En la noche de Halloween, Art, un payaso asesino, perseguirá a dos chicas, matando a cualquiera que se interponga en su camino.

Un slasher tan puro, que se olvida de dar trasfondo a la historia y a los personajes. Por esta razón, no consigues empatizar con las víctimas y poca importancia le das a sus muertes.

Rodada como una película de videoclub, con mucho ruido en la imagen y una altísima saturación de colores, intenta imitar el estilo de películas de los años 70 y 80. Lo que aumenta aún más su aspecto de bajo presupuesto e influencias del género grindhouse.

La película es una carta de amor a los slashers icónicos, con un asesino enmascarado (que funciona a la perfección y sorprende con su espectacular mímica) y una banda sonora que recuerda muchísimo a la magistral “La Noche de Halloween” de Carpenter.

Se me viene a la cabeza Rob Zombie, con esas muertes tan despiadadas e inhumanas, que son dignas de ver si eres fan del gore. Además de que el escenario donde se desarrolla, es tan laberíntico como en la película “31”.

Muy sencilla, pero entretiene si te gusta ver sangre.

El machaque incansable de Phil hacia su cuñada, derivará en un gran drama psicológico en el que se verán envueltos tanto su hermano como el hijo de ella.

Benedict Cumberbatch nos deleita con su brillante y cruel actuación, en una película llena de obstáculos psicológicos para los personajes. Acompañado de otros 3 protagonistas, aunque no destaquen como él, consiguen que la película transmita esa perturbación e incómoda reflexión.

Cine en estado puro, transmite todo lo que tiene que transmitir a través de las imágenes, no necesita sobrexplicaciones. La película no da nada mascado al espectador, sigue la norma de “mostrar antes que contar”.

Su suspense a fuego lento, combinado con los largos silencios, crean una atmósfera de introspección donde se cuestiona el concepto de masculinidad, de una forma muy atrevida. Inteligente en sus acciones, que van descifrando una historia trágica y terrible.

Bellísima fotografía a cargo de Ari Wegner, que competirá mano a mano con la impactante “Dune”

Puedo llegar a entender porqué tiene menor nota por el público que por la crítica, por su complejidad y los temas que tratan.

Quedaos hasta el final y lo agradeceréis, totalmente necesaria de ver.

Los problemas en la carretera de un grupo de adolescentes, desembocará en una macabra persecución por parte de una familia de caníbales.

Quien me diría a mi que acabaría adorando la estética de los 2000 y sus películas. Otra de esas road movies que acaban convirtiéndose en un divertido slasher sureño, de la segunda ola neoslasher. Me recuerda mucho a películas como “Jeepers Creepers”, “Hatchet” y sin duda a “Las colinas tienen ojos”, con las que comparte muchas partes de la trama.

Película corta que cumple con su objetivo, asustar y entretener. No supone ningún avance para el género, la propuesta es simple, pero ejecutada con un estilo muy propio. Su suspense y acciones mal tomadas, que desembocan en tensas persecuciones, consiguen dejarte al borde del sofá.

Esta llena de tópicos y mensajes meta, que la hacen aún más disfrutable. Es perfecta para verla una noche sin ganas de ver nada exquisito.

Un investigador de seguros, se ve atrapado en una sufrida pesadilla cuando trata de encontrar al famoso escritor de novelas de terror, Sutter Cane. Además deberá rescatar el último manuscrito de este, que al parecer predica el destino final de la humanidad.

El Maestro del Terror, John Carpenter, nos deleita con esta gran obra surrealista, que encadena un sinfín de episodios esquizoides.

Es obvia la influencia de H.P. Lovecraft y el cosmicismo, caracterizado por el horror de lo incognoscible, donde el ser humano es insignificante debido a la vasta inmensidad del cosmos. Esta corriente filosófica asegura que la raza humana acabará desapareciendo, al igual que todo lo que la rodea, abogando por la libertad y cuestionando importantes temas de moralidad.

Carpenter completa de esta manera su Trilogía del Apocalipsis (“La cosa” y “El príncipe de las tinieblas”), en las cuales destruía la identidad, la existencia de Dios y en esta última, la realidad.

Sin duda la obra más compleja del director, donde demostraba porqué es el mejor del género. Hasta el punto de llegar a autoparodiarse, como hizo Wes Craven en ese mismo año.

Gran uso de los efectos especiales, viscosos e incómodos, que recuerdan a los usados en “Society”.

El uso de lente anamórfica, característica de Carpenter, y el impecable uso de colores y fotografía, crean malestar e impacto en el espectador, con imágenes muy poderosas.

Comparte grandes similitudes con películas como “El experimento del doctor Quatermass” o la brillante “Videodrome”, la cual lidia con alucinaciones provenientes de la ficción, pero en este caso reflexionando sobre el vídeo.

Es clara la influencia que ha tenido esta película en el cine contemporáneo, como es el caso de “It Follows”, y por qué no, el próximo estreno de Doctor Strange que trata sobre el temor a un multiverso desconocido y su inmensidad, que parece que acabará con la humanidad, y cuyo título en inglés (“Doctor Strange in the Multiverse of Madness”) recuerda bastante al de Carpenter (“In the Mouth of Madness”).

La familia Firefly tratará de huir, sin dejar un alma en pie, del Sheriff Wydell, quién tratará de vengarse y tomar la justicia por su mano.

Se trata de la secuela de “La casa de los 1000 cadáveres”, también dirigida por Rob Zombie, la cual fue su ópera prima, y que ya dejaba ver su estilo e influencias. Sin embargo, el salto de calidad de una a otra me deja sin palabras, una dirección digna de un veterano y no de un cantante.

Tanto en una entrega como en la otra, no faltan los guiños hacia el cine de explotación de los 70, haciendo un claro homenaje a la depravada y malsana “La matanza de Texas”, pero es que en esta va más allá, plasmando a la perfección sus colores desérticos y repugnantes escenarios. Además utiliza transiciones de movimientos de pantalla, pausas en medio de la acción y zooms muy forzados. Otras películas de similar estilo son “Las colinas tienen ojos” o “Trampa mortal”.

Ni mucho menos es apta para todos los públicos, llena de violencia y depravación sexual que se mezclan para darnos la peor imagen del ser humano, recuerda a películas como “La última casa a la izquierda”, “Trampa para un violador” y “La violencia del sexo”.

En cierta medida se nos quiere hacer empatizar con esta despiadada familia, mostrándonos ese estilo de vida característico de los redneck y la marginación del pueblo más interior de Texas.

Un espectáculo frenético, de continuos giros argumentales que van aumentando el suspense, sin dejarte apartar la mirada de la pantalla. Ni tampoco el oído, porque vaya genialidad de canciones que eligió para este filme.

Un reparto hecho por y para estos personajes, destacando a Sheri Moon que para mí es la Margot Robbie del terror.

«El campo daba miedo», decía Tobe Hooper refiriéndose al rodaje de “La matanza de Texas”.