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España España · Mérida
Críticas de Kyang
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
8
21 de setiembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La vida es insatisfactoria”. Esta frase pronunciada por Adriana (Marion Cotillard), amante de Picasso, en una secuencia del filme, resume brevemente el mensaje que Woody Allen quiere transmitir en su última película, Midnight in Paris.

Gil (Owen Wilson), es un guionista americano que se encuentra de vacaciones en París junto a su novia (Rachel McAdams) y sus suegros. Busca inspiración para un libro que está escribiendo. Pese a que no tiene una mala relación con su novia, Gil está enamorado de la ciudad de las luces y de los artistas que vivieron en ella en la década de los 20 (Hemingway, Scott Fitzgerald, Picasso…). Una noche después de cenar con su novia y amigos decide pasear sólo de vuelta al hotel. Cuando suena el reloj de la medianoche, un coche antiguo en el que viaja Scott Fitzgerald le recoge en la calle. En ese momento se produce un suceso que le cambiará la vida…

Midnight in Paris es una película en la que está presente el estilo único de Woody Allen, y eso es palpable desde la secuencia inicial, en la que presenta la ciudad de manera semejante a como lo hizo en Manhattan hace ya 30 años. También hay varias situaciones que ya han sido explotadas en otras de sus películas, como la relación del protagonista con el típico sabelotodo, en este caso un amigo de su novia, que le resulta repulsivo, al igual que ocurría en Annie Hall.

Sin embargo, pese a que Allen repite muchas fórmulas utilizadas hasta la saciedad en su filmografía, Midnight in Paris lleva implícita una originalidad que sus últimas cintas no tenían. Cabe decir con respecto a las últimas películas del director, que aunque Woody Allen no esté en su mejor momento, no hay motivo alguno para menospreciar dichas películas como hacen varios medios de comunicación creando esa opinión en gran parte de la sociedad, ya que son bastante superiores a la media de las películas que llegan en la actualidad a las pantallas de cine.

Volviendo a la película, es destacable el papel de Owen Wilson, que de haberse rodado la película 20 años antes hubiera sido interpretado por el propio Woody Allen. Habría sido lo ideal. Del resto de interpretaciones hay que destacar a una encantadora Marion Cotillard y a un muy divertido Adrien Brody encarnando a Dalí obsesionado con los rinocerontes.

Woody Allen habla en esta película de la falsa idea que tienen las personas de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Ha realizado una película optimista, un canto en el que nos invita a vivir el presente y no a añorar el pasado.
Kyang
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8
27 de junio de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el panorama cinematográfico estadounidense actual podría distinguirse una corriente de cineastas que reflejan a su manera la parte más irracional e inmadura del ser humano utilizando para ello un estilo artificioso y videoclipero. En este grupo podría incluirse a Michel Gondry, Spike Jonze y Wes Anderson. Mientras que los dos primeros me parecen relativamente más accesibles, a mí personalmente y pese a que me gusta, siempre me ha costado más entrar en el mundo del último tal y como éste aparece en otras de sus obras anteriores: un mundo que es (guste o no) único e inconfundible y que se presenta de la manera más accesible y convincente en la fantástica Moonrise Kingdom.

El argumento de la película es propio de un cuento: dos jóvenes adolescentes que brevemente se conocen deciden huir hacia un futuro incierto motivados por la disconformidad que les produce su realidad inmediata. Es importante conocer las declaraciones del director, quien afirma que la película no trata sobre sus recuerdos, si no sobre lo que a él le hubiera gustado vivir. No es difícil imaginarse a Wes Anderson como ese chico antipopular despreciado por sus compañeros del campamento por ser diferente. En este sentido la película se puede interpretar como una fantasía sobre un amor inalcanzable.

La grandeza de Moonrise Kingdom no reside principalmente en su argumento. La peculiar forma de dirigir de su autor (la curiosa composición de planos, el uso de la cámara lenta y los flashbacks) junto con una inmejorable fotografía consiguen una estética admirable que logra que el espectador entre durante algo más de una hora y media en el loco y humanista mundo de Wes Anderson, y a diferencia de lo que ocurría en otras de sus anteriores obras, consigue que se involucre por completo con lo que el director quiere contar. Lo cierto es que Moonrise Kingdom es una gozada de principio a fin que posee varias secuencias memorables como la estancia en la playa o la boda oficiada por Jason Schwartzman, siendo especialmente destacable la primera huída de los protagonistas.

La obra posee un elenco actoral impresionante, como es habitual en el cine de Wes Anderson, en el que todos desempeñan correctamente los atípicos y singulares personajes que habitan sus películas. Personalmente me gusta mucho Edward Norton como el inseguro jefe de los Boy Scout. A destacar también la música del siempre efectivo Alexandre Desplat (los créditos finales no tienen desperdicio), además de los temas que como de costumbre selecciona el realizador con tan buen gusto.

Moonrise Kingdom es una obra mayor en la filmografía de Wes Anderson, un autor que podrá gustar o no, pero que posee una forma inconfundible de hacer cine que es llevada a cabo de manera muy consistente en su última obra. Una delicia.
Kyang
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6
21 de setiembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué hubiera ocurrido si Christopher Nolan hubiese dirigido Atrapado en el Tiempo? Seguramente habría sido un espectáculo digno de ver. La nueva película de Duncan Jones, Código Fuente, podría ser perfectamente el resultado de esta hipotética premisa.

Código Fuente narra la historia de un capitán del ejército, un correcto Jake Gyllenhaal, el cuál es utilizado para averiguar la identidad de un terrorista mediante un programa experimental del gobierno, el código fuente, que permite retroceder en el tiempo un intervalo de 8 minutos todas las veces que se requiera adoptando la identidad de otra persona. En dicho intervalo, el protagonista deberá viajar una y otra vez en el tiempo hasta averiguar quien está detrás de unos atentados que están sucediendo en la ciudad de Chicago.

Ante todo esta película confirma que Duncan Jones (hijo de David Bowie), es un director a tener en cuenta en el futuro del cine de ciencia ficción y que tiene una visión personal del mismo.

Tanto en su ópera prima Moon como en Código Fuente se muestra una sociedad de un futuro no muy lejano en la cuál los respectivos protagonistas son utilizados como máquinas para obtener un beneficio para la humanidad, y por lo tanto son privados de su condición de seres humanos. Ambas películas, a mi parecer superior Moon, son películas de ciencia ficción inteligente, presentan una estructura compleja y constantes giros en el argumento.

Cabe destacar también que Duncan Jones ha erradicado uno de los aspectos que menos me gustaron de su primera película, el abuso de la Steadycam; en Código Fuente se aprecia una labor en la dirección mucho más madura que en Moon.

Sin embargo se echa de menos uno de los puntos fuertes de Moon: una banda sonora de un gran compositor como es Clint Mansell, que en este caso no ha podido encargarse de componerla y ha sido sustituido por un discreto Chris Bacon.

Código Fuente gustará tanto a aquellos que vayan al cine a pasar un buen rato como a aquellos que acudan con la intención de encontrar algo más que puro entretenimiento.
Kyang
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6
21 de setiembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de animación es por convención un género cinematográfico destinado a un público infantil, y es por eso por lo que la mayoría de las películas de este género son productos superficiales y sin más pretensiones que entretener a sus espectadores. Sin embargo, en ocasiones se realizan películas de este género que van más allá de estas convenciones. Rango es una de esas películas.

Dirigida por un director mediocre como es Gore Verbinski, conocido por Piratas del Caribe y sus bochornosas secuelas, Rango es una película única, y eso es visible desde el primer momento. Los minutos iniciales de la película son muy originales, y en ellos se suceden escenas bastante atípicas. A lo largo del metraje la historia se vuelve más convencional, lo cuál es lógico, ya que no hay que olvidar que es una película destinada a todos los públicos.

Sin embargo, la parte más fascinante de la película es una secuencia en la que en medio de un ambiente onírico, Rango se pregunta a sí mismo quién es y cuál es su función en la vida.

La película es un homenaje al Western, y más concretamente al Spaghetti Western de Sergio Leone, y en ella hay claras alusiones a clásicos del género como Los Siete Magníficos y El bueno, el feo y el malo; incluso Clint Eastwood hace un cameo virtual. Otro aspecto destacable de la película es el aspecto visual, pues se consigue una intachable perfección técnica sin necesidad del dichoso 3-D.

Pese a todos estos aspectos, lo que más me gusta de Rango es que como he dicho antes, no se limita a contar una historia, si no que invita al espectador a reflexionar junto al camaleónico protagonista sobre el sentido de la existencia. Me parece algo muy bueno que en un género comercial como es el cine de animación se realicen propuestas que sean de previsible éxito comercial y a la vez películas de culto que realmente tengan algo que decir. Hay vida más allá de Pixar.
Kyang
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10
31 de octubre de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terrence Malick no es un director de mayorías. Es un autor puro, un poeta de la imagen. Me atrevería a decir que hoy en día es, junto con Lynch y Aronofsky, el director norteamericano con más talento en lo que a la creación de obras de arte cinematográficas se refiere. A lo largo de su escasa pero grandiosa filmografía se ha movido por diferentes géneros cinematográficos, tales como el cine bélico (La Delgada Línea Roja) o el histórico (El Nuevo Mundo). Este año en el festival de Cannes presentó la que es su obra definitiva, El Árbol de la Vida.

La película se puede dividir en dos partes: Una parte más poética y otra más convencional que ocupa la mayor parte del metraje.

En la primera de estas partes, Malick nos cuenta el origen del universo y de la vida en la tierra con motivo de la pérdida de uno de los componentes de la familia que posteriormente protagonizará la parte central de la película. Es éste uno de los momentos más hipnóticos y cautivadores para los sentidos que he sentido nunca frente a una pantalla de cine. Con una impresionante fotografía de Emmanuel Lubezki y una espléndida selección musical de compositores contemporáneos como John Taverner y Zbigniew Preisner, Malick establece una especie de diálogo con su Dios, en el que a través de la voz en off de varios personajes (sello de la casa), reflexiona sobre el sentido de la vida mientras nosotros contemplamos desde la inmensidad del universo hasta los procesos celulares de los primeros seres vivos. Pero esto NO es un documental como mucha gente tiende a pensar; la síntesis de la obra se presenta en la parte central.

A continuación Malick nos relata la historia de una familia norteamericana de los años 50, que puede ser interpretada en tono autobiográfico, enfocada en los primeros años de vida de los niños que la conforman. El director hace un retrato de la infancia que consigue que el espectador se conmueva aún sin tener nada en común con los personajes retratados en la pantalla. De nuevo una gran factura visual y una cuidada selección musical, ésta vez se oye entre otros a Couperin y Desplat, éste último compositor de una exquisita banda sonora original que el director podría haber aprovechado más. Metáfora tras metáfora, Malick realiza un recorrido por la infancia en el que reflexiona sobre la transmigración de los valores de padres a hijos. Y en medio de este poema visual de repente el personaje interpretado por Jessica Chastain dice “The only way to be happy is to love. Unless you love, your life will flash by.” (La única manera de ser feliz es amar. Si no amas, tu vida pasará como un destello). Malick, en una apoteósica escena final, da sentido a su poema, tanto a las imágenes intergalácticas como a las situaciones más intimistas.

Continúo en spoiler por falta de espacio:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kyang
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