Terminada la temporada 3, he de decir, quiero decir y voy a decir, que buen pasote, bro. Es una serie lenta, de masticar mucho antes de tragar, de ver a 40 alemanes en cada año de su vida y tener que acordarte de quién es cada uno todo el rato sin parar.

Sin embargo, Dark es una joyita que se ha sabido mantener en su camino y a su bola, haciendo caso omiso al cine de gracietas de Disney. El guion no toma al espectador por tonto, el tono de la serie se mantiene sin recurrir a chistecitos cada dos frases para romper la tensión. De hecho, no hay ni un puñetero chistecito en toda la serie. KEIN VERDAMMTER WITZ. Puro Angst alemán.

Parece que hoy día hay miedo a dar un producto denso y que se tome a sí mismo en serio, todo debe pasar por el filtro del humor barato e innecesario para no asustar al espectador medio. Pues al carajo, Alemania en tu cara, shubrüder.
El trabajo de los actores es bastante bueno, destacando para mí cómo nos dicen tanto con pocas palabras. Las caras de Martha son un poema, Hannah tiene cara de loca desde que la ves por primera vez, Katharina te suelta un sopapo que te cruje y lo sabes al paso, Ulricht está desesperado cuando le toca y Ulricht está resignado cuando le toca.

Aplauso. Ovación. Sehr geherrte Damen und Herren... Keine Oscar, weil dies ist Deutschland und es gibt KEIN WITZ.

Digo cosas así más de decir en concreto en el alerón.

Pum. Drama. Pum. Acción. Pum. Relaciones paterno filiales. Pum. Los puños de un señor. En medio de una cuarentena, nada mejor que una buena dosis de zombis. Tren a Busán me ha sorprendido con unas situaciones muy bien planteadas y muy divertidas. Recomendada para todo aquel que guste de zombies sin chorradas ni pretensiones. La realización está bastante bien y el uso de los extras como zombis está muy bien aprovechado. Y hay un señor que mete hostias como un señor y que además es muy buen padre modelo. Pega unas hostiazas... Qué buenas hostias.

Tras un primer capítulo bastante interesante y un segundo que resulta algo más flojo pero con buenos momentos, nos encontramos con un tercero que, pese al girito final del segundo capítulo, plantea muchos escenarios interesantes que no son explotados. Vemos una interesante mezcla del Drácula más clásico con los estándares de personajes de hoy día, los cuales incluyen un humor y una sátira de las convenciones que sacan más de la historia que otra cosa.

Por otra parte, manténganse alejados de todos los idiotas que claman al cielo cada vez que un nuevo producto audiovisual aparece, soltando verborreas sin sentido sobre implantación de no sé que controles morales de no sé qué grupos secretos. Los conspiranóicos hoy día son aprendices de neonazis que lloriquean porque aparezca una mujer o un homosexual en una historia. Como les digo, manténganse alejados de estos engendros, pues ellos son el nuevo monstruo clásico.

Hace calorcito. O parece que hace calorcito, me da a mí la impresión, vaya. Y sale una cosa del agua y la gente pues no sé fía porque eso es raro. Resulta que es un bicho grande que hace cosas de bicho grande y a la gente no le gusta porque la verdad es que molesta. Bajo esta premisa, se esconde una mordaz crítica a la gestión de la crisis de Fukushima por parte del gobierno de Japón, que es donde viven los japoneses. Plantea una situación de serias implicaciones geopolíticas en la que se manifiesta un poco de añoranza al orgullo japonés arrebatado por la Segunda Guerra Mundial. Godzilla tiene un diseño malrollero que le pega mucho y algunas escenas son una pasada si te gustan los bichos grandes. Anda muy gracioso.

Inaudito viaje onírico cargado de emoción, caballos y un blanco rapeando. Genial representación de la enfermedad mental con una Alison Brie espectacular en su papel de Fry. No, en serio, genial interpretación, guión simple pero efectivo y buena fotografía. La he visto de resaca y me he olvidado del sabor a cartón que tengo en la boca de tanto que ha capturado mi atención. Y hay un ninja. Bueno, no es un ninja pero parece un ninja.