He de confesar no soy gran fanático de Guilermo del Toro. La razón es que en su filmografía abusa de los personajes caricaturescos; está el personaje amigable, chistoso, tartamudo, el malvado, el genio incomprendido, etc., sin ningún tipo de control. Desde su alabada "El Laberinto del Fauno", pasando por "Pacific Rim". Pero en su mas reciente película nuevamente recurre nuevamente a su peculiar galería de personajes, plenamente justificados, para contar esta fábula tremendamente actual para nuestros tiempos logrando su mejor trabajo desde "El Espinazo del Diablo" (2001).

Y ahí estan: los oprimidos y el opresor. La discapacitada (una genial Sally Hawkins), la afroamericana, el homosexual (Richard Jenkins en un gran personaje) y el extranjero; bajo el yugo del americano rubio, intransigente y aparentemente respetable. Todos girando en torno a una extraña criatura. Sea a propósito o no, Guilermo del Toro crea a partir de esto una atípica historia de amor con todas las connotaciones antes mencionadas.

Con grandes valores de producción (la fotografía y la música excelentes), el realizador se percibe en pleno dominio de su oficio con honestidad. Muy recomendable.

Así reza una de las frases del recordado personaje de Heath Ledger en "El caballero de la noche" (2008). La pregunta queda plenamente respondida en esta descarnada y cruda versión que hace Todd Phillips del enemigo por excelencia de Batman. Es difícil ver en estos días que una película literalmente machaque, devore y digiera a su protagonista como se muestra aquí, y eso ya es un decir.

Esta justificado el alboroto provocado por el filme ya que no solo se encargan de provocar al espectador si no también a Arthur Fleck como si fuera un organismo vivo y no como mero personaje de comic. Su dolor es extremadamente palpable y se sirve de esto el director para que en base en estas provocaciones monte con estilizada violencia secuencias brutales y cargadas de dramatismo proponiendo interrogantes actuales; enfermedades mentales, marginación, desesperanza.

Obviamente se requería de un actor capaz de calzarse tales botines sin caer en la exageración histriónica. Con Joaquin Phoenix a la cabeza era difícil no ser decepcionado pero aun así su estupendo trabajo no deja de sorprender. Mención aparte la música, llena de dolor, de Hildur Guðnadóttir y el tributo fotográfico que hace Lawrence Sher al cine de los setentas al mismo tiempo que es capaz de danzar con el protagonista. Memorable.

Después de sufrir pesar tras pesar en su vida, el director polaco remueve sus recuerdos de infancia para contar la increíble historia de un pianista polaco que sortea de la barbarie nazi gracias a determinación, sed de vida y a mucha, muchísima suerte.

Generalmente aquí en México como público algunos requieren de ciertos elementos para hacer mas llamativa una película. Spielberg utilizó acertadísimos valores de producción, música y fotografía para enmarcar "La lista de Schindler"". Lo que hace Polanski es retratar la cruda verdad con cero artificios, camara en mano, secuencias sin música y dialogos simples de supervivencia que parecieran fáciles pero que sólo los grandes pueden hacer. Adrien Brody y Thomas Kretschmann hacen un tributo a la contención actoral que redondea una pieza cinematográfica simple para los estándares actuales pero de gran poder dramático.

En pocas palabras: Un filme sobre el holocausto por uno de sus más sonados protagonistas apoyado por una gran encarnación de Adrien Brody, la foto ocre de Edelman y el gran poder escénico que le imprime Polanski a las secuencias.

Lo mejor: La secuencia del encuentro entre el moribundo pianista y el altivo alemán; y la escena del histórico levantamiento polaco... desde una ventana.

Lo peor: Que todo fué verdad.

Había visto "The new world" (2005) y quise ver el trabajo previo de Malick. Regresar 20 años después y salir de su vida en las aulas universitarias para dirigir una obra que quizá para los amantes del cine comercial les resulte aburrida, pero lo que hace Malick, intercalar la voz en off de los personajes con imagenes tan inquietantes como sugerentes, actuaciones convincentes (Penn con excepcional congoja, Caviezel buscando bondad, Nolte brutal), la fotografía de Toll y la música de Zimmer con los cantos polinesios dan como lugar a un mensaje claro; la guerra no puede enorgullecer a nadie (la secuencia final del embarco con soldados aturdidos lo dice todo).
A 10 años la película no deja de sorprender a quien la descubre.

Habrá quien dirá que se había hecho algo similar antes ("Barril de pólvora", "París, Texas"), que la película sentó las bases de nuevo cine mexicano, habrá quien dirá que es "Tarantinesca" o "Buñuelana", quizá habremos algunos que le celebremos a Iñárritu el que haya incluído algunos de sus famosos "spots" publicitarios amén también de ese epílogo final. "Amores Perros" es eso y más, una película en que lo más importante son los personajes, capaces de dejar sangre y trozos de carne al caminar. Realmente se puede escribir y escribir sobre ella, pero nada se iguala a la sensación que deja al final.
Curiosamente Luis Buñuel 50 años antes plasmó una pequeña radiografía de la ciudad en "Los Olvidados" y medio siglo después conmociona Iñárritu con la suya: un coctel molotov de amor, sexo y violencia. Definitivamente la mejor película del cine mexicano contemporáneo.