La película no se maneja bien con la hondura sentimental que una mujer como la protagonista gestiona en su odisea afectiva. Ni se justifica bien el daño o el sufrimiento que ocasiona su adicción al sexo, ni se justifica bien su radical cambio al emparejarse, ni se justifica con suficiencia su introducción a la prostitución... falta profundidad, falta comunicar más y sobre todo comunicar mejor.

Tampoco funcionan las interpretaciones, excepto la de Ángela Molina y quizá la del cliente andaluz. El resto, o simplemente aceptables o básicamente malas como la de Sbaraglia o la del amigo de color. Y tampoco el ritmo es bueno, no se ha sabido cortar, por ejemplo, el metraje excesivo, aburrido, de la fase del actor argentino.

Una pena, porque el director sí nos regala con una estupenda fotografía y en general un producto técnicamente riguroso.

Pero sería un error resumir diciendo que es una película para hacer un dinerillo con el sexo fotografiado y la excusa barata de una historia de mujer, ni mucho menos. No se esconden los cuerpos, se exhiben, sí, pero es que toca ilustrar la vida de una 'ninfómana' (que entrecomillo porque no sabe uno si al escribir la palabra ya lo van a etiquetar de antigualla reaccionaria) y eso requiere mucha piel y algunos jadeos, es pura lógica.

No es una de aquellas películas S para los salidillos del barrio, aunque ellos la consumirán sin duda, pero lastimosamente no cuaja como lo que quisiera ser, una historia de esas que nos remueven cosas de muy adentro y hacen que nos detengamos en el mundo interior de personas netamente diferentes a nosotros, o al contrario, que nos ayuden a identificarnos, a reconocernos en otros.

Las mujeres puntúan mejor esta película que los hombres y una amiga mía sí afirma haber notado parte de esa profundidad que yo he echado de menos. Interesante, eso voto. Pero no más. Ni menos.

Se pretende que la historia retrate las relaciones, el calor, los sentimientos de una comunidad en torno a la existencia de un club social (convivencia, cultura) y deportivo (actividad física para jóvenes y niños) y de la catarsis que supone su posible desaparición.

En el marco de una Argentina destrozada por una profunda crisis económica que corroe los logros, el bienestar y los valores de épocas más felices y boyantes, una empresa quiere reconvertir al club Luna de Avellaneda en casino dando trabajo y nuevas oportunidades a los socios que viven entre los esqueletos de hormigón y un tristísimo paisaje de suburbio que antaño fue bullicioso enclave de actividad industrial y desarrollo social.

La decisión acerca de esta reconversión/destrucción revoluciona el vecindario y provoca un debate en lo personal y lo colectivo que protagoniza la segunda mitad del filme.

Pero eso es en realidad lo que se pretende. Y no se logra. Pocos espectadores, quizá los más románticos e idealistas, pero pocos, repito, se verán de verdad emocionalmente implicados en ese torbellino de sentimientos e intereses que supone el debate sobre el destino final del club. Y sin embargo todo está planeado para que duela la pelea entre las dos posturas: los que apuestan por un futuro nuevo, diferente, pero seguro y los que quieren mantener la ruína actual de lo que otra generación levantó con tanta alegría, convicción y esplendor. Pero no, no llega ese cénit emotivo, o lo hace con tibieza, insuficientemente.

Por otro lado está la cotidianidad de la comunidad, de la convivencia en torno al club, las pequeñas historias de cada cual. Y aquí también se falla, simplemente se retratan unos pocos personajes en su devenir particular y es entretenido, está bien, pero seguro que se pretendía algo más.

Hay un tono coral, personajes diversos, y algunas escenas, poquitas (no me refiero a la sorprendente escena inicial), recuerdan aquellos planos divertidos y repletos de actores en los que se superponen varias acciones tan del cine realista y neorealista español e italiano en tono de comedia. Pero tampoco salen bien, se aprecia una coreografía forzada, lejos de aquella encantadora naturalidad de los artistas del blanco y negro. Por cierto, que Jose Luis López Vázquez aparece por aquí con un papel interesante pero sólo discretamente desarrollado por el actor y la dirección.

Esta película contiene además uno de los grandes despropósitos de la historia del cine (bueno, exajero un poco, sí), se trata de la reacción de Román cuando la mujer le hace la confesión: escena completamente absurda, una rareza digna de colección.

Entretenida, pero algo malograda respecto de sus propósitos.

Los teléfonos móviles sostienen la trama inicial de esta historia, móviles como cordones umbilicales, como soportes de vida, como esperanza, como aliados, como armas... pero si la batería falla o se rompen, uf, la cosa se torna agobiante.

La película es entretenida y provoca tensión de la buena en muchos momentos. Se sostiene perfectamente y no dejan de suceder cosas. La narración y los acontecimientos se hilan con bastante pulcritud aunque no hay nada realmente novedoso, es una película americana de acción/thriller con tiros, coches, buenos, malos, corruptos y héroes.

Cine bueno, pero del que no llama a filosofías ni a profundos sentimientos.

Es irregular pasando desde la serie de altísimo nivel que muchos nos reportan hasta bajadas de ritmo que la convierten en poco interesante, mediocre, por capítulos enteros.

Contra lo que se suele comentar el personaje no existió y eso, en parte, quita un pelín de atractivo a la historia si es que has llegado a ella pensando que ibas a revisar las vicisitudes y los éxitos de una chica que junto a las dificultades propias de su sexo en una época y un ambiente con prejuicios hacia las mujeres tampoco fue favorecida en otros aspectos de la vida.

En fin, un par de primeros episodios geniales y luego cosas de cierta calidad alternando con otras de poco valor narrativo y escasa sustancia.

Que no, que no me creo ni las críticas profesionales ni las amateurs, esta película es muy buena para lo que es, cine para niños o para niños y tíos y padres. ¿Alguien pretende que una cinta como esta le lleve a cambiar de vida o a reconstruirse como persona? No, no vamos a echar lagrimitas viéndola pero ¿y qué?

El espectáculo visual y la acción son algo más que muy buenos. Las parodias de otras grandes películas y géneros de lo más inteligente, y en fin, una animación que ya conocemos por las dos precedentes, exquisita.

Peliculón de animación.