Thriller muy de serie B, más bien tv movie o directa al dvd, con actores desconocidos si bien competentes. La acumulación de giros y engaños casi marea y da un poco de risa hacia el final algo pasado de rosca, pero lo que no puede negarse es que, con todos sus agujeros y licencias en la trama, resulta muy entretenida, e incluso la primera mitad bastante aceptable.

Salvando las distancias, en esa primera parte encontramos ecos del gran clásico Las Diabólicas, y hasta la elección del sexy dúo de protagonistas parece querer remitir a Terciopelo Azul.

Por su sonoro y rimbombante título, y quién sabe si por algún trailer atractivo, el caso es que la tenía mitificada desde mi infancia. Por fin la veo ahora en tv, 50 años después, y me llevo una gran decepción; tal vez en su día tuvo un pase pero el tiempo no le ha hecho ningún favor.

Mucho menos suspense y espectacularidad de lo prometido (no, no es La aventura del Poseidón, empezando por el tamaño quiero y no puedo del barco), tres o cuatro actores conocidos en modo piloto automático (entre ellos un joven Hopkins con un corte de pelo inenarrable), y alguna escena de relleno directamente lamentable y setentera en el peor sentido de la palabra, como la de la fiesta de disfraces.

Sin más efectismos de guion o puesta en escena que los estrictamente necesarios, logra ser siempre inquietante y mantener el suspense y la sensación de moderado mal rollo, apoyada además en buenas actuaciones.

Trasciende el simple subgénero de thriller de acoso o intrusión doméstica para, sin dejar de ser cine de entretenimiento, proponer una acertada reflexión acerca de los efectos devastadores que a veces pueden tener la mentira, la calumnia y la falta de ética sobre la vida de los demás.

Sin pretender entrar en estériles debates trincheristas, no entiendo muy bien las críticas que tildan a este gran documental de panfleto, cuando a estas alturas queda fuera de toda duda que Stalin fue objetivamente un asesino de masas, un grandísimo y sanguinario hijo de puta, y uno de los personajes más nefastos del siglo XX y alrededores, casi a la altura del mismísimo Hitler. Y eso es algo que la propia izquierda mínimamente ilustrada e informada admite, sólo faltaba.
Me parece mentira que alguien siga hoy pensando que ser ‘anti Stalin’ es de fachas. Por cierto aquí se nos muestra que tampoco Lenin y Trotsky fueron precisamente dos angelitos.

Yo, que además de socialdemócrata y antifascista (¿de verdad esto último hace falta aclararlo?) creo ser algo versado en Historia, encuentro que este documental es excelente y riguroso, como todos los de la serie francesa Apocalipsis, con gran valor divulgativo por ser a la vez entretenido, y por ofrecer impresionantes imágenes de época, sobre todo las bélicas.
Además aquí, la forma de narrarlo en dos planos temporales distintos, estableciendo un paralelismo entre los contextos de ambas guerras mundiales, le da un aliciente extra.

La veo en tv inducido por las buenas críticas y, tras unos comienzos esperanzadores como de alumno aventajado de Tim Burton, todo se desinfla: burda, larga, reiterativa, y lo que es peor sin gracia, con absurdos cambios de tono y, todo lo más, caótica cuando quiere ser alocada. Farsa fallida y sin alma, pueril y muy petarda.

Ese todo-sucede-porque-sí (p.e. la forma en que los ‘buenos’ se cuelan en las fiestas como si tal cosa) en el fondo esconde incapacidad o desgana por hilvanar un guion mínimamente coherente.
Hasta el Londres que pretende evocar (los 60?, los 70?, de repente skyline como de 1920…) o la selección para la BSO resultan erráticos y sin criterio.

Y de las Emmas, qué decir: un duelo de excesos, tics y mohínes. La joven casi siempre cargante, y la gran Thompson demostrando que la comedia desenfrenada no es lo suyo y haciéndonos añorar lo que una Anjelica Huston (o hasta la Jolie de Maléfica) habrían hecho en su lugar. Y por desgracia para ambas, la alargada sombra de Glenn Close (qué memorable creación, aquella sí) sobrevolándolas todo el rato.

Al final, su principal atractivo y casi única razón de ser son esos fastuosos modelazos (merecido óscar de vestuario) y alguna escena suelta medianamente brillante.