio antes de lo previsto, Elser podría haber cambiado la historia. (FILMAFFINITY)
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7
3 de noviembre de 2015
32 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es desesperante concluir que ese espacio de tiempo, el que da título a la película, es tan significativo en la historia de la humanidad. Pensar que podríamos habernos ahorrado cuarenta millones de muertos, cálculo aproximado de las víctimas de la 2ª Guerra Mundial, si el megalómano alemán hubiera aguantado un poco más su discurso de engañabobos o se hubiera quedado unos minutos más recibiendo los parabienes y aplausos de su entregado público. ¿Alguien, sobretodo tras lo conocido posteriormente, se hubiera atrevido a calificar a George Elser como un terrorista, a pesar de las muertes colaterales que produjo la explosión?

Abundando en sus conocimientos del momento histórico; de los albores, el desarrollo y la derrota del III Reich, el cineasta Oliver Hirschbiegel (artífice de El Hundimiento), nos pone los dientes largos con la posibilidad cercana, que se construyó el carpintero resistente, de eliminar la causa de los males posteriores cuando la cabeza del monstruo ya era visible para los más avezados estudiosos del comportamiento humano.
Fue, junto a la operación Valkiria, la ocasión más clara de dar muerte a Hitler; con la diferencia de que el último atentado se llevó a cabo cuando la mayoría del mal ya estaba hecho y en este primer intento la maquinaria asesina aún no había llegado a la fase trituradora.

Aunque muchas de las situaciones de "13 minutos" nos resultan muy conocidas, no falta literatura al respecto; el enfoque de un humilde, y habilidoso, artesano contra la hidra de siete cabezas es bastante más novedoso y concede al film un interés añadido.
8
7 de marzo de 2016
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La filmografía sobre Hitler y el nazismo es de tal amplitud que se convierte en prácticamente inabarcable, regalándonos algunas obras maestras y también buen número de infumables bodrios, tal y como corresponde a cualquier temática abordada con semejante profusión.

13 minutos para matar a Hitler no se encuadra ni en la casilla de las obras maestras ni en la de los bodrios, tratándose de una película estimable y de indudables méritos, pero que no aporta grandes novedades narrativas ni argumentales e inferior al anterior acercamiento de Oliver Hirschbiegel al tema, la espléndida El hundimiento.

Advertidos ya de la escasez de novedades reseñables, es de justicia señalar cierta vocación de estilo e interés por huir de fórmulas trilladas, algo plasmado en la manera de acercarnos una historia que, en lo sustancial, resulta sobradamente conocida.

Georg Elser, joven carpintero y músico aficionado de profundas convicciones religiosas y moderado interés por la política, es detenido como autor de un atentado acontecido en Múnich en 1939, que se cobró la vida de ocho personas y que tenía como finalidad acabar con Hitler y la cúpula dirigente nazi, objetivo fallido al acortarse la intervención del Führer en el mitin y abandonar el lugar antes de lo previsto (los 13 minutos a los que hace alusión el título en la versión española). Elser es sometido a brutales interrogatorios y torturas para arrancarle una confesión a la que inicialmente se resiste, pero a la que acaba sucumbiendo, pensando que esto pondrá término a sus padecimientos. La realidad es que estos no han hecho sino comenzar, ya que las autoridades se niegan a aceptar que un plan tan minucioso sea la obra solitaria de una persona con modesta formación y ajena a militancias partidistas fervorosas.
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Aquí es donde la película evita transitar por territorios facilones, como podrían ser las menudencias del atentado y sus preparativos técnicos, apostando en cambio por mostrarnos la toma de conciencia de un joven con las preocupaciones inherentes a su edad y condición social (divertirse, flirtear con chicas e intentar labrarse un porvenir laboral, principalmente), recurriendo para ello a constantes flashbacks propiciados por los incisivos interrogatorios a los que le someten dos mandos policiales de personalidad antagónica: un oficial duro, pero predispuesto a dar por buena su versión de los hechos ante la ausencia de fisuras y un exaltado jefe de la Gestapo empeñado en lograr que Elser involucre a otras personas para así satisfacer los deseos de Berlín por convertir la aventura de un lobo solitario en una conspiración de mayor alcance.

Pasamos así a ser testigos del cambio de mentalidad producido en un muchacho que se mantiene al margen de las convulsiones políticas y sociales de su tiempo para posteriormente llegar a convertirse en un antinazi convencido de que el bienestar de la nación y sus sueños personales solo podrán alcanzarse eliminando al líder que ha sembrado en el país la semilla del totalitarismo y el odio. Este proceso de concienciación es paulatino y aparece entremezclado con pasajes cotidianos de su vida: sus actividades como artesano y músico, su complicada situación familiar con un padre alcoholizado y una madre distante en exceso, la detención y encarcelamiento de íntimos amigos por su oposición a la dictadura, sus amoríos con Elsa, una mujer casada con un maltratador afín a los nazis… Es esta última historia la que mayor peso adquiere, hasta llegar a ocupar la práctica centralidad del relato.

La película no alcanza las dos horas de duración, aunque podría haber sido aligerada de un cuarto de hora sin resentirse por ello. No creo que estemos ante una obra destinada a figurar en antologías o listados compilatorios de lo mejor del género, pero sí ante un film muy digno, magníficamente interpretado por Christian Friedel, bien arropado por una solvente batería de secundarios y con una lograda recreación de la vida rural en la Alemania de los años 30, lejos de los centros de poder y de la toma de decisiones. Virtudes más que suficientes para convertirla en una sugerente y recomendable propuesta que nos permite conocer un poco mejor una infame época en que gentes con el actual estatus de héroes eran considerados como delincuentes y villanos simplemente por el execrable delito de combatir la iniquidad y tiranía.
5
19 de abril de 2015
25 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
1938, Munich. Un personaje anónimo termina a escondidas los preparativos de lo que parece la instalación de una bomba en una cervecería. La misma que en unas cuantas horas acogerá un mitin del partido nacionalsocialista entre los que se encuentra Adolf Hitler como orador. Nuestro protagonista trata de huir hacia la frontera con Suiza pero es atrapado antes de lograrlo. Poco después la bomba estalla y rápidamente se relaciona a este induviduo con el atentado del que Hitler, el objetivo principal, ha sobrevivido al salir de la misma 13 minutos antes de la explosión. El nombre de la persona tras todo este plan es Georg Elser, y es durante su interrogatorio, y a través de diferentes flash-backs que conoceremos a este personaje, la evolución de la sociedad alemana en la década de los años 30, y lo que le motivo a llevar a cabo el intento de asesinato de Hitler.
11 años después del éxito de El Hundimiento, Oliver Hirschbiegel vuelve a Alemania tras un tiempo en Reino Unido probando suerte, sin demasiado acierto, con títulos como Invasión, Diana, y algunos capítulos de la serie Los Borgia. De todo esto podría salvar la aceptable Cinco minutos de gloria, con Liam Neeson. Cuesta creer que un director que apuntaba tan lejos con cintas como la primeramente mencionada, o El Experimento, tuviese tan difícil presentar algún proyecto decente (aunque tampoco tanto si pensamos en Florian Henckel von Donnersmarck). Parecía que su regreso a casa con una historia tan interesante como la del atentado en la Bürgerbräukeller en 1938 por parte de Georg Elser nos devolvería al Hirschbiegel de hace una década. Ahora os puedo decir que si bien se ha acercado bastante, no ha sido suficiente.
Nos encontramos ante una película de gran factura técnica. Un trabajo de producción exquisito que nos lleva realmente a la Alemania de los años 30. El reparto, encabezado por Christian Friedel y Katharina Schüttler (perfectos en sus respectivos papeles) está a la altura de una historia como esta. En todo eso no tiene nada que envidiar a otros títulos de temática similar como El Hundimiento, Valkiria, o la serie de televisión Hijos del Tercer Reich. El problema radica en el desarrollo de la historia. Tanto el director como los guionistas deciden presentar en los primeros cinco minutos de la cinta la razón por la que Georg Elser pasó a la historia, la explosión de la Bürgerbräukeller, para continuar las casi dos horas restantes centrados en los duros interrogatorios a Elser, como los motivos por los que llevo a cabo el atentado. A través de los diferentes flash-backs que se nos presentan a lo largo de la cinta, poco o casi nada vemos de la preparación del atentado, que puede llegar a resultar lo más interesante, salvo al protagonista ojeando un par de mapas, revistas, y diseñando la bomba. En vez de ello, la historia se centra mucho más de manera inecesaria en la historia de amor entre Elser y una joven casada de su pueblo llamada Elsa. Si bien resulta de agradecer un cierto riesgo a la hora de presentar historias tratando dar un toque de personalidad a la misma, dudo que el planteamiento seguido en esta película sea el adecuado.
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De haber seguido una línea argumental seguida, presentándonos al personaje, centrándose en la situación del país, la necesidad de acabar con Hitler, todo el desarrollo del atentado, y la captura posterior (por este orden) nos encontríamos ante una cinta más interesante que seguramente captaría la atención del espectador con algo más de éxito. La cinta que nos queda es únicamente un interesante documento reivindicativo sobre la historia de otro héroe más que trato de acabar con la vida de uno de los mayores monstruos de la historia sin éxito, y que murió por esta causa.

http://solocinealeman.blogspot.de/
6
27 de junio de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
13 minutos. Ridícula cantidad de tiempo que pudo haber cambiado el signo de la historia universal. No se sabe qué hubiera pasado después, pero lo que es seguro es que hubiera sido diferente.

Basada en esta idea, “13 minutos para matar a Hitler” ahonda en la historia de un carpintero anónimo que estuvo cerca de lograr su plan. No es el primer film que desarrolla esta idea para acabar con Hitler, pero si es de los pocos que lo hace de una forma tan humana, desde el punto de vista de una sola persona sin más apoyo.

Es aquí donde la película se sale de lo rutinario en el hecho de presentar el intento de una persona que veía injusticia tras injusticia en el pequeño pueblo en el que vivía, y quiere acabar con ella. Es cierto que la película avanza por el camino previsto, sin enormes sorpresas. No intenta encontrar nada nuevo, solo desarrollar su idea, y esto no se le puede reprochar: consigue que el espectador permanezca atento al argumento y a cómo el protagonista hace lo que hace a pesar de su conocida rutina.

La película comienza su narración por el final, con el fallido atentado, y es a partir de ahí donde construye el relato de un personaje anónimo, que es apresado y del cual mediante idas y vueltas entre pasado y presente, conocemos su historia personal y la de algunos que le rodeaban. Poco a poco conocemos motivaciones y sentimientos de su vida que le llevan a hacer lo que hace, todo con una amena narración.

Al final la película es estimable y aunque, no nos presenta nada nuevo y sólo se limita a contar la historia, tiene el mérito de hacer bien lo que se propone, de ser honesta y de exponer de manera clara y concisa este pedacito de historia que podría haber cambiado la Historia.
7
10 de marzo de 2016
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que nací y hasta una edad bastante avanzada he estado bajo el paraguas de mi madre, una mujer sin estudios, ignorante en muchos aspectos, extremadamente ingenua en ocasiones y a la que tengo la costumbre de tomar el pelo con mi sorna y continua ironía. Ella, a pesar de conocer sus limitaciones, explotó todas sus cualidades para que tanto a mi hermana como a mí nunca nos faltara de nada. Siempre atenta, voluntariosa, la primera para ayudar y sacar adelante cualquier cosa por complicada que esta fuera. De ella puedo asegurar que tengo algunos rasgos de personalidad que inevitablemente se transmiten de padres e hijos y de los cuales hago gala en más de una ocasión. Sin embargo son mayoritariamente de mi padre los gestos, las inquietudes y las aficiones que quedaron grabadas con mayor ahínco. Él fue el que me transmitió la pasión por la música, la lectura, el cine…fortalezas que han hecho de mí una persona con ciertas capacidades e inquietudes.

Algunos de los detalles que recuerdo en muchas ocasiones son las frases que de manera continuada usaba para expresar su enfado, su alegría o cualquiera que fuera su estado de ánimo. Frases que de manera inconsciente sembraron mi personalidad y que habitualmente salen a relucir en mi lenguaje más de andar por casa. Una de esas frases o dichos es ‘hasta el más tonto hace relojes de madera’, frase que, como la mayoría sabrán, viene a indicar o expresar de manera coloquial que hasta las personas menos preparadas son capaces de realizar grandes logros, resultando éstos sorprendentes. Pues bien, dicha frase, aunque tomada desde el respeto e incluso desde la admiración, resulta francamente apropiada para hablar de ’13 minutos para matar a Hitler’, película dirigida por Oliver Hirschbiegel que rebela la tremenda y semi desconocida figura de Georg Elser, el campesino carpintero y relojero alemán que estuvo a punto de librar al mundo de la persona más infame de toda la historia y de evitar así cerca de 45 millones de muertes. El sólo. Casi lo logra. Mi enorme admiración para Elser.

El realizador alemán Oliver Hirschbiegel vuelve a retomar con ’13 minutos para matar a Hitler’ la que puede resultar su temática preferida: la II Guerra Mundial y la figura de Adolf Hitler. Si en 2004 nos mostraba de una manera intensa y opresiva los últimos días del tercer Reich así como de la magnética figura del führer en ‘El hundimiento’ (magistral la composición que hace Bruno Ganz del dictador), ahora nos muestra un segundo capítulo (tiene en mente la realización de un tercer film que complete la trilogía) sobre la Alemania nazi, sacando a relucir uno de los capítulos que más vergüenza ha generado siempre en la rama intelectual alemana en los últimos 80 años: el intento de asesinato de Hitler en el 39. Y digo vergüenza porque es la sensación más extendida en gran parte de la Alemania que años más tarde vería como casi todo el mundo miraba para otro lado tratando de salvar su piel por encima de cualquier otra cosa. Digo casi ya que Elser no. En su criterio primó el bien común por encima del suyo propio cuando detectó la magnitud del problema que tenía en casa, el problema de la aparición y dominio del nacionalsocialismo alemán y la figura del magistralmente satirizado por Charles Chaplin, Adolf Hitler.

La película resulta francamente interesante y muestra a todo el mundo un capítulo intencionadamente oculto en la memoria y que Hirschbiegel pone sobre la mesa: aprender de los errores pasados en tiempos donde parece florecer de nuevo la extrema derecha más beligerante y activa.

El film, a través del guion que tanto Leónie-Claire Breinersdorfer como Fred Breinersdorfer han realizado (Fred, autor del guion de la notable ‘Sophie Scholl’ y padre a su vez de Leónie-Claire), comienza con la colocación y explosión del artefacto manual que Georg Elser pensó para liberar al mundo de la no solo la figura de Hitler sino de toda la cúpula del Tercer Reich y que no surtió su efecto por tan solo 13 minutos. A partir de ahí la película recorre dos caminos temporales de manera paralela. Por un lado el futuro de Elser y su apresamiento por las SS, y por otro el pasado del carpintero que refleja el cambio que sufrió la sociedad y sobre todo el mundo obrero a raíz del auge del nacionalsocialismo promulgado por Hitler y su mein kampf.

A la película quizás se le puede achacar poco lucimiento visual, así como una excesiva parsimonia en ciertos aspectos menos relevantes, pero sin embargo luce con aplomo en un par de momentos que quedan grabados en la memoria a través de su exposición y filmación así como un estilo casi documental francamente efectivo. Protagonizada por Christian Friedel en la piel de Elser, Katharina Schüttler como Elsa y Burghart Klaußner como Nebe, el film se rebela como la presentación de una mente clarividente, un auténtico visionario, un obrero de mente libre que adivinó a través de su experiencia propia lo que el nazismo iba a provocar en Alemania y en todo Europa de seguir con sus planes de dominio y exterminio.

Un film intenso, interesante, fidedigno y bien interpretado que emerge por encima de atracos (‘Cien años de perdón’) y músicos veteranos con espíritu de redención (‘Nunca es tarde’), que coincide casualmente en cartelera con otro film que muestra la tragedia del holocausto judío y sus repercusiones (‘Remember’). Para mentes ávidas de conocimiento y con ganas de descubrir grandes personajes del siglo XX, en concreto el de un obrero carpintero, un relojero que para lamento de todos no logró hacer ese gran reloj de madera que todos hubiéramos deseado.

Lo mejor: Conocer la figura de Elser. La crudeza y realismo de lo que se muestra. El notable y muy interesante desenlace.
Lo peor: Una parte central donde baja de interés.

Valoración:
Banda sonora: 6
Fotografía: 6,5
Interpretación: 7,5
Dirección: 7
Guion: 7
Satisfacción: 8
NOTA FINAL: 7

@hilodeseda - www.habladecine.com
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