De la película me quedo con sus preciosas imágenes... tiene planos estéticamente muy atractivos que te sumergen en ese mundo fantástico e irreal.
Visualmente me pareció preciosa sí, pero la película se quedó solo en eso... la historia no engancha nada, llegando a ser aburrida y poco ingeniosa en muchas etapas.
Y Carrey... bueno, se supone que es un tipo tremendamente gracioso pero puede llegar a ser de lo más cargante. Tanto, que incluso me dió la impresión de que la magia inicial del arranque de la película se evapora en cuanto entra Carrey en escena, con su sobreactuación y sus muecas fuera de tono.

Para ver una sola vez.
Lo mejor de todo... los créditos finales.

Le pongo la peor nota posible, todavía recuerdo su visionado como una experiencia dolorosa.

Mi pareja y yo acabábamos de ver la estupenda Chicago de Rob Marshall y nos disponíamos a ver Moulin Rouge, absolutamente predispuestos a que nos gustara.

Pero no llevábamos ni 5 minutos de visionado y recuerdo que le dije a mi compañera:
_ Esto es un churro.
A lo que me respondió:
_ Bueno hombre, pero vamos a verla ya que la hemos alquilado.
Asentí refunfuñando y totalmente desconfiado, no me gustan las películas-anuncio en las que cada plano dura 2 segundos. Eso para mí no es cine, ni arte, ni es original, ni nuevo, ni talentoso... eso para mí es efectismo facilón y resultón de directores cobardes que necesitan filmar a parpadeos de miope para espectadores con un nivel de exigencia ínfimo y paquete de palomitas extra-grande... Perdón, que me enciendo, a lo que íbamos...

Sufrimos la película entera (mi compañera se rindió también a la evidencia), preguntándonos por qué el alcahuete del director tardaba tanto en explicar lo que es el amor, por qué necesitaba 400 millones de micro planos para contar una historia tan vacía y tan insulsa, por qué había
necesitado recurrir a estereotipos tan esperpénticos para provocar, supongo, algo parecido a emociones en los espectadores...

Seguimos sin explicarnos por qué todo el mundo parece opinar que los números musicales (dios, no quiero recordarlos más) son la panacea, están bien rodados y son originales. Un buen puñado de canciones quedaron prostituidas y deformadas de un modo grotesco dando como resultado algo absurdo, doloroso para los oídos, una patada en la bolsa escrotal, un mal sueño...

Nos preguntábamos también por qué este bodrio tenía tanto éxito en las taquillas.
Supongo que el Amooooor vende mucho, claro. Y como el amor es algo muy peculiar, y éste no se puede contabilizar, ni ver, ni tocar, ni sentir cuando no estás en el ajo, pues eso... Que perfectamente puede existir una "película" como esta, que se tira 4 horas seguidas (¿o fueron más? buuuf) machacando lo bonito que es el bendito amooooor hasta volvernos a todos locos.

Quizás estoy ante una joya eterna del arte y me he convertido en un talibán de la cultura. Quizás no la entendí, o soy incapaz de disfrutar con el "nuevo musical"...
Solo sé que desde entonces no puedo con McGregor ni con Kidman. En serio... se convirtieron en dos actores sin gancho para mí. Me caen gordos. :)

Ya sé que la crítica llega con años de retraso, la culpa la tiene un amigo al que tengo por cabal que recientemente me hizo una defensa acalorada de este producto. Sigo sin entenderlo, me estaría tomando el pelo.

¡ VIVA CHICAGO ! ¡ MUERTE A MOULIN ROUGE !

Arte en estado puro.
Eastwood sigue superándose a sí mismo, cosa que creía imposible después de ver los puentes de Madison, y nos atrapa con los puñetazos físicos y sicológicamente desperanzadores de esta nueva obra maestra.
El triángulo protagonista ralla la perfección absoluta con sus interpretaciones de tres desafortunados perdedores. Ver esos duelos interpretativos de los señores Freeman y Eastwood es un regalo para los espectadores, toda una lección de actuación de primerísimo nivel.
Estos dos animales escénicos están a estas alturas más que consagrados... pertenecen por derecho propio al olimpo de los dioses del séptimo arte.
Lo de Eastwood en concreto es impresionante, una evolución en verticalidad permanente y una valiente reinvención de sí mismo.
Hilary Swank nos enamora con el tesón de su personaje, una mujer que lo tiene todo en contra en la vida pero que lucha sin rendirse.

Creo que joyas como Million Dollar Baby nos ayudan a ser mejores personas y a valorar mejor lo que tenemos.
Eterna.

Creo que la fama y los premios que precedían a este título son algo desmedidos. Pero como la ciencia ficción más o menos seria, desgraciadamente, no se prodiga ya demasiado... digamos que Moon no tenía competidoras en lo suyo.

El diseño de la base lunar, de los vehículos, de los trajes de astronauta... todo está cuidado al detalle. La interpretación de Rockwell es correcta, la música un tanto minimalista cumple su objetivo. El ritmo es algo lento sin resultar pesado... Estamos en la luna, de acuerdo.

El espectador que se haga preguntas hipotéticas acerca del argumento viendo esta película dejará de sorprenderse muy pronto. La historia es muy sencilla y deja algunos cabos por atar, pero aún así, el resultado es un producto entretenido que se deja ver cómodamente.