Altamente disfrutable serie que parte de una premisa, a priori, bastante familiar para el espectador pero cuya trama va enredándose de manera elegante e inteligente.

Mezclando elementos de la obra de Mary Shelley con la aparición de una serie de cadáveres de personas procedentes de distintos estratos sociales, la trata de personas, la corruptela dentro del mundo eclesiástico y una interesante subtrama política, esta serie te atrapa desde el primer episodio hasta el último.

Los apartados de escenografía, fotografía, vestuario, bso,.. resultan envolventes y en todo momento, realistas y en ocasiones, muy evocadores.

Plena de personajes interesantes e interpretados con la solvencia acostumbrada en este tipo de producciones, destaca, como es de esperar, Sean Bean, un actor magnífico del que, a estas alturas, poco voy a decir.