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España España · Granada
Críticas de Monica
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
10
27 de enero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser o no ser nace en Shakespeare y culmina en Lubitsch. No sólo el título de la película vincula la ficción del cineasta con la poesía del escritor, también el protagonismo de una obra como Hamlet en Ser o no ser no es una casualidad o una preferencia por encima de Romeo y Julieta. Sin lugar a dudas esta película es una agudísima comedia, una elegante parodia, una sátira de sátiras. Pero eso no es lo importante cuando es Shakespeare quien sostiene las paredes, y el techo, y la puerta de esta casa cerrada que se llama Ser o no ser.

La idea de mostrar teatro dentro del cine, unido a la presencia de Shakespeare a lo largo de la película, no puede sino recordar a algo anterior: la idea de teatro dentro del teatro. Esto, que se remonta a la época de la literatura isabelina, nos traslada directamente a Hamlet. Así, la casualidad se resuelve de golpe. La representación de una ficción (la teatral) dentro de otra (la cinematográfca) surge de la propia trama del Hamlet que protagonizan Joseph y María Tura. En la obra de Shakespeare, Hamlet contrata a un grupo de actores para representar frente a los ojos de Claudio —del que sospecha que ha matado a su padre— un drama que reconstruye el presunto asesinato. Del mismo modo, parece que en Ser o no ser los actores se transforman para representar una comedia que, en esta ocasión, reconstruye el absurdo del nazismo. Así, al igual que Hamlet manda representar algo que no sabe si ha sucedido pero lo sospecha, Lubitsch disfraza a los actores del teatro —y a la vez, de la película— para ponerle voz (cómica) a algo que está sucediendo pero que sospecha muy absurdo.

Esta voz en clave de parodia hace magia. ¿Quién se explica que Hitler de tan patético parezca inofensivo? Da miedo el acercamiento que hace Lubitsch al rodar esta película en 1942 porque signifca que, incluso antes de que terminara la guerra, ya había ojos que veían lo estúpido, inútil, lo absurdo de la estructura del nazismo. La comicidad de Lubitsch impresiona porque deja entrever esto, asusta porque la parodia es posible gracias a unos personajes y unos hechos reales fácilmente parodiables.

Es por esto que la película se debate entre ser o no ser solamente una comedia. En el Hamlet de Shakespeare, Claudio abandona el lugar, asustado tras ver representado su propio drama, y es precisamente esto lo que convence a Hamlet de su culpabilidad. Es la propia representación la que, de repente, convierte la simple suposición de un hecho en realidad. En Ser o no ser, se llevan a cabo juegos de identidad, escenarios que no son lo que aparentan ser, y disfraces varios como instrumentos para simular una realidad que parece más cierta cuando es representada. ¿Acaso no es realmente verosímil un Hitler que diga Heil myself?

Si cabe hablar sobre la relación entre teatro y realidad en esta película no es más que por las similitudes que existen entre lo representado y lo que ocurre realmente. Parece que es Lubitsch el que se levanta cuando Joseph Tura entona el ser o no ser para decir algo así como: ¡Cuidado! Todo lo que ocurre a un lado, también podría ocurrir en el otro. De la misma forma se muestra con el juego de disfraces: Joseph Tura se hace pasar por el coronel Erhardt para tener una conversación con el profesor Siletsky, pero posteriormente se convertirá en el propio Siletsky para conversar con el verdadero coronel Erhardt. Más tarde, se enfrentará cara a cara con el Siletsky real (muerto) mientras él mismo interpreta al Siletsky vivo.

Son miles los mecanismos que utiliza Lubitsch para confrmar esa frontera tan leve —garantía de un abanico inmenso de opciones posibles— entre lo que fue y lo que podría haber sido, o viceversa. Este espacio difuso es precisamente el que dibuja la verdad de la película, la anatomía de ese absurdo episodio de la Historia que sólo puede mostrarse como tal a través de la parodia. No obstante, es una versión de los hechos que no por cómica deja de asustar, pues ver a Hitler coreándose a sí mismo hace pensar que seguramente se corearía a sí mismo; al igual que Hamlet supo quién había matado a su padre después de representar en el escenario al asesino de su padre.
Monica
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