Macarrada de Steven Seagal. Se trata de su película más violenta, la más bestia, a los malos los machaca, los hace puré. Destaca la música de James Newton Howard y alguna que otra escena de persecuciones.

De los creadores de Arma letal y con el mismo reparto técnico, se vuelve a repetir el exitoso esquema de las películas de colegas. Uno blaco y el otro negro que resuelven un caso peligroso a base de tiros, peleas y chistes graciosos. Entre los protagonistas hay química y Bruce Willis está muy cómodo en el papel de policía borracho pero eficaz, con una familia en crisis.

Con un explosivo comienzo repleto de acción, la película se decanta después por el suspense y la intriga por conocer la identidad de un asesino que está sembrando de cadáveres los canales de Pittsburgh. Las pruebas parecen señalar a Bruce Willis un policía cuyos amigos y familiares no son trigo limpio. La cinta resulta entretenida aunque el final es bastante decepcionante.

Tuvo bastantes dificultades el rodaje de este film debido a la rivalidad de egos de su pareja protagonista. Y es que tanto Harrison Ford como Brad Pitt trataban de acaparar el protagonismo del film. Ford, que era la estrella de mayor peso, obligó a modificar el guión para que se incluyeran más escenas en las que apareciese el. Porque veía como su papel era más bien de tipo secundario y el protagonismo recaía en Pitt. Por su parte este último se mostró disconforme con la idea de que su papel perdiera relevancia en favor de Ford, con lo que durante el rodaje ambos se llevaron a matar. El resultado una película entretenida, bien dirigida por el malogrado Pakula, pero que no consigue convencer del todo quiza debido al escaso desarrollo del argumento.

Tensa película de acción y suspense a la que el director Walter Hill imprime un ritmo de mil demonios recuperando el buen hacer de sus primeros trabajos. La historia trata de un par de bomberos que descubren un mapa en el que se hayan las instrucciones para localizar un tesoro enterrado en una antigua iglesia ahora reconvertida en fábrica abandonada. Lugar donde los traficantes aprovechan para ajustar cuentas. Los protagonistas se meten en la boca del lobo al convertirse involuntariamente en testigos de un asesinato. No quedándoles otra salida que la de parapetarse en una de las dependencias de la fábrica con un rehén para su protección, nada menos que el hermano pequeño del jefe... Muy recomendable.