Me habia hecho alguna expectativa, sobre todo por la época y el personaje protagonista. Por el hecho de ser un delincuente reconvertido en policía genial, yo esperaba algo con fuerza, parecido a Vidocq, que además es un personaje real.
¡Desilusión! ya no tanto por el tema de la iluminación, los cromas (Vidocq era puro croma alucinante), y los casos, sino porque los personajes son planos totalmente. Victor Ros no tiene sangre en las venas, ni carácter, ni cólera, ni pasión, ni nada. Plano, plano; me gusta más el oscuro personaje de Carballo, que gana presencia cada vez que aparece. Si Juan Codina fuera Victor Ros, seria menos guapo pero más magnético. Y ese vicio de ocultar los diálogos susurrados con Clara Alvear tras una cortina de música de piano, ese instrumento con un sonido que tapa la voz humana en cuanto te descuidas...y esa plaza de mercado limpia como una patena, sin ni una hoja en el suelo, o esas calles de una capital como Madrid, sin gente, vacias... nada que ver con el Londres de Sherlock, del Destripador, o del Paris de Vidocq. Una pena.