Greenland no tiene la espectacularidad de otras producciones, pero es una película que se desarrolla sin prolongar más de lo necesario situaciones dramáticas y de acción. También es una película cuya trama no depende necesariamente de su estrella principal para concitar algún tipo de interés. Es una película entretenida que funciona bien, pero que no aporta nada al subgénero de catástrofes naturales.

Apelando al siempre eficiente recurso de sentimentalismos familiares en situaciones extremas de supervivencia, esta película de STX Entertainment tiene un ritmo eficiente que equilibra de manera positiva el protagonismo de sus estrellas. Al mismo tiempo se van mostrando rápidas subtramas que enriquecen la historia y permiten proporcionar agilidad al guión elaborado por Chris Sparling.

El director Ric Roman Waugh trata de no saturar con los habituales tópicos de las películas de catástrofes, y se concentra mayormente en el comportamiento humano en medio de este tipo de emergencias, las cuestionables acciones protocolares en los estados de emergencia, incluyendo el tocar las siempre efectivas fibras sensibles que involucra a la desvalidez infantil y desesperación paterna.

Con una fluida narrativa, la película evita mostrar más efectos visuales de los necesarios, aprovechando sin excesos las ventajas que ocasiona la conmoción colectiva en este tipo de eventos, donde la incertidumbre, ignorancia, impotencia y peligro inminente son elementos que pueden salirse de control si no son bien manejados. No obstante, la película no logra escapar a los inevitables clichés típicos en este tipo de historias de catástrofes.

Francisco Maldonado: MúsicaCineTV

Es una película de escasos momentos entretenidos que pretendió repetir el éxito de la película original, resultando ser una producción de pobre ejecución, con fallas básicas en su guión e historia.

Está es la ópera prima de Rodo Sayagues, productor y escritor de las exitosas películas de Fede Alvarez Evil Dead (2013) y Don’t Breathe (2016). Lamentablemente Álvarez en está oportunidad se limitó a ser productor y co-escritor, dejando la responsabilidad detrás de las cámaras a una persona cuya corta visión o talento afectó significativamente la secuela de una potencial franquicia.

Esta producción no cuenta con los elementos sorpresas que destacaron en la primera película, donde el atractivo del silencio y oscuridad eran muy bien destacados, de la mano de subtramas inesperadas cuyos desarrollos eran impredecibles. La actual propuesta, además de carecer de todo lo indicado previamente, resulta absurda en la mayoría de todo su metraje.

Divorciada casi por completo de los elementos sorpresa que destacaron a la original, la actual producción logra ser un poco más activa en las secuencias de acción, pero la falta de profundidad en los perfiles de sus personajes principales no permite lograr empatía con el público, dejando como resultado una propuesta poco atractiva en casi todos sus departamentos.

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Es una película bien lograda que logra una buena armonía con un atractivo reparto de estrellas, con una historia bien construida y guiones bien secuenciados entre las épocas ambientadas. También es una de esas propuestas de situaciones inesperadas y poco comunes que el vertiginoso cine de la actualidad suele pasar por alto.

Antonio Campos logra recrear positivamente una atmósfera gótica que gira siempre alrededor de la fé, con plegarias y sacrificios que alternan de manera sofocante con un clima cargado de abusos. La fotografía lograda por Lol Crawley consigue la tonalidad visual necesaria para captar la esencia de la maldad y tensión requerida por el realizador.

Lo impredecible de esta película es tan consistente y bien logrado como lo visto en The Place Beyond the Pines (2012), entre otros contemporáneos de tramas complicadas, mientras que la ambientación rural con la fe de trasfondo bien contextualizada nos remonta a éxitos como There Will Be Blood (2007), entre otras. Estos elementos comparativos nos permiten destacar esta película sobre el promedio de producciones que inician con un ritmo similar, pero cuya forma y fondo se van perdiendo a medida que transcurre su metraje.

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Siempre compuesto por un tono gris, ritmo pausado, impredecibles situaciones y buenas caracterizaciones, este tipo de producciones suelen llamar inmediatamente la atención debido a sus habituales ambientaciones alejadas de artilugios que distan mucho de la cotidianidad de la vida real.

Mare of Easttown nos muestra una elocuente puesta en escena en donde la fotografía es tan acertada como la musicalización. El desempeño del apartado técnico es tan correcto y oportuno que brilla sin tratar de restar protagonismo a la historia de Ingelsby, la que si bien no ofrece nada innovador en el género, se las arregla para destacarse entre el promedio de propuestas similares.

La dupla del escritor Brad Ingelsby y el director Craig Zobel se las ingenian para sacar filo a una temática común sin que se vea redundante y sin recurrir a recursos extraordinarios.

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Vampires vs. The Bronx es una comedia de horror de ligera realización que no pretende ir más allá del entretenimiento del momento, pero que resulta ser un acierto en la temprana filmografía de su director y escritor criado en República Dominicana, Osmany Rodriguez.

Además de destacar de manera humorística ciertas características de los latinos en la urbe neoyorquina, Rordiguez muestra como trasfondo social el mensaje de que la comunidad latina debe mantenerse unida, activa y vigilante de las grandes corporaciones que tratan de opacar la identidad o imagen hispana en Estados Unidos. También muestra un reflejo multicultural de lo que acontece con la juventud en las calles.

Esta película muestra una evidente falta de presupuesto de producción más acorde con lo que plantea su trama, además de mostrar una historia nada original. Sin embargo, pese a que su realizador recurre a facilismos de ejecución, la película logra cierta conexión con el público más por la gracia de los pequeños protagonistas, que por los chistes de los adultos, situaciones con criminales y lo que acontece con los propios vampiros.

Puede decirse que el principal acierto de Vampires vs. The Bronx es que su realizador convence con su discurso de sincera comunidad, elemento que está presente a lo largo de todo el metraje. Fuera de eso, la película no ofrece nada más relevante.