Una auténtica basura propagandística. Un personaje ridículo es aupado a la presidencia de su país porque alguien le graba durante una diatriba hacia los políticos. Ahí queda eso. No esperes un discurso creativo, ácido o mordaz, no... simplemente es una concatenación de insultos soltados sin un solo ápice de gracia. Imaginar que un país votaría a un tipo que parece un borracho de bar es tan increíble que - oh, espera! - solo puede pasar en el mundo real.
De verdad, de vergüenza ajena. Y que aprovechen este momento para distribuirla en España para vendernos a su protagonista no es más que la constatación de la burda propaganda que es.

Siempre me han apasionado las películas malas. Detrás de ellas está el trabajo y la ilusión de muchas personas. Personas sin talento, pero cargadas de ilusión. Troll 2, Manos, Plan 9... en todas ellas encuentro una ilusión y unas pretensiones que van más allá del presupuesto y del talento de sus participantes. Pero nada de eso encuentro en The Room. Es una película nefasta en todos los sentidos... de hecho no es ni una película: es una concatenación de escenas incómodas, ridículas, aburridas y narcisistas en las que actores de academia desganados sueltan frases sin sentido. A la media hora ya te has aburrido de la gracia que hubieses podido encontrar a la factura estilo porno de los ochenta o a las dos escenas seguidas de sexo con penetración a la altura del ombligo.

Lamentable en todos los sentidos. No sirve ni para lo que sirven este tipo de películas: fumarte un peta y reirte de sus defectos.