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Argentina Argentina · Ciudad autónoma de Buenos Aires
Críticas de Alesztejn
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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
El sol del membrillo
Documental
España1992
7,4
5.649
Documental, Intervenciones de: Antonio López
9
5 de mayo de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años atrás, y en ocasión de un curso de critica de cine, me topé con la película El sol del membrillo (Víctor Erice, 1991) no como un encuentro casual sino más bien como una cita obligada. Luego de haber visto en un cine de la calle Corrientes y casi por azar, la mágica y hermosa El Sur (1982) no me hubiese perdonado dejar pasar por alto ningún largometraje de este enorme cineasta que es Víctor Erice, autor también de El espíritu de la colmena (1972), otra maravilla.

Quedé tan fascinado con El Sur, con esas coloridas imágenes casi pictóricas, con esos inolvidables personajes, con sus sentidos diálogos o hasta con sus silencios que acá estoy intentando hacer un análisis de lo que fue el último largometraje conocido en Argentina de este inteligente director Donostiarra, que parecería realizar un largo cada diez años.

Resulta obvio afirmar que esta película, algo así como un documental ficcionalizado, resultó algo muy distinto a sus dos largometrajes anteriores fuertemente ficcionales. Ocurre que El sol del membrillo es un producto audaz y distinto, una rareza dentro del cine y que bien vale la pena revalorizarla nuevamente.

El propósito del film consiste en registrar el trabajo de un artista plástico, Antonio Lopez García, que intenta pintar un membrillo que florece en el jardín de su casa. Para ello el cineasta no hace otra cosa que situarse con su cámara en el mismo sitio y a la misma hora en que el pintor lo hace con su caballete y sus pinceles.

No hay ningún intento por parte del film de elaborar un documental de arte, realizar un tratado sobre cine y pintura, ni de declarar tesis alguna: la ausencia de guión y un casi nulo movimiento de cámara otorgan la libertad necesaria para dejar al artista en su soledad para captar los rayos de sol que bañan a su membrillero. De allí el nombre del film. Y de allí también surge uno de los conflictos principales que atraviesa el relato. El clima horrible, con la presencia constante de nubes y lluvias torrenciales atenta contra la producción del pintor que solo encuentra momentos de sol muy intermitentes. Además aparece un apuro porque su cuadro debería desarrollarse en los momentos en que en España transcurre ¨el veranillo de San Miguel (fines de septiembre), cuando los membrillos maduran y cuando los rayos generan una luz y un calor misterioso¨ según rezan antiguas leyendas del país ibérico.

Con esos detalles temporales tan precisos, el film se halla narrado en forma de diario, detallando fechas y horarios. Lo que supondría de esta manera un registro casi documental, la captación de un sujeto pintando un cuadro, se integra a la vez a un registro ficcional. Y la introducción sutil de los toques del cineasta así lo certifica.
En una elegante maniobra de la banda sonora, el realizador transforma astutamente el ruido ambiente de una radio hasta elevarlo y convertirlo en el sonido de las noticias. Recurso que le permite, panorámica vertical mediante, desviar la atención desde el cuadro hacia su contexto: el cielo, la ciudad, Madrid y su actualidad a la hora de la siesta.

De al misma manera hay una voluntad por captar todo lo que rodea la actividad del pintor mientras dibuja su cuadro, sea un grupo de albañiles extranjeros construyendo una pared, un amigo que relata anodinas anécdotas, una mujer que colorea un retrato, o un perro que entra y sale de la casa. Erice va consiguiendo su film en paralelo con la historia de los acontecimientos.
Por todo eso la presencia intencional de la cámara filmadora dentro del universo ficcional, con su ruido mecánico, su timer y hasta con su sombra proyectada. Porque ella también sería como un personaje más dentro del relato de los sucesos.

Una luz artificial se enciende solitaria cuando la cámara se queda sola en medio de la oscuridad de la noche frente a unos frutos que vencieron a su rama y yacen en el suelo al borde de la descomposición. Pero a la mañana siguiente el brillo del sol aparece y el cineasta asalta a su personaje inspirado dibujando otros pimpollos. Esta vez la composición de los planos se hace diáfana, aunque un irónico primer plano sobre la tela distancie al espectador mostrando algo bastante parecido a un mamarracho un tanto ridículo.

Lo importante entonces se juega en el ejercicio de la contemplación. La pintura, los artistas y el cine se convocan pero cada uno atiende su juego. ¨Se trata sobre todo de partir cada uno con sus útiles de trabajo y acudir a una cita junto a un árbol¨, declaraba Erice antes del rodaje.
Se trata, en mi caso personal, de acercarme una vez más a una singular filmografía. Para pensarla y para contemplar este lindo e interesante cine que nos ha ofrecido este poco conocido pero muy valioso director español.
Alesztejn
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9
11 de julio de 2020
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si uno toma "Fiebre" y le saca la banda sonora, es decir si le quitamos la puntuación musical, a los personajes le pasa la mitad de las cosas. De hecho es notable como funciona en el popular film la música, es asombroso, y es simplemente música.
Porque en la película de 1978 uno se sube al discurrir del filme y dan ganas de vivirlo, un lugar donde se crea un espacio ficcional sumamente poderoso. La disco en el film es un lugar donde empiezan a pasar cosas, comienza a ser vivida como un lugar apto para el desarrollo de ficciones y de relaciones humanas.

No transcurren ni ocho minutos del comienzo y ya el film arroja sus barajas y nos ofrece uns preciosa escena coral con bailarines danzando en la pista alternando con un Travolta mirándose al espejo y moviendo su cintura como él, y solo él, lo sabe hacer. Llegamos al minuto quince y nuevamente las imágenes nos invita a ingresar en la disco Odisea 2001 junto a un altanero Tony Manero al que todos rodean y vemos nuevamente una pista colmada con bailarines alucinantes, en maravillosas coreografías grupales.

En mi país, esta película estrenada en 1978 y en plena época del gobierno militar, generó mas de una polémica acerca de qué modelo de juventud exaltaba ese guión tan explícito en mensajes como "al diablo con el futuro o lo única cosa que importa es mi camisa para ir a bailar esta noche", para acallar al joven rebelde, desobediente o contestatario. La falsa dialéctica rockero vs bolichero tomaba fuerza a medida que el film se iba convirtiendo en un rotundo éxito de taquilla y los jóvenes, y no tanto, se subían a la ola generada por Travolta en su traje blanco, sus botas, y sus brazos apuntando al cielo.

Sin embargo, luego de estrenada Fiebre, a los miles de espectadores poco les importó esa seudo discusión de algunos, cuando sentaditos en sus butacas aplaudían y zapateaban mirando casi hipnotizados esas luces estrambóticas y multicolores de la película, envueltas en ese sonido Dolby que imponía su pulsación y sus graves con una llegada al público mucho más física y que desbordada los límites de la pantalla.

La banda sonora con sus estupendas y multifacéticas canciones es sin dudas una sucesión de grandes éxitos con 17 temas inolvidables y rotundamente pegadizos que elevan el placer al escucharlos aun hoy día con una nostalgia conmovedora.
Uno de los ejemplos mas acabados es que en su final (sin ánimo de espoilear un film que ya ha visto casi todo el mundo) tiene una especie de tristeza recóndita que impregna la despedida de dos personajes fascinantes. Sin embargo, ese desenlace se lo recuerda mucho mas popular por la hermosa e inolvidable "How Deep is your love" durante el momento de los créditos! que por esa especie de pacto de amistad de un hombre y una mujer que en gran parte de la película nos prometen otra cosa.

Es inevitable que esa noche de disco interminable e inmortal legue hasta nuestros días y le cueste envejecer por más que ya lleve mas de 50 años. Y mientras termino de escribir me despido feliz mirando imágenes de reojo el paso de Travolta mientras me resuena la misma y recurrente frase: "here in your arms I found my paradise my only chance for happiness" de la preciosa letra y melodía de "More than a woman" de los Bee Gees.
Alesztejn
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9
20 de agosto de 2018
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que en las entregas de Mamma Mia! o incluso en las obras teatrales que desfilaron por Broadway, Madrid o Buenos Aires, aqui nuevamente las bellas canciones de Abba vuelven a recobrar vida. Esta vez a través del cine en la continuación de lo que fue su exitosa primera producción.
Porque todo el universo de Abba se lo merece y porque tiene un formidable magnetismo para chicos y grandes. Si consideramos que el modelo original es ya de por si pegadizo y memorable, pues esta vez el cine ya cuenta con un punto de partida atractivo y poderoso. A eso le debemos agregar una notable puesta en escena donde la iluminación otorga una formidable cantidad de guiños a sus fans, como la recordada escena donde se produce la gran fiesta de inauguración del Bella Dona y se puede visualizar los colores y las luces como calcada de la tapa de un vinilo del ya nostálgico disco Super Trouper (1980). Tampoco faltan planos visuales comentadas con melodías de sus canciones menos conocidas, como el caso de la canción Our last Summer interpretada por un exquisito pianista al fondo de una pista de baile.
Pero eso si el buen cine no falla, las poderosas escenas del imprescindible tema de Dancing Queen estan potenciadas por un lado por una magnífica coreografía de bailarines muy bien ensayados integrados al paradisi´aco escenario natural y, lo que aun lo potencia mas, es una sutil declaración de principios. Como una idea visual casi de homenaje directo al exitoso film Dunkerque (2017) y en un momento melancólico repentinamente aparecen de la nada una muy buena cantidad de buques pequeños que vienen como a reivindicar y celebrar una causa noble, la reapertura del hotel que soñaba la madre de la protagonista y la bienvenida a todos los que se quieran sumar a esa fiesta de alegría de vivir.
Asi es el tono del film, luminoso, melancólico, alegre y de un constate homenaje a un género siempre vigente que es la comedia musical.Y por su puesto Mamma Mia 2 se aprovecha de todo ello para recaudar, sin dudas, pero también para desparramar felicidad y festejar el inagotable mundo creado por el grupo sueco. Thank you for the music.
Alesztejn
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8
10 de febrero de 2023
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La enfermedad de un gran amigo postrado las 24 horas en una habitación de hospital. Eso es lo que más le preocupa a Julio Rissio antes de convertirse en Tangalanga. Intentar a toda costa hacer reír a carcajadas a su amigo convaleciente para sobrellevar lo mejor posible sus horas de hastío.

El método aplicado consistía en llamar por teléfono de línea a algún lugar y comenzar a hacer bromas, podía ser una veterinaria, un parapsicólogo, carpintero (lo que venga) para consultar sobre un producto o servicio. Claro que, hablando al principio en tono amable y educado, hasta que pide pista y argumenta algo que pone incómodo a su interlocutor, lanzando una mala palabra, o directamente faltandole el respeto, produciéndose por lo general un fuerte intercambio de insultos a partir de un reclamo ficticio.

A mitad de camino entre el biopic y la ficción, El método Tangalanga esta basado en esta historia inicial verídica que capta muy bien esa relación de amistad y el nacimiento del bombardeo de cargadas por teléfono que lo hizo tan famoso.
Y en el argumento lo traslada a dos personajes, un oficinista muy tímido que no podía hablar en público, y que a través de una hipnosis que le hace Silvio Soldán -en una puesta que nos recuerda bastante a la escena mágica del cine de La rosa púrpura del Cairo (1985 )- es justo cuando empieza a aparecer Tangalanga cada vez que levanta el tubo de teléfono y hace unas bromas telefónicas que luego se las lleva a Sixto, el personaje que protagoniza Alan Sabagh para levantarle el ánimo.

El film también agrega toques de dramatismo y una historia de amor que nadie podría comprobar que haya sido cierta pero que decora bien el relato y le da un tono muy llevadero. Unos momentos románticos protagonizado entre el protagonista y una luminosa Julieta Zylberberg caracterizada con un estilo twiggy con su vestido amarillo, pestañas postizas y con una muy bella figura que nos remite a esos famosos iconos femeninos de los 60.

Es notable que hay una intención de hacer una pintura de época, la cual me parece un punto fuerte de la película. Apoyado en una banda sonora que además de contar en algunos pasajes con un muy bienvenido registro de la voz real de Tangalanga, nos ametralla promocionalmente con ese hitazo de Sandro que es la canción “Un mundo de sensaciones” junto a un eficaz y colorido afiche de presentación.

Me retiré de la sala de cine satisfecho y con la clara intención de volver a escuchar los audios de este querible y socarrón cómico argentino que ha cosechado miles de fans. Ya no en esas cintas de casettes vírgenes que circulaban antes sino en las actuales plataformas, actividad súper recomendada para el público general, en un buen complemento con este entrañable film.
Alesztejn
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7
12 de marzo de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Flaca es uno de los temas más famosos de la etapa Calamaro solista. Es sin dudas uno de los más queridos por el público y uno de los que más ha sonado en las radios a la hora de pasar rock "nacional" (epíteto ligado al rock de Argentina hecho en general por artistas argentinos). Es también uno de los emblemas del disco Alta suciedad (1997) y por supuesto una canción maravillosa.

Ahora bien, al contemplar el videoclip del tema ya los ánimos se desinflan un poco. Filmado en gran parte como una sucesión de planos cortos de un puñado de rostros de modelicas mujeres mientras transcurre la canción, parecería que al director lo que más le interesa es querer otorgar un conjunto de bellas imágenes. El resultado a primera instancia es el de un videoclip algo vacío de contenido y chato de estilo tomados de la estética publicitaria muy típica de los noventa.

Creo, eso si, que el video despega hacia algo más interesante cuando aparece en forma intermitente la imagen misma del rostro de Andrés Calamaro tarareando con los labios los versos de la canción. Con sus anteojos negros y sus largos cabellos enrulados parece conseguir rememorarnos ese aura entre místico e intelectual del icónico Bob Dylan.

Afortunadamente, el nivel de melodía y de letra de la canción son tan poéticamente buenos que las imágenes a priori publicitarias terminan como en un segundo plano en importancia, porque lo realmente relevante son esos cuatro minutos de música que nos remiten a lo mejor del rock nacional de Buenos aires. Y ahí sí el director diego Kaplan nos regala sobre el final unas bellas postales de una Buenos aires nocturna en la que el músico parece querer capturarla con una vieja cámara super 8 que se muestra imperecedera, solitaria, indiferente a la realidad de su tiempo a pesar de los cientos de millones de reproducciones que tendrá en YouTube.
Alesztejn
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