Qué buena la idea inicial y qué manera de fastidiarla: argumentaciones (que no argumentos) infantiles, incontables repeticiones de todo lo repetible, juegos naive con emociones... Ay, la perrita caniche Suki de la ciudad! Cómo sufre, cómo no logra adaptarse a su nuevo, cruel y hostil hábitat! Cómo su flaco (o más bien fláccido por los años pasado en el sofá) cuerpito tiembla cuando tiene que beber agua de un charco!!! Menos mal que al final a Suki se la comen otros perritos más inteligentes y mejor adaptados a la nueva Tierra sin habitantes.

Mi última observación después de la muerte de Suki es que si se hace una película titulada "La Tierra sin habitantes" no es muy inteligente hablar en ella casi exclusivamente de Estados Unidos y Canadá. Ohh, es una coproducción americano-canadiense? Qué casualidad, verdad?

Es una lástima que películas con gran potencial de salirse del saco de pelis ecologistas odiadas por todo el mundo acaben compartiendo el mismo destino de niñerías. Lo cual no es bueno porque su mensaje, sinceramente, lo considero sumamente importante. ¿Pero por qué lo tienen que dar de esta manera??

La culpa de todo la tiene Suki.

A partir de una cierta edad puede que los más neuróticos entre nosotros desarrollemos la manía de tener que verle la cara a la gente que nos lleva de memorables viajes literarios y cinematográficos. Acabo de volver del cine y googlear a Wes Anderson, que parece un tipo simpático: lleva media melena sin que parezca que tenga mucha idea de qué hacer con ella (con lo cual le queda bastante mal) camina desgarbado y tiene la mirada de un pijo convertido a gracioso.

Pues este hombre, a pesar de haber estudiado en un colegio privado, demuestra la agudeza de un indigente que en la vida lo ha visto todo, el sentido de humor de un divorciado múltiple y la sensibilidad de una pitón que acaba de abandonar su piel vieja en un contenedor de reciclaje en Alcalá de Henares. Y no sólo esto, sino que además sabe sacar adelante buenas historias, enraizarlas un ambiente original y cautivador, y dirigir a una orquestra de actorazos que, mansos como unas ovejitas hollywoodianas, cumplen con las órdenes de este hijo de una arqueóloga convertida a agente inmobiliaria.

El personaje de Wes Anderson que me acabo de crear a base de Wikipedia y Google Images me parece igual de suculento que su obra, así que recomiendo encarecidamente esta película a todos los fans de Herzog, Truffaut, Allen, Winterbottom o los Coen. Que conste que no traigo a colación estos nombres para que vayamos de cultos sino por dos razones concretas. Primero, porque la poca memoria que me queda sólo me da para recordar a unos pocos: los que han conseguido acampar en mi cerebro en medio de unas neuronas destruidas por los smartphones y la prensa española. Segundo, porque creo que el registro de Wes Anderson no debe de gustarnos a todos y, lógicamente, habrá personas inteligentes, simpáticas y sexualmente atractivas que no conecten para nada con su humor tierno y surrealista y su estética colorista.

Así que, personalmente y sin más razones de peso, pongo un diez porque a mí en la película me ha gustado todo y porque hoy en día pagar diez euros por 100 minutos de bienestar emocional e intelectual me parece un muy buen negocio.

No sé qué es peor: el argumento infantil (los especuladores ricos son malas personas pero también son infelices porque en vez de entregarse al amor verdadero practican sexo alienado), los diálogos (profundidad de un adolescente: "Por qué quieres matarme? - Porque así mi vida cobra sentido") o los actores (es la primera película del héroe de Twilight y de Hola que he visto y su actuación de muñeco de madera me ha dejado sin habla).

Aunque de hecho lo peor es que uno no se cree ni un minuto de este crimen a la cinematografía.

Pérdida total de tiempo, dinero y calma mental.

Bueno, ya hace años que el Woody que conocemos ha sido sustituido con un alien que hace películas muy diferentes de lo que el maestro hacía hace unos años (algo que por otro lado encuentro legítimo si la gente se lo traga). Como "Midnight in Paris" y otras grandes obras de este Woody 2, la película no tiene mucho sentido y parece que se ha hecho muy rápido y muy por encima: poca coherencia entre las escenas y los personajes, la interpretación a veces muy forzada, escenas inútiles, fragmentos de trama sin venir al caso, etc.

Aun así he puesto un cinco porque en muchos momentos me ha hecho gracia y no da tanta vergüenza ajena como las últimas. Si uno se la toma como una colección de sketches y diálogos divertidos se lo pasará bien. Vaya, que me he reído mucho y algunas veces incluso a carcajadas.

En resumen, una película regular de un gran director que no es dinero perdido (no se puede decir lo mismo de muchas películas supuestamente buenas de otros directores).

Encontrarás de todo: niños africanos muriendo (a manos de hombres malos), niños daneses maltratados (a manos de compañeros de colegio malos), hombres suecos pegados (a manos de hombres daneses malos), divorcio doloroso (incluye todos los diálogos del tipo "pensaba que nosotros éramos diferentes"), muertes por cáncer, violaciones, infelicidad.

Tanto drama y ni un diálogo auténtico, ni una escena original, ni una pizca de inteligencia.
Escandalosa.