Película hiperrealista para minorías. Faltan películas arriesgadas como ésta en el cine actual. El brillante trabajo de Mónica del Carmen nos sumerge en un microcosmos de insufrible soledad que roza la inexistencia. El único modo que encuentra de volver a sentir su cuerpo es el dolor. Se recomienda ver a altas horas de la madrugada, en soledad y en un momento de crisis existencial.

Creo que por parte del público español se ha sido excesivamente benévolo con esta película. Yo siendo benévolo sólo puedo darle un 4. Cuando voy al cine espero ver una película que me proponga algo distinto. Para ver más de lo mismo prefiero quedarme en casa y ponerme una vez más Psicosis, El exorcista, El resplandor o Los otros. En esta ocasión tendría que haberlo hecho. El Orfanato está lleno de lugares comunes: puertas que chirrían y se abren solas, la casa antigua, la muñeca vieja, los ruidos en el piso superior, el niño que habla con espíritus... Paro aquí porque si voy uno por uno cuento toda la película. Simplemente se salva Belén Rueda, que hace un trabajo correcto.

No había visto una película española tan buena desde Los lunes al sol, y en algunos aspectos ésta es mejor. El guión y la dirección de Daniel Monzón sobresalientes. Las interpretaciones excelentes. A destacar por supuesto Luis Tosar pero también Vicente Romero, que ya resaltó sobre el resto del reparto en Padre Coraje.
No he puntuado la película con un 10 por dos motivos: la interpretación de Alberto Ammann no está a la altura y el guión cojea en los diálogos del funcionario y su mujer, que son simplones y poco creíbles.

Una película veraz que secuestra tu atención hasta los créditos del final. Una trama bien hilada, una dirección de actores excelente, estética acertada e interpretaciones brillantes. Adèle Exarchopoulos entrega su cuerpo y su alma a la película. Su trabajo es impagable; interpretación contenida pero tremendamente intensa cuando la situación lo requiere.
La película está a la altura del mismísimo Jean Jacques Annaud. Desde luego los franceses cuando se ponen a hacer cine son insuperables. Supongo que todos esperamos que a estos dos capítulos les sigan unos cuantos más (y que sean de la misma calidad).

Lo siento, pero cuando se repiten acciones o se ralentizan como si fueran goles de un partido de fútbol, cuando el héroe sobrevive de forma inverosímil a todo tipo de peligros, cuando la música se hace imprescindible para apoyar la acción porque ésta no se sostiene por sí misma, yo me salgo de la ficción y pierdo totalmente el interés por la película. Es que soy el único al que le pasa esto? Cuántas concesiones estamos dispuestos a dar los espectadores al cine comercial yanqui?