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Tenchu!

Acción. Drama Okami Izo (Shintarô Katsu) es un asesino profesional al que no le preocupan las razones por las que sus victimas deban morir. Trabaja a las órdenes de Takechi (Tatsuya Nakadai), que lo trata como si fuera su perro. Por su parte, Ryoma (Yûjirô Ishihara) intenta velar por su bien y alejarlo del camino del crimen. En su vida hay también una mujer, Onimo (Mitsuko Baisho), que se convierte en su verdadero refugio. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
8 de julio de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitokiri, fue una organización que se dedicaba a asesinar, bajo el liderazgo de Takeshi Hampei en favor del Emperador Meiji, entre dos de los cuatro miembros que conformaban la organización se encotraban Kawakami Gensai el cual es el protagonista del manga y el anime "Kenshin, El Guerrero Samurái" re-bautizado como Kenshin Himura y el protagonista que nos atañe, el subversivo Okada Izo, que también aparece en el anime bajo el nombre de Udo Jin-e y del que años después Takashi Miike le rendiría su particular homenaje en la homónima "Izo", retratándolo como siempre estuvo considerado, como un monstruo, o como decían los japoneses, como un demonio.

A Izo, demasiado descarado, borracho y osado para ser samurai le tocó vivir una de las épocas mas convulsas de la historia de Japón ya que a las tradicionales disputas entre clanes, se le sumaria la llegada de barcos Europeos que sembraron la incertidumbre en el país, que en caso de guerra, no hubiese tenido medios para defenderse y de ahí las primeres aperturas del país nipón al mundo exterior despues de la guerra Boshin; circunstancia que apenas se menciona en "Hitokiri".

Dentro del clan Tosa, Izo solo era un arma, su inteligencia brillaba por su ausencia, pero su eficacia como asesino estaba fuera de toda duda, un personaje atormentado y sacudido por su propia ineptitud como pieza dentro del organigrama del ávido Hampei.

"Hitokiri" nos muestra a Izo, como un brutal asesino, satisfecho de serlo, y engreído a la vez que su fama crecía, la historia en si, para el espectador normal no pasará de una serie de asesinatos, traiciones y baños de sangre, entremezclados con el drama personal de Izo que se debatirá entre sus obligaciones y su perdida de identidad, hechos que entretienen sin mas, aún así, los efectos están mucho mejor conseguidos y son mucho más verídicos y creíbles que las cualquier superproducción épica de hoy en día.

Pero el verdadero valor de "Hitokiri" se encuentra en la conexión entre una crónica digna de lo que un día fue una de las fracciones con mas repercusión de finales de la era Tokugawa (periodo Bakamatsu) con brochazos de historia corta y escasa pero característica, y sus hazañas, lo que hace que ensamblado a las dosis de entretenimiento antes mencionada conformen una producción seria, contundente y muy madura con una ambientación y recreación cuidados al detalle, hablar de las actuaciones es hablar de Nakadai y de Katsu, lo cual es hablar del segundo y tercer actores (respectivamente) mas representativos, del cine de samuráis.

"Hitokiri" es una película de japoneses para japoneses y no son pocos los detalles que se nos escaparan a nuestros occidencializados ojos, pero que en ningún caso supondrá un impedimento para su visionado.

Como película en general muy buena, como película de samuráis, una de las mejores.
Arakiri
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13 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se han llegado a hacer muchas películas basadas en historias de pobres samuráis en el paro, personajes que malviven en época de paz y que por lo general caen bien. Indudablemente el género trata muy bien a los ronin, tal es el caso de Izo Okada en la película "Tenchu!" caracterizado por un excepcional Shintaro Katsu. Todo aquel que haya curioseado por este tipo de cine se habrá topado más de una vez con el caso de alguien que no siendo campesino vive casi en la miseria, arrastrando deudas y con poco más que hacer que caer en la depresión. "Tenchu!" tiene cosas que a todos nos pueden sonar, pero eso no le quita valor alguno: la película tiene un plan desde el primer minuto hasta el final, es coherente y está bien hecha.

Sale Tatsuya Nakadai en un papel maravilloso y aunque no aparezca Mifune no creo que se le eche de menos, el mencionado Shintaro Katsu está a la altura. La evolución del personaje protagonista es muy interesante, sus diferentes contextos, su determinación con la katana y sobre todo, aquí entra en juego la labor de Hideo Gosha, una estética para llorar. Para los seguidores del género (y ahora aporto seguramente lo que creo que es más importante) ha de ser imprescindible. Yo he llegado tarde, los grandes títulos del género, más conocidos, hacen que inevitablemente "Tenchu!" quede a la sombra. Y no es justo, es buena y merece más reconocimiento, al menos desde nuestro mundo occidental.

Puede que en algún momento la trama de la película se haga demasiado liosa, con demasiadas terceras personas que se nombran sin estar presentes... Pero cuando la sangre se desborda, y de qué manera tan bella, todo se perdona. El principio y el final, lo mejor. Y por encima de todo, el maravilloso color.
Luisito
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11 de junio de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Increíble pelicula japonesa de una crudeza super exagerada. Con una actuación descomunal del actor, director, Shintaro Katsu. Te engancha y quedas como hipnotizado ante la historia hasta que termina. Con esta película se dio a conocer este gran actor. Un guion creado por el guionista principal de Kurosawa.
amarin
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6 de marzo de 2024
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No se cuentan muchas historias sobre vagabundos, sin embargo esta merece la pena. "Torazo" es, en efecto, un vagabundo, que deambula cerca de la costa de Yasato alrededor de 1.865. A nadie le importa.
Pero si terrible aspecto y su vacía mirada esconde un pasado sorprendente, lleno de emociones tanto como de tragedias. Y es que en realidad él es Izo Okada...

Quienes tengan interiorizada la cultura de Japón conocerán ese nombre y todo lo que hay tras él. En una época donde en el país la apertura hacia el resto del Mundo se encontraba a la vuelta de la esquina, finalizando la ancestral política aislacionista y así el "glorioso" periodo Edo, Okada sirvió, por medio de su espada, a las causas más cruentas de aquellos que apoyaban la llamada filosofía "sonno-joi" (la expulsión de lo extranjero y la restauración del dominio imperial). Pendenciero, despiadado y de afición al alcohol y a las mujeres, alguien como él no tendría mucho futuro en un presente tan sombrío y cambiante.
Y aunque sería más lógico contar la historia de esta época concreta desde el punto de vista de Takechi Hanpeta, obsesivo defensor del "sonno-joi" y fundador del grupo terrorista Tosa Kinno-to, no hay más protagonista en la presente "Hito-kiri" que Okada. La razón es que iba a encarnarle Shintaro Katsu, entonces también productor independiente, decidido a protagonizar la gran epopeya de su carrera cuando Fuji TV anunció a bombo y platillo su segundo proyecto cinematográfico tras el reciente exitazo de "Goyokin", donde Hideo Gosha podría por fin cumplir su sueño de trabajar en colaboración con Daiei, la compañía experta en cine histórico.

Por desgracia su condición de realizador televisivo le iba persiguiendo, y salvo el cálido recibimiento de Tokuzo Tanaka y Kenji Misumi, todo fueron miradas por encima del hombro y palabras de menosprecio, pero pronto este rechazo hacia él empezó a disiparse una vez la producción se puso en marcha, siendo todos testigos de su maestría tras la cámara. Resulta curioso ese inicio, que por su tono humorístico parece pertenecer más bien a Kihachi Okamoto, sin embargo esto no deja de ser una gran tragedia. El personaje de Okada es el que crea la disonancia.
La razón es que Shinobu Hashimoto, en lugar de atenerse a las descripciones históricas, se ha dejado influenciar por el relato de Ryotaro Shiba, donde, el que fuese uno de los más temidos y sanguinarios espadachines entre las eras Manen y Keio, aparece transformado en un paleto sin mucho sentido común y unas ambiciones imposibles de cumplir. En manos de Katsu recuerda (en físico y carácter) al Kikuchiyo de "Los Siete Samuráis", que destacaba como un impulsivo bufón frente al resto; en este caso el grupo es el Tosa Kinno-to y quien lo comanda Tatsuya Nakadai, gélido y misterioso, en el papel de Hanpeta.

Hashimoto cubre una gran distancia, desde la entrada de Okada en sus filas hasta su condena, pero éste se toma licencias con respecto al texto original igual que Shiba con respecto a la veracidad histórica. Gracias al punto de vista de los dos escritores Gosha construye una parábola de la desgracia humana al sobreponerse las aspiraciones a la cruda realidad (éste, y no por casualidad, veía en el protagonista un buen reflejo de sí mismo); Okada despierta como asesino al presenciar la muerte del gobernador de Tosa, Toyo Yoshida, defensor de la apertura comercial a las naciones extranjeras.
Esta fue la primera escena en filmarse de la producción y la que pone de manifiesto el talento único del director para los combates con katanas. Bajo una pesada lluvia, en la oscuridad de un callejón, un asesinato sucio y cruel; la cámara se mantiene durante unos segundos a la altura de los ojos de Yoshida, para que su mirada atraviese al espectador. En una esquina Okada observa poseído por una extraña sed de sangre al ritmo del mantra "ten-chu" (el castigo divino), y Gosha, cual Hitchcock, nos hace cómplices del crimen, atraídos por la carnicería. El impacto de la violencia que genera violencia, algo muy presente en su cine.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

"Hito-kiri" alberga esa lucha tan habitual de Gosha: la del miserable contra un gobierno de poderosos y corruptos, y contra los giros de un destino siempre cruel. La lucha de Okada es todo un imposible, pero su condición de mártir toma más importancia de la que tuvo (en la vida real acabó siendo considerado un cobarde por denunciar a sus compañeros bajo la tortura a la que le sometieron en prisión; aquí todo es mucho más dramático y digno).
El tono crepuscular se impregna en cada milímetro del plano, que realza Fujio Morita con los colores marrones, naranjas y rojos de su bella fotografía. El film simboliza ciertamente el final de una era, la del "jidai-geki" moderno, tal como la historia que cuenta es sobre el fin del periodo Edo, y a su vez presagia el fin de Mishima; un canto apocalíptico y triste, en todos los sentidos, de anti-héroes traicionados y esperanzas perdidas, asimismo uno de los mayores éxitos del cine japonés de la época.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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7 de abril de 2024
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Sin duda una de las mejores películas de Hideo Gosha y una puerta a uno de los eventos más interesantes de la historia japonesa: el fin del periodo Edo y la leyenda de los Cuatro Hitokiri del Bakumatsu.

Seguimos a Okada Izo, uno de los cuatro hitokiri, famosos espadachines/sicarios/terroristas afines a la figura del emperador, que aprovechaba la inestabilidad del periodo Bakumatsu para tocarle los huevos al shogunato Tokugawa y hacerse con el poder. Como cualquier secta terrorista, su modo de obrar es el de asesinar a altos cargos afines a la oposición. Cien años antes de los coches bomba, los conspiradores necesitaban de expertos espadachines para llevar a cabo sus matanzas con relativa discreción.

El retrato de Izo es de lo mejor de la película. Shinobu Hashimoto escribe un personaje medio cordero manipulable por su maestro, medio oportunista, engreído y codiciones. Interpretado de forma histriónica por un genial Shintaro Katsu, que toma distancia del serio Zatoichi que le dio a conocer. Izo es arisco, marcadamente estúpido pero bárbaro a la hora de matar. No vemos tanto una espada certera como un matón sediento de sangre que, por el motivo que sea, ha llegado a ser una leyenda hasta el punto de que la gente se sorprende al verlo en persona.

El ambiente conspiranoico también está logrado. Las víctimas mueren a traición, torturadas, por la espalda, a manos de amigos y con el lodo adornando sus pútridos cadáveres. Los "héroes del emperador" no dudan en traicionarse entre ellos para obtener el favor de su excelencia. La casta samurái, absorta en su clásico orgullo e hipocresía, pierde el tiempo con su cuerpo policial contraterrorista que causa más problemas de los que soluciona. Los peones, de cualquier bando, son los que cargarán con las consecuencias.

El mayor exponente del sórdido mundillo es Takechi Hampeita, tutor de Izo y un arribista cruel, manipulador y de esos que reúnen todas las virtudes de un buen político, en el peor sentido de la expresión. A veces parece empático, a veces parece frustrado, pero la mayor parte del tiempo permanece inexpresivo, calculando su próximo movimiento con paciencia y mucho, mucho cinismo. Interpretado de forma magistral por el maestro Tatsuya Nakadai, en uno de sus mejores papeles jamás hechos.

Seguiré un poco más en la zona spoiler, pero antes mejor os hablo de las coreografías de pelea, que es algo que a Gosha siempre se le dio bien. La modernidad de final de los sesenta permite una violencia mucho más explícita, con mangueras ocultas que escupen sangre falsa cada vez que el acero corta sus miembros y cabezas. A eso sumamos unas peleas de espadas muy bien pensadas y diferentes según en el entorno, y nos queda una de las mejores películas de samuráis a nivel marcial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juan Alegre Arnau
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