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España España · Girona
Críticas de Espoir
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
7
26 de enero de 2012
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Advierto de entrada: soy mujer. Era preadolescente cuando se estrenó esta peli, que me gusta bastante desde un punto de vista cinematográfico (y respecto al resto, me chifla). Añado que me he registrado en Filmaffinity sólo para introducir esta crítica. Dicho esto, me gustaría hacer unas cuantas observaciones antes de entrar en materia.

Efectivamente, casi todas las críticas buenas (superficiales o no) dedicadas a DD provienen de nicks femeninos, pero me resulta bastate penoso que en pleno SXXI aún haya tipos (por aquí y por todos lados) que consideren que hay cosas que sólo son para nenas. Me gusta el cine bélico o, por decir algo, Reservoir Dogs o Battle Royale y ¡oh, escándalo!, en verano hasta uso una camiseta de Playboy. Creo haber certificado que no soy precisamente una Pink Lady. Y me da bastante lástima no que haya gente que no disfrute con DD (para gustos, los colores), si no que no sea ni siquiera capaz de comprender qué resortes activa para ejercer tal fascinación sobre un gran grupo de gente (que incluye a algunos cinéfilos desacomplejados, a mí, que me gusta el buen cine aunque no llego a cinéfila, a mi abuela y a algunos de mis mejores amigos hombres).

Como diría Mourinho, ¿por qué? ¿Por qué gusta tanto?

Debo decir que alguien ya se me ha adelantado y ha dado en el clavo. La historia, decentemente rodada y montada, desprende un aroma a libertad, despreocupación, juventud, sexo y campo difícil de encontrar en cintas con más pretensiones.

Ídem respecto a la química entre la pareja protagonista. Las actuaciones? Psé, no son de Oscar. Pero funcionan. Vaya si funcionan. La escena en que bailan sobre el tronco del árbol es de las más felices que he visto en una pantalla. Allí había dos tipos, dos actores jóvenes, que se lo estaban pasando muy bien. Se nota, lo transmiten. A eso, señores, se le llama cine.

El argumento. Simple, efectivamente. De hecho, mucho. Y pese a todo desprendre cierta crítica y/o ejerce un alegato, más certeros ambos si cabe por el hecho de estar hechos sin ninguna pretensión, a la autoridad familiar, a la liberación sexual, al derecho de las mujeres sobre propio cuerpo (sexual o no: Baby corre descalza mientras su hermana se tortura con tacones por los senderos), al derecho al aborto, a la responsabilidad hacia uno mismo y al respeto al prójimo, independientemente de su condición social o económica (me encanta la cara del padre cuando arranca de las manos al camarero el sobre lleno de billetes).

(Sigue en Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Espoir
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6
16 de noviembre de 2022
30 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peli funciona, empecemos por ahí. Teniendo en cuenta que hacia el minuto cinco las cartas quedan sobre la mesa (o el dominó y esa violencia soterrada con que los aldeanos juegan sus fichas) y nos queda muy claro qué se cuece en esa aldea maldita, cuál es el conflicto principal entre sus habitantes y cómo se enfrenta esa gente a los problemas, la tensión que Sorogoyen consigue imprimir a su historia es muy meritoria. Uno siente, desde su cómoda butaca en un cine climatizado, el olor a vaca y el del sudor de los ganaderos, el aire del valle, el sabor podrido de la tierra. También nos llegan la hartura desesperada de una gente atrapada en una vida sin bucolismo que valga y el temor a lo inverosímil que, respiro a respiro, se acerca a lo posible pese a nuestra incredulidad.

Pero dentro de esa peli que funciona hay bastantes de cosas que no lo hacen. La primera de ellas, y no soy la única que así lo considera, es el desarrollo de la historia: al final nos habremos tragado un thriller bastante convencional protagonizado por unos personajes que no es que parezcan caricaturas, es que son lo siguiente -ni un intento de arco, ni de profundización psicológica. Tal simpleza se salva tan solo por el trabajo emocionante de todos los actores, con Luís Zahera a la cabeza.

Las molestias continúan con la transición entre su clímax y la resolución. Hasta el momento crucial el tempo, los silencios y las palabras están matemáticamente medidos (incluso de forma demasiado precisa, como aplicando los siete pasos infalibles del manual "Haga su propia película y sorprenda a sus amigos") para llevarte hasta el paroxismo de la angustia. A partir de esa escena, en la que entendemos la referencia con la que Sorogoyen inicia el relato, la historia y el tempo se deslavazan a lo largo (demasiado) de un ínterin que, entiendo, habla de soledad, desconcierto y resistencia pero que resulta errático y sin emoción; y que desemboca en un final sin épica (eso se agradece, porque por fin estamos ante un desafío al género) teñido de unas referencias matriarcales inesperadas en el sentido de incongruentes.

Pero lo que más, más molesta es que la película carezca de la hermosísima poesía visual que Sorogoyen nos regala en el prólogo: ese abrazo de muerte, esa lucha cuerpo a cuerpo, ese dolor de los inocentes narrado por una cámara lenta que podría ser efectista pero que resulta hipnótica. Esas imágenes nos hablan de una batalla entre hombre y naturaleza que no tiene principio ni fin y en la que quizá recale lo más parecido a la eternidad que pueda vivir un ser humano. La escena, mágica y evocadora, está a un nivel que el resto del metraje no alcanza ni a soñar al estar construido alrededor de unos personajes estereotipados y un trabajo de cámara eficaz, pero sin grandeza.
Espoir
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4
14 de abril de 2013
26 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta vez no, Cianfrance. El director que nos dejó clavados en las butacas con esa terrible historia de amor y dolor que es Blue Valentine, que cuenta además con uno de los mejores guiones de los últimos años, se estrella abiertamente con esta nueva película que, curiosamente, es mucho menos arriesgada, compleja y exigente por lo que respecta al espectador. El fim adolece de tres errores bastante gordos: un guión flojo, algún flagrante error de cásting y una pretendida épica que no es tal.

The place... cuenta con una estructura capitular basada en tres bloques que funcionan sincopados, es decir, en el último tramo de cada uno de los bloques se introduce a los personajes que protagonizarán el siguiente. Atención, primera sorpresa: Ryan Gosling no es ni mucho menos el protagonista de la peli. Más bien lo es Bradley Cooper, un actor por otro lado algo limitado. Mientras tanto, Gosling continúa su carrera hacia el mito: va camino de convertirse en uno de los más talentosos actores de los últimos años. Eso sí, su papel es prácticamente el mismo que en Drive, pero en vez de coches conduce motos. Se presume que en su próxima película le veremos al volante de un camión.

Mientras el primer tercio de la película nos atrapa por el carisma de Gosling y la eficacia de Eva Mendes, las otras dos partes, protagonizadas por Cooper y el hijo de éste y el de Gosling y Mendes, naufragan miserablemente entre reacciones exageradas, motivaciones poco claras de los personajes y derivas argumentales bastante chuscas. Aún nos estamos rascando la cabeza respecto el final y por qué los personajes se comportan como lo hacen. El film se hunde definitivamente en la tercera parte, cuando además nos duelen los ojos por culpa del hijo que le colocan a Cooper, que ni de coña aparenta treinta años menos que su presunto padre. Más bien parece que hayan hecho la mili juntos.

Mientras Blue Valentine nos sorprende formalmente con una estructura a base de flashbacks que deconstruye, para mostrarla bajo una nueva y sorprendente óptica, una historia mil veces narrada, The place nos propone un argumento con cierta intriga y originalidad sobre el clarobscuro de las capas sociales "bien" y "mal" y lo maltrata hasta que consigue que el espectador se desinterese totalmente de unos personajes cada vez más incomprensibles. La estructura cronológica no funciona en absoluto y uno se pregunta si simplemente no habría habido bastante con narrar la película al revés, empezando por los hechos más recientes.

Es, en resumen, un interesante intento de acercarse a las almas de dos personajes situados a uno y otro bando de la línea del bien que fracasa por falta de ambición formal y quizá un exceso de elementos argumentales. La aparición de Ray Liotta retrotrayéndonos directamente a Goodfellas tampoyo ayuda. Lo único destacable es la presencia magnética de Gosling y la reivindicación de Mendes como una actriz también bastante solvente.
Espoir
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5
21 de noviembre de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es sintomático que los grandes actores en activo, léase desde Helena Bonham-Carter a Ralph Fiennes, no se hayan prestado al despropósito crepuscular pese a que no han dudado en hacer el gilipollas varita en mano en la saga Harry Potter. Se podría interpretar en clave patriótica -casi todos son británicos- o aplicar la navaja de Occam y pensar que un buen intérprete puede participar en una superproducción intrascendente por dinero o por pasarlo bien, pero que son gente con cierto sentido del ridículo. Sin ambages: la saga Crepúsculo nos ha ofrecido algunos de los peores productos que se han visto en pantalla grande en los últimos años. Cuando Hollywood aún se tenía a sí mismo por algo importante y no exclusivamente como una máquina de hacer dinero, producciones de esta calaña habrían ido directas al videoclub. Especialmente en los casos de la segunda y la tercera película, en las que, por increíble que parezca cuando la cosa va de vampiros, que dan tanto juego, no pasaba absolutamente nada.

Pero oigan, una tarde de domingo he mirado Amanecer 2 -dirán ustedes que mi comportamiento contradice mis palabras, pero no deben subestimar la atracción de los placeres culpables y leñe, esto es el pulp de nuestros días y bien que a Tarantino le ríen las gracias- y, sorprendentemente, me he distraído. Esperaba muchísimo menos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Espoir
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6
23 de agosto de 2013
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lovelace es una película correcta que podría haber sido mayúscula de no haber sido víctima de una extrema precaución. Está rodada como si no quisieran que una granada sin espoleta les explotara en la cara. 93 minutos apresurados (aunque se agradece la concisión en estos tiempos en que en seguida te meten dos horas veinte con cualquier tontería) en los que se repasa someramente una de las vidas más turbias y duras de la cultura americana posmoderna desde un punto de vista bastante naïf. Es como si director y guionista se hubieran mirado y dicho: mejor no la liemos, que los cines X ya no se llevan y a ver cómo nos lo montamos para rodar una peli razonablemente blanca sobre la vida de una estrella del porno.

Y no nos engañemos: ni se llevan ya los cines X, ni se lleva el público de películas comerciales al que le apetezca ver un drama psicológico de calado. Superficial? Sí, lo es, aunque a mí me ha gustado bastante. Me habría interesado más si hubiera sido más turbia y dolorosa, cosa que en el caso que nos ocupa significaría simplemente realista. Pero debo reconocer que tal y como está es eficaz desde un punto de vista tanto cinematográfico como comercial, y diría que ese tonillo ligero tiene incluso cierta voluntad meta, como si se diera a entender que la misma Lovelace no daría demasiada importancia al relato de su fama.

Me ha gustado Amanda Seyfried, que es una actriz maravillosa e intensa. Me gustó en el bodrio de Mamma Mia, me dejó muerta en el buen sentido en la impresionante, y extenuante -hasta para el espectador- Los Miserables y aquí me la creo interpretando a esa mezcla de vecina de al lado y bomba sexual más o menos consciente de ello.

Me ha gustado el resto del elenco, mención especial a Sharon Stone haciendo de señora de su edad con un rictus de amargura y dolor que es la viva imagen de una Bernarda Alba californiana.

Me ha gustado la estructura. La primera mitad de la cinta refleja lo bueno -aparentemente- de la vida de Lovelace. Un marido que la quería y la ponía mirando a Cuenca la mar de bien, el deshacerse de la madre cancerbera, los avatares más insólitos y divertidos de su entrada en el mundo del porno -rodados en clave de comedia y con bastante gracia-, cómo Deep Throat transcendió el porno y se convirtió en un fenómeno de masas y en un alegato sobre el derecho de la mujer a la búsqueda y exploración del placer.

Pero como todo tiene dos caras, la segunda parte de la cinta nos introduce en el infierno de vida personal que llevó a Lovelace hasta -esto no sale en la peli- el rodaje de clips zoófilos. El maltrato sistemático por parte de su marido, el rechazo por parte de su puritana madre, la explotación sexual y económica que le infligió el esposo, la falta de libertad para organizar su vida una vez éste se dio cuenta que lo que tenía su mujer en la garganta era una mina de oro, no el clítoris.

La película huye del adoctrinamiento y la compasión. Al final, cuando Lovelace hace su speech televisivo, acecha la música y el tonillo telefilmero; pero vuelvo a ver ahí esa misma voluntad meta que sobrevuela la espuma de los días supuestamente felices de Lovelace: no es que sea un momento sensiblero, es que así esperaba América que lo fuera, pese a que Lovelace nunca se tuvo demasiada lástima a sí misma. Sí renegó de sus días en el porno, pero nunca se convirtió en una puritana.

Con una dirección acertadísima, un equilibrado juego entre la comedia y el drama, una actriz principal maravillosa y una notable ambientación, Lovelace es un producto más que digno que desgraciadamente no transcenderá porque le falta el aplomo de un guión de peso, pero es más que disfrutable.
Espoir
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