Ni recuerdo la última vez que una película me removió tantísimo; y es que, este mismo fondo, es el de nuestra historia familiar este año. Personalismos aparte, la película es excelente. En todos sus aspectos: desde el concepto, al desarrollo literario y su dialéctica, la teatralidad del rodaje, la celebérrima narrativa audiovisual, la solvencia de un montaje que sostiene un caos controlado, y unas interpretaciones que -no me gusta hacerme el interesante tirando de VOS's por defecto pero a los cinco minutos de Hopkins en plano ya me estaba arrepintiendo de no haber cogido ese pase- rayan la perfección. Una doble perspectiva de la senectud y la demencia que contempla, con la misma naturalidad con la que conviven en lo cotidiano, lo cómico y lo dramático. Una misma realidad; dos vivencias completamente dispares. Una integridad sacrificada por amor y otra que se desvanece en su propio olvido. Consigue ser tan perturbadora como conmovedora.

Siempre me ha cautivado en universo de D&D, desde su serie de animación, a la cantidad de juegos de rol que con su manual básico -el más influyente del género- intenté jugar con gran frustración.
Sorprendido por la buena acogida de la crítica, conseguí un pase de preestreno.

Su dirección y narrativa audiovisual son tremendamente simples. La trama esconde lo justo para dar algún giro al argumento que podría entenderse hasta con los ojos cerrados. Estas flaquezas son, a la par, sus fortalezas: es un producto tremendamente accesible. No pretende ser más de lo que es. La foto, los efectos especiales y su sentido del humor, son estupendos, eso sí.

Lo mejor: sus personajes. Personalidades dispares, simples y divertidas. Es fácil encariñarse con ellos. Pine y Grant forman un dueto de protagonista-antagonista dinámico y difuso; hay algo de noble y de miserable en ambos.
Que el personaje más primario sea el de Rodríguez, es algo que llama poderosamente la atención: una masculinidad frágil encarnada en una mujer. Esto resalta mucho el contorno de esta figura; que por otra parte, es aceptada tal y como es.

La recomendaría a cualquiera que quiera pasar un rato ameno frente a la pantalla con cualquier tipo de compañía.

Cumple todo lo que promete: diversión, fantasía, peleas, pifias, guiños, cofres que muerden e, insospechadamente también, dragones y mazmorras.

Vale Quentin... ahí va mi primer 10 en tu filmografía por "Érase una vez... en Hollywood". No será cine de culto... porque es: culto al cine.

1. El lado más humano de Hollywood: contraponiendo un personaje de profundidad con uno primario.

2. El homenaje a lo audiovisual: el día a día de una generación delante del televisor y la gran pantalla; entre sets de rodaje y profesionales de sus oficios.

3. La experiencia automovilística inmersiva: esos fantásticos coches como medio de transporte, núcleo de desarrollo de trama; y excusa para la exhibición de infrecuentes recursos visuales.

4. La música como "hilo de fondo" vital: integración con maestría de la brutal BSO desde la escena como fuente.

5. Evolución de lo "tarantineano" a un estado muy sutil: sus típicos diálogos irrelevantes pero esta vez, en situaciones "no-dramáticas", reconocibles y cercanas al espectador.

Y sobre todo... -OJO SPOILER. Sé que no es rigurosa novedad, pero por si acaso- y aquí me ha vapuleado de lo lindo:
6. La ambigüedad narrativa que sostiene entre ficción y realidad. Me enfadé mucho al reconocer a Manson. Dudé durante hora y media de si tendría el mal gusto de recrear unos hechos tan sensibles. E aquí su grandeza: convertir una de las mayores tragedias del mundo del cine en un simpático cuento. No sin refrescar su memoria y revivir sus emociones; y no sin una identitaria, más que exagerada, buena dosis de violencia en el final alternativo.

Transpira respeto en toda su concepción y a todos los niveles, esa es la clave de su éxito:

1. La misma desarrolladora del videojuego (Riot Games) ha coproducido el proyecto, lo cual dice cuán de cerca quería gestar esta obra audiovisual.

2. La serie aporta valor por sí misma -según me comentan mis amigos bien conocedores del universo LOL-, complementa el lore del propio videojuego, configurando una metanarrativa multimedia.

3. Los personajes están dotados de una personalidad e importancia particular en el desarrollo de la trama. Conscientes de que sus ascendencias aquí podrían tener un impacto emocional relevante en los millones de jugadores de LOL y que ello podía perjudicar severamente los balances del metajuego.

3.1 Desde una perspectiva de género, además: vale la pena destacar su mayoritaria presencia de personajes femeninos libres de sexualización -en videojuegos de influencia de anime que esto sea así, no es casual-. Es más, la única escena de desnudez es por parte de Ambessa (mujer negra y de mediana edad), como signo de empoderamiento, frente a un Jace ruborizado (varón blanco y adulto). También se obvian y/o presentan las orientaciones sexuales de una manera muy sutil en la trama; siendo los vínculos de amistad y familiares principalmente los que movilizan a los personajes.

3.2 No podemos dejar de mencionar a la querida disociada: Powder/Jinx. Una adolescente a medio camino entre Gollum/Smigol y el Joker; como un guiño sensible a la psicopatología de lo que es un personaje caótico, pero con un trasfondo tierno.

4. La dirección artística es simplemente brutal: desde lo estético, a lo ambiental, a las sorprendentemente escasas escenas de acción -en las que realizan una auténtica exhibición de dominio del lenguaje audiovisual y oportunidades del medio, con secuencias imposibles solo aptas para realizaciones digitales-.
Con este ritmo y formato, es algo superficial en lo dramático, pero tremendamente entretenida y divertida. Higiénica y disfrutable para todos los públicos. Un precedente ejemplar en todos los sentidos.

Señores/as de Riot: pueden ustedes sacar pecho.

@antonirg.psico

Una producción excelente, sin duda. La fotografía, la integración de los efectos especiales, y el sonido en general son brutales -una vez más, con mención especial al trabajo de Zimmer-.

Pese a la duración de su metraje y pese a entender a quienes son más afines a montajes más comerciales, la trama fluye correctamente y por lo que puedo conocer de los videojuegos, la anterior versión de Lynch, y según me confirmaba mi amigo y acompañante buen conocedor de toda su literatura, está bien tratada.

No dejan de suceder cosas, así que no se puede decir que sea "lenta". No obstante, varias de las secuencias, y en sus diálogos y escenificaciones especialmente, resultan algo forzados. Como si tan solo pretendieran definir a los personajes mientras que son insustanciales en lo narrativo. Así, y pese a disfrutar continuamente de cada detalle de como Villeneuve plasma la rica aridez del universo Dune, en lo dramático, es una película bastante plana.

Apenas logró emocionarme ni empaticé con sus personajes (pese a y conocerlos previamente. Imaginaros para quienes no los conozcan). En lo afectivo y con el film -que no con la obra-, para tratarse de un ambiente desértico, me dejó más bien frío.

Es una adaptación notable, y lo celebro. E iré a ver la segunda sin duda. Pero en cuanto a experiencia global, entre lo explicado, habiendo ido el mismo fin de semana del estreno, y sin saber que estás pagando una entrada para una película que forma parte de una saga y que sus partes no tienen nada de concluyentes, hay tantos aspectos positivos como reguleros por los que la recordaré.

Todo esto deja en una posición delicada a su ya confirmada segunda entrega: un listón realmente alto en lo estético-técnico que sostener, y en lo mesiánico propio de su temática, la esperanza de una profecía por cumplir.