Free Guy no es más que otra película en la que se ha revisionado la alegoría del mito de la caverna, tal y como lo han hecho Matrix o el Show de Truman. Después de todo, si este tipo de historia ha triunfado en varias ocasiones, ¿por qué no iba a hacerlo otra vez?

Ryan Reynolds, cuya actuación es espléndida, hace el papel de Guy, un NPC (personaje no jugador) que, como cualquier otro de los suyos, tiene absolutamente la misma rutina cada día. Sin embargo, cuando ve a Molotovgirl (Jodie Comer), se enamora de ella a primera vista y se pregunta si hay algo más en la vida. A partir de ese momento, empieza a controlar sus deseos, acciones y, en definitiva, comienza a ser libre. De alguna manera, la inteligencia artificial ha cobrado vida, algo que, personalmente, encuentro muy interesante, al fin y al cabo, ¿quién no ha pensado que la tecnología puede estar “viva”?

Una comedia fruto del romance y, sobre todo, mucha acción, Free Guy es una película que, aunque no lo parezca, tiene un mensaje profundo: la libertad. Si bien no destaca por su originalidad, hay que decir que cumple con el propósito de toda obra cinematográfica: entretener. Eso sí, por su temática, va dirigida a un público más juvenil, capaz de conocer a todos los cameos (la mayoría youtubers) que aparecen a lo largo de ella y percibir los muchos easter eggs, es decir, guiños a otros juegos, que encontramos. De hecho, se podría decir que el juego donde se desarrolla toda la acción (Free City) evoca los gráficos de “Grand Theft Auto”, un famoso videojuego.

Los efectos especiales son bastante evidentes y forzados, probablemente hecho a propósito para recalcar la idea de que estamos dentro de un videojuego. En cuanto al guion, este está repleto de toques de humor y “frasecillas”, que logran engancharte desde el minuto uno, además de los numerosos puntos de giro que hay.

En definitiva, Free Guy es una película ideal para pasar una buena tarde con tu familia o amigos. Asimismo, de alguna manera, hace que quieras adentrarte en el mundo friki de los gamers ;-).

Por último, ¡que no pase un buen día, pase un gran día!