Tras la muerte de su abuela, la pequeña Nelly se traslada con su familia a casa de la fallecida unos días, el tiempo que necesiten sus padres para vaciar la casa. Durante el tiempo que se desarrolla la película, la tristeza está presente, sobre todo en la madre de Nelly, que decide irse y dejar la tarea a su pareja, el padre de Nelly. Es entonces cuando la niña conoce a Marion, de su edad, y físicamente idéntica a ella.

A pesar de que el planteamiento pudiera entrar dentro de la categoría de cine fantástico, el tono realista de la película y la sencillez de la propuesta, permite que el argumento simplemente responda a la fantasía de una niña que ama a su madre, que ve lo triste que está y empatiza con ella a su modo de niña de 8 años: convirtiéndola en su mejor amiga. Se trata de una sencilla fábula que reflexiona sobre las relaciones madre-hija sin caer en excesos. Quizás pueda dar sensación de adolecer de cierta intensidad dramática en la actuación de sus protagonistas, en sus diálogos, o en el uso de la música, por ejemplo. Sin embargo, es probable que una vuelta de tuerca más en su engranaje estropeara la obra haciéndola caer en un tono sensacionalista que conscientemente evita de principio a fin. Al tiempo que evita la lágrima fácil, también de forma consciente se elige una puesta en escena neutra y un vestuario que funciona perfectamente en las dos épocas en que se desarrolla la trama. Reman en la misma dirección su música, ausente en la mayor parte del metraje, su fotografía cálida, en tonos dorados casi siempre, y la dirección de Céline Sciamma, cuyos trazos con la cámara se podría comparar a la buena caligrafía.

Por lo tanto, como conclusión se podría decir que Petite Maman es una película cuya belleza radica en la propuesta de su argumento, y la contención y sencillez con que se lleva a cabo.

Supongo que gran parte del mérito de la película es aportar cierta belleza a un relato costumbrista desapasionado, casi documental, sobre los márgenes de la sociedad. Un drama que no cae en el sentimentalismo, ni romantiza la pobreza. Tampoco se puede decir que haga crítica social, pero tampoco la elude, sino que da pie a la reflexión a partir de dar visibilidad a una situación hasta ahora ignorada. En su forma la película resulta fría, pero su contenido no lo es en absoluto: habla, por ejemplo, de la solidaridad entre iguales, o de la concepción que se tiene del amor ya en la madurez, usando a menudo las horas crepusculares para enmarcar el relato. Entiendo que su costumbrismo pueda resultar tedioso a lo largo del film, pero no quita valor a su contenido ni a su apuesta estética.

Una chica huérfana, que vive en Cornualles con su abuela, persigue el sueño de convertirse en diseñadora de moda, inspirándose además en su época favorita, los años 60. Ve cercano su sueño cuando recibe una beca para estudiar en Londres. Es allí cuando su sueño se va convirtiendo en pesadilla.

No desvelo más del argumento porque además la película juega con él, dando varios giros muy interesantes, incluso bailando entre géneros, aunque predomine claramente el thriller. Esto hace a la película bastante interesante, además de tocar temas feministas como la violencia sobre la mujer, su dependencia del hombre para conseguir metas, etc. Parecen temas omnipresentes en el cine actual, pero en este caso se toca de manera trasversal, sin quitarle peso al tema, pero sin convertirse tampoco en el leit motiv de la película. Sin embargo es en la estética donde juega su mejor baza, usando los años sesenta, sus estilismos, su música y un supuesto glamour asociado a la época que sirve como escenario a una historia de misterio y terror que podría ser heredera del giallo italiano. Como aspecto negativo podría señalar que la película, aunque mantiene el misterio, da la sensación de que pierde ritmo conforme se va acercando a su clímax, el cual acaba resultando un ‘whodunit’ que cuesta asimilar tal y como se ha ido desarrollando la trama. Por lo demás es una película más que disfrutable, sin duda.

En una misión en Afganistán, Kate, una piloto de la RAF, es derribada y atacada por un grupo de talibanes. Para escapar de sus perseguidores se adentra en un antiguo búnker soviético donde libera unos monstruos, fruto de los experimentos rusos con ADN alienígena. Ahí es nada. De todas formas el argumento es lo de menos, ya que esta película pretende ser un homenaje a ese cine de acción de los 80 (puro 'exploitation') que de chavales tanto nos flipaba (a algunos, claro), y que hoy en día disfrutamos con cierta nostalgia. La película no se toma en serio a sí misma, así que es absurdo que el espectador lo haga (he visto ciertas críticas por ahí que eso parece indicar). En esta película no cabe valorar negativamente un guión simplón, con unos diálogos absurdos, cuando eso es lo que se pretende. Como tampoco se debe esperar unas actuaciones dignas de Óscar. Hay escenas de acción muy divertidas, y algún que otro susto. Disparos, explosiones, sangre, vísceras, soldados norteamericanos como héroes (y algún inglés aparte de la prota), y monstruos, árabes y rusos como enemigos. Todo mezclado y agitado en una coctelera sin pretender otra cosa más que entretener, y en mi opinión lo consigue. Eso sí, tampoco voy a puntuar alto una película que elude conscientemente cualquier valor estético. Para entretener sin fliparse, vamos.

Quizás lo fácil durante el confinamiento era realizar una película de terror de estas características, igual que pudimos ver en televisión o en plataformas de streaming series que consistían en cortometrajes que parten de la misma premisa: el encierro domiciliario a causa de la pandemia. El planteamiento no llega a ser tan original como pudiera parecer, ni en el uso de las pantallas digitales, que ya nos suena desde Redacted (De Palma) en 2007, u Open Windows (Vigalondo) en 2014, por poner un par de ejemplos. Sin embargo resulta muy efectiva a la hora de crear tensión, gracias en parte a la introducción de elementos propios del mundo digital como el uso de filtros de Instagram para provocar terror, o un vídeo pregrabado en bucle con un resultado inquietante. Algo menos de una hora de duración que sin duda merece la pena ser vista y disfrutada, a ser posible, en la pantalla de nuestro portátil.