La crítica a esta película es, necesariamente, difícil.
Para empezar, esta no es una película comercial. Es (casi con seguridad) la última película de un señor al que le han dado dos amagos de infarto. Por eso, da la sensación de que intenta introducir demasiados mensajes en una sola película. Se asemeja a un choque de trenes que transportan ideas.
Por una parte introduce de la historia original que se contaba en Lost in la Mancha (suprimiendo los viajes en el tiempo, lo que me da pampurrias). Por otra parte, critica el panorama político desde el plano de la parodia. Y da un claro mensaje al #Metoo en cierto momento de la película. Eso, más bromas internas (cuando se pone a llover), o los guiños a Top Secret, la convierten en algo súmamente desordenado. Y no falto de interés, pero sí una historia que no es para este momento. La narrativa no evoluciona como se espera, como guión hay mucho corta-pega, y debes volver a verla para fijarte en todos los detalles que contiene. Pero parece una película qué principalmente, encuentra su alimentación en la improvisación.
He aquí, en la improvisación, dónde tengo que hablar de los actores y actrices. Sin duda tengo que empezar por la parte mala de la película.
Adam driver es, como actor y como personaje, un tipo arrogante. Y esto se refleja en su actuación. No me lo creo en ningún momento. Y sin embargo, veo que hay fragmentos de la película que parece imitar esa suerte de amanerado que tiene Johnny Depp, que para mí, es el que mejor reflejaría ese papel.
El resto, entre Olga y Joana mantienen el ritmo femenino, pero sus personajes son demasiado sencillos. Me hubiera gustado que fueran coherentes. Como el jefe y demás. Rossy tiene una aparición discreta, Oscar Jaenada está genial, y en general hay una coherencia entre ellos.
Y ahora tengo que hablar del caramelito de la película: Jonathan Pryce, genio y figura, ha conseguido llevar el Quijote a su nivel más alocado, coherente, emocional y profesional. Tanto es así que Jonathan desde su manejo de la esgrima y del caballo, hace que consiga creérmelo cada segundo que pasa de la película. Sus intervenciones son magistrales, son muy bien aportadas y en cierto modo parecen teatrales.
Las localizaciones de la pelicula son perfectas, la mitología incluida mal mezclada, pero evidente. Y el CGI tan parco como el presupuesto.
La música de Roque Baños encaja en la película, de una manera casi necesaria. El vestuario buenísimo, cosa que nadie valorará.
Hay fragmentos innecesarios, como esa extraña hipérbole americanizada de los árabes y de cierto panorama español. Estereotipos a montón. Con un cierto toque machista y xenófobo que no hace gracia a la gente joven.