Cuando vi el primer capítulo me aburrí, con todos esos nombres difíciles de recordar y las referencias cruzadas que hacían. Nunca sabía de quien estaban hablando. El segundo capítulo no me pareció tan lioso. Al tercero ya estaba enganchado. En dos semanas había visto las cinco temporadas.

The Wire es una de esas raras series en que no sabes qué pasará, no se te da todo mascado ni se salen por la tangente con giros absurdos. Tienes la sensación en todo momento de que las cosas podrían suceder tal y como te las cuentan, con total normalidad, y aún así resulta sorprendente. No hay "buenos" o "malos" extremos, sino personajes llenos de matices que parecen totalmente libres para triunfar o fracasar sin que ninguna "moralina" o justicia divina les ayude para ello, y de los cuales es imposible no encariñarse.

Es una joya.

Es una grandísima basura sin sentido. Uno se pregunta cómo alguien puede conseguir dinero para hacer una película así y cómo nadie ha parado este despropósito mientras se hacía.

No es haya que esperarse obras de arte en este tipo de películas, pero al menos esperas encontrar alguna "chorrada" que te haga sonreir. Ni eso. Poco a poco ves que saltan de película en película pero ninguna de las parodias tiene la más pizca de gracia, lo cual a parte de hacerte perder el tiempo, resulta irritante.

El vestuario consta de unos magníficos disfraces de categoría de feria ambulante, más aptos para ganar un premio de discoteca de pueblo que para una película, lo cual no es del todo malo, ya que así no desentona con el resto.

En fin, un primor.