La acción nos sitúa en 1988, cuando el dictador Augusto Pinochet convocó un plebiscito mediante el cual el pueblo decidiría si seguía o no liderando Chile. Entonces tras quince años de dictadura férrea con una gran cantidad de ejecutados y desaparecidos los chilenos tienen la oportunidad real de dar el paso a la democracia. El equipo creativo que protagoniza el film, encabezado por René (Gael García Bernal), será el encargado de convencer a la gente de que se decida por el NO en la votación.


“El presidente va a ganar igual, dejémonos de huevadas”

Con esta frase se puede definir el espíritu derrotista con el que comienza la acción en la película, ya que nadie realmente cree que sea posible la victoria de la oposición. Pero serán los medios de comunicación que habían estado sesgando la información durante quince años los que permitirían a los opositores de Pinochet expresar sus ideas. El objetivo era conseguir que la gente se identificara con ellos, y lo más importante, tratar de conseguir que el pueblo no tuviera miedo de votar en contra del cruel dictador. Esas serían las armas del equipo de René: la libertad de expresión (tampoco absoluta pero más de la que habían tenido hasta el momento) y quince minutos diarios de exposición de sus ideas en televisión.

De esta forma se desarrolla una batalla política mediante la publicidad, y en esta batalla al igual que ocurre hoy en día la originalidad del producto tiene un gran valor. Solo con la publicidad es imposible cambiar un sistema político, pero se puede influir en el pueblo siempre que sea suficientemente llamativa. Obviamente en una dictadura no se permite que haya alguna amenaza que pueda derrocar al dictador, por lo tanto aquí se encuentra la tensión en la película. Aceptar ese trabajo es un peligro para los del NO, y Larraín es capaz de mostrar muy bien la situación que viven René y su familia a lo largo de la campaña.


Sin duda uno de los aspectos más característicos de esta película es su estética, la forma en la que fue grabada. Ya que para realizar el film se utilizaron cámaras de los años 80, que nos permiten acercarnos a la estética del momento que se quiere representar, como si estuviéramos dentro de la propia publicidad. Al principio es un poco chocante ver así la película, pero a medida que avanza ya no molesta a la vista. El buen uso que le da a la cámara Larraín y a este sistema en desuso te introduce más en el momento en el que tiene lugar la película y permite que no haya prácticamente distinción entre las imágenes de ficción y las de archivo. Se puede decir que es un riesgo grabar así, pero Larraín se desenvuelve correctamente y le da un toque personal a la película.

Uno de los reclamos de esta película es que es una de las cinco nominadas al Oscar a Mejor película de habla no inglesa. Hay que recordar que la gala se celebrará el día 24 de febrero y que en esta categoría “Amour” parece la clara favorita. Además “No” es la primera película chilena en conseguir esa nominación.

Para concluir, me parece que “No” es la película que tendrían que poner en las clases de la universidad de todo aquel que se quiera dedicar a la publicidad y a cualquier ámbito del medio audiovisual.

Cuando uno lee en una revista de cine que Levinson (Sleepers) ha reunido en un reparto a Robert De Niro, Sean Penn, Bruce Willis, John Turturro... No necesita ni leer el argumento de la película las ganas de verla ya fluyen por tus venas. Vas al cine, te sientas y comienza la película, De Niro es el protagonista, pero lo malo de la película es que se intentan abrir historias a medida que avanza la película y luego se dejan colgando e inconclusas. Es casi mejor la película que crean dentro de la propia película que ésta. Tampoco sabes si lo que te está mostrando la película es una crítica, una representación de la realidad o si es una burda parodia del mundo del cine visto desde los ojos menos cinéfilos, los ojos con los símbolos del dólar de los productores. Lo peor de la película es dejarla colgando en algunos puntos, si estuviera centrada en una o dos historias paralelas habría estado mejor.

Los números de criminalidad están por los suelos, la situación parece ser la idónea en cuanto a estabilidad social, pero ¿a qué se debe este cambio? Una noche al año el gobierno estadounidense permite que se cometa cualquier tipo de crimen sin ninguna intervención policial ante tales sucesos. Durante esa noche cualquier ciudadano puede desahogarse haciendo lo que le plazca: puede matar al vecino que le ha pisado las flores o al jefe que le hace la vida imposible en el trabajo, en ese momento se muestra la verdadera naturaleza salvaje de las personas.

En este contexto el protagonista del film ha conseguido hacer fortuna vendiendo sistemas de seguridad para la noche de la purga. Al comienzo de la noche parece que la familia de los Sandin no va a sufrir ningún problema y va a pasar indemne como cada año. Pero esta noche no es algo fácil de comprender, sobre todo para el hijo pequeño de la familia, ya que entender que puedes matar a quien quieras exento de cualquier tipo de consecuencia legal no es sencillo. Este dilema moral es el que hace que la familia entre en un conflicto para salvarse a sí misma de una amenaza que no esperaban.

No soy un entusiasta de las películas de terror porque al final todas las producciones actuales parecen iguales, pero la idea tan original de la que parte este film ya lo hace diferente. Piensa en lo que podría ocurrir si durante una noche pudieras liberarte de la tensión acumulada durante mucho tiempo, lo que supondría en la sociedad poder matar y morir sin ninguna responsabilidad. La película se desarrolla de forma correcta, presentando bien la situación que se vive en esa noche. La pega que se le puede poner a la película es que a medida que avanza va perdiendo fuerza y se hace algo monótona y previsible, perdiendo la potencia inicial.

El reparto es una pieza clave, destacando a Ethan Hawke ('Antes del anochecer'), Lena Headey ('Dredd') y al casi desconocido, pero inquietante Rhys Wakefield. Parece que 'The Purge' cae en la tendencia de grandes ideas que pierden fuelle a medida que avanzan, y no se explota el potencial que a primera vista parece tener. Por lo tanto entra en el club de 'In time', por decir alguna idea mal resuelta. Pero al menos en este caso aunque el resultado final no sea una obra maestra sí que resulta un producto interesante, que consigue entretener durante un buen rato y actualmente eso es algo difícil de encontrar. Otro factor interesante de la película es el mensaje político y ese cuestionamiento de si los más afectados en la sociedad por este evento son los que menos recursos tienen, aunque este mensaje político no es muy profundo sí que marca la película y es esencial en ella.

Así que si estáis pensando en ir al cine, hacedle un favor a la humanidad y no vayáis a ver 'El hombre de acero', 'The Purge' al menos desprende cierta originalidad y no te quieres morir por haber pagado 9 euros para aburrirte durante 143 minutos con una producción totalmente superficial y banal. La impresión final que provoca 'The Purge' es que te has entretenido durante un rato y te hace pensar si serías capaz de matar a alguien con tal de desfogarte quedando impune y evitar así cometer más infracciones a lo largo del año.

Butler y Hall, Hall y Butler, ¿qué puede fallar? Ponemos a Butler de bueno y a Hall de malo, Butler tendrá que superar todos los retos, llegar hasta el final y vengarse.
Aprovechamos el tirón de Hall como Dexter y tampoco nos curramos mucho el personaje, un poco más de descaro, pero la misma sangre fría que en la serie.
En cuanto a Butler buena interpretación como siempre, pero el rol de personaje que se supera por venganza está muy explotado ya.
Película con una idea original pero un guión muy exprimido, le podrían haber sacado mucho más partido al personaje de Hall.

Parece que está de moda hacer películas cuyo argumento se basa en historias procedentes de la cultura clásica (sobre todo de origen griego). Entre las destacadas en este género encontramos: Furia de titanes, Troya, 300…

Precisamente están vendiendo Immortals como una nueva 300, esta comparación no beneficia nada a la nueva película ya que superar a la película de Zack Snyder es un trabajo muy complicado, y aún más en su propio campo donde intenta competir Immortals.

La película tiene varios fallos tanto argumentales como estéticos. Uno de estos defectos es la artificialidad del montaje, que nos muestra unos escenarios poco creíbles y que no llegan a ser espectaculares como cabría esperar de una película de este tipo. Otro fallo es la simpleza a la hora de representar a los dioses griegos, estas deidades deberían ser imponentes y aquí les vemos débiles como si fueran humanos algo más fuertes de lo normal, en este aspecto podemos comparar a Immortals con Furia de titanes, en esta última encontramos unos dioses majestuosos y representados con los simbolismos adecuados para poder diferenciarlos. Al igual que está el problema de los dioses está el de los titanes, exactamente por lo mismo. En la sección argumental los grandes fallos son la ambientación y un argumento típico de película de superhéroes simplón.

En la zona positiva se pueden situar las increíbles escenas de lucha (que son lo mejor de la película) y algunas escenas destacadas de Mickey Rourke. También está bien conocer al nuevo Superman (Henry Cavill) en un proyecto de acción como éste para ver cómo se desenvuelve.

Este género puede ser explotado por Hollywood en los próximos años y espero que las próximas películas que se estrenen mezclen las luchas de Immortals con un guión interesante y trabajado.