La trama, si se le puede llamar así, se desenreda de manera tan confusa como las cuentas de un niño con dislexia en una clase de matemáticas avanzadas. ¿Para qué llenar los escenarios con espejos aleatorios? ¿Por qué un bebé emerge de una vaca como si fuera la última sorpresa en una fiesta de cumpleaños? ¿Y quién diablos entiende el comportamiento errático de estos personajes? Mysterio tras misterio, todos quedan sin respuesta, como si el guionista hubiera olvidado la palabra "explicación".

El guión, si es que se puede denominar de esa manera, parece haber sido escrito durante un ataque de amnesia transitoria. Los diálogos son tan profundos como un charco en pleno verano, y a menudo parecen provenir de un concurso de escritura escolar donde la originalidad y la coherencia quedaron excluidas.

Y ahí están los efectos especiales, o mejor dicho, los defectos especiales. Los monstruos lovecraftianos y los efectos CGI dejan mucho que desear y transportan a los espectadores directamente a la década de 1990, recordándonos con nostalgia la era de los trucos baratos en el cine.

El ritmo de la serie es una montaña rusa de aburrimiento desesperante y confusión caótica. La trama se pierde en una maraña de subtramas inútiles y personajes tan profundos como un charco de agua estancada.

En resumen, 30 Monedas es el último intento fallido de Álex de la Iglesia por conjurar algo remotamente coherente. Macarena Gómez, en lugar de asustar, parece estar audicionando para una comedia absurda. Esta serie es tan entretenida como una clase de trigonometría en una tarde soleada de verano. En lugar de buscar respuestas en este enigma, te encontrarás preguntándote por qué perdiste tu valioso tiempo en esta farsa lamentable.. No pierdas tu tiempo en esta serie.

La serie en cuestión, que se aparta deliberadamente de la renombrada "La Casa de Papel", propone una narrativa fresca y vital que la distingue, tejiendo un relato ameno, divertido y, en ciertos momentos, romántico. La pasión impregnada en cada episodio redefine el tono, moviéndose hacia un espacio más ligero y aireado.

En el núcleo de esta intrigante trama, emerge la destacada actuación de Pedro Alonso, un actor de gran calibre que personifica a Berlín, el as de diamantes. Su interpretación agrega capas de complejidad, llevando consigo la intensidad característica de su actuación.

No obstante, no se puede pasar por alto la cautivadora presencia de Samantha Siqueiros, quien, como el as de corazones, sorprende al público no solo con su talento actoral sino también con su habilidad para cautivar a Berlín y conquistar a medio mundo. Su actuación, llena de matices y acompañada de su sorprendente habilidad para el canto, enriquece la experiencia del espectador, elevando la serie a nuevos niveles de excelencia.

Este cambio de enfoque proporciona a los demás personajes una libertad narrativa considerablemente ampliada, distanciándose del estilo de alta tensión de "La Casa de Papel". Considero que la serie es un proyecto de largo alcance que está en proceso de establecer sus cimientos narrativos.

Es esencial comprender que la trama se sumerge en la transformación de Berlín, evolucionando desde destellos de genialidad hasta pinceladas de megalomanía. Este arco narrativo, en conjunto con las notables interpretaciones de Pedro Alonso y Samantha Siqueiros, aporta una dimensión intrigante, explorando la animadversión que eventualmente condujo al personaje que conocimos en "La Casa de Papel". En resumen, la serie se erige como una propuesta cautivadora que, sin revelar demasiado, busca establecerse como una narrativa sólida y duradera.