Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Críticas de Deckard
<< 1 2 3 4 5 6 >>
Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
8
30 de agosto de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final de la película uno se sigue preguntando qué significa “Tenet”, con el alivio de haber dejado de escuchar una banda sonora atronadora que nos ha dejado en dos horas y media casi sordos, si bien no ciegos. Christopher Nolan, nos consta, no tiene un máster en física cuántica, como sí lo tiene Neil (Robert Pattinson), uno de sus enigmáticos agentes protagonistas. Como guionista, la impresión es que Nolan se ha pasado bastante esta vez (la ha escrito solo, sin su hermano). En todo este tinglado de idas y venidas, superagentes, y teletransportaciones exactas en el tiempo y el espacio, que nadie atisba cómo se logran, Nolan no ha escatimado en las escenas de acción, lo mejor de la película, de una perfección y acabado extraordinarias. Tenet sigue los pasos de Origen e Interstellar, aunque de las tres yo prefiero Interstellar, por sus interpretaciones y su guión excelente, casi poético, sobre el dios que todos llevamos dentro y la esperanza (qué pena aquellos efectos tan malos con los alerones cutres impropios de una producción así). Las actuaciones del protagonista y de los principales actores me han parecido excelentes, aunque yo destacaría a la mujer, Elizabeth Debicki. No es una película de ciencia-ficción, es una película de Nolan-ficción, con ficción exageradamente irracional y con muchas más pretensiones que mensaje y acabado; a fin de cuentas, parece una más de Bond, Nolan Bond. Recuerdo lo que decía aquel crítico de cine de hace muchos años, Alfonso Sánchez, “si una película no se entiende, el problema no es del espectador, sino del director”. Pues eso, ¿qué significa el palíndromo Tenet?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Deckard
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
4 de enero de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pete Docter hizo una gran película en 2015, “Del revés” y se llevó el óscar a la mejor animación, con una invitación por la reflexión interna y nuestros sentimientos. Por desgracia, su nueva película “Soul” (Alma) con Pixar me ha defraudado profundamente, es sosa, pretenciosa y se queda muy lejos de su objetivo, si éste era tocarnos la fibra sensible sobre el propósito de la vida y la felicidad escondida en las pequeñas cosas y en el amor por los demás. La animación en la historia terrenal es fantástica, de una técnica y calidad insuperables, pero el argumento está repleto de manipulaciones: el protagonista es de raza negra (es la moda impuesta hoy en Hollywood), en el cielo no hay Dios ni dioses, sino unos entes metafísicos que se parecen más a contables despistados del siglo XIX que del siglo XXI actual y, en algunos casos, con defectos y pecados muy terrenales (como la vanidad). Para una reflexión sobre Dios me quedo con el ‘Interstellar’ de Christopher Nolan o con la fantástica ‘La vida de Pi’ de Ang Lee, salvando las distancias con la animación.

La película tiene dos planos, uno celeste, por así decirlo, de una animación muy limitada, aunque buena, donde las almas y los entes metafísicos son muy blancos y difuminados, y un segundo plano con la historia terrenal cuya animación es excelente, con personajes mayormente de raza negra y un protagonista profesor de música en un colegio de niños y músico frustrado de jazz o de ‘soul’ (no tengo muy claro que el título juegue con el término “soul” para un músico negro de jazz al estilo Ray Charles). El plano celeste no tiene relieve, pretende elevarse al nivel filosófico y, aunque lo pretenda, Pete Docter no llega a comunicar lo que quiere como sí lo hizo en “Del revés”. En las idas y venidas del ‘cielo’ a la tierra, pasando por el limbo, a mí la película me dejó en el limbo, sin entender muy bien qué pinta mencionar a Jung y a otros célebres en una película iconoclasta que ignora totalmente el sentido de lo divino en nuestras vidas. En definitiva, una película sin alma, aunque no desalmada.
Deckard
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
8 de diciembre de 2021
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jane Campion llevaba más de doce años sin dirigir y se nota. El guion de “El poder del perro” ha sido adaptado por la propia Campion de una novela de Thomas Savage, sobre un rancho familiar de terneros en Montana (en 1925) de los hermanos Burbank, George (Jesse Plemons), con estudios de lenguas clásicas en Yale, y Phil (Benedict Cumberbatch), un vaquero aparentemente auténtico, sin estudios, rudo como la tierra.

La película es un ‘western’ de vaqueros, ciertamente, donde las armas no son las protagonistas esta vez (para variar), y una única escena del traslado de un gran rebaño nos sitúa en el escenario. El desarrollo del film va perfilando a los personajes, aunque uno de ellos, muy presente para Phil, murió años atrás (el verdadero educador de Phil en el arte del rancho). George es elegante, educado, ambicioso, y se casa con una viuda, Rose (Kirsten Dunst), propietaria de un hostal-restaurante en la ciudad y que tiene un hijo adolescente, Peter (Kodi Smit-McPhee, extremadamente delgado), muy peculiar, delicado y sensible para los fríos vientos y árida tierra de Montana. Phil considera a la viuda una cazafortunas que solo pretende una posición y poder financiar la educación universitaria de Peter (de hecho, éste comienza poco después los estudios de medicina en la universidad).

La relación entre los dos hermanos es fría aunque respetuosa, marcada por la distinta formación y otros aspectos que se van mostrando. Desde que la esposa de George, Rose, llega al rancho (Plemons y Dunst son curiosamente matrimonio en la vida real), Phil le hará la vida imposible, como también se burlará en un principio de Peter, su hijo. Pero no es solo esto lo que desencadena la espiral de infelicidad de Rose, pues su marido, aunque parece quererla, fuerza su sencillez hacia una posición alta, incapaz de asumir, culminando de forma muy violenta en una tremenda escena donde un piano se convierte en una especie de verdugo de Rose.

Campion recibió un Oscar al mejor guion original por ‘El Piano’ en 1993. En 'El poder del perro', hay también una pianista y un vástago. Sin embargo, sería más correcto decir que en 'El poder del perro' el instrumento musical es una pianola, sin llegar a la categoría de piano. Igualmente, esta película adolece de un ritmo excesivamente lento sin llegar al nivel de aquélla que recibió tres Oscar.

Por otro lado, los tres protagonistas hacen muy buenos trabajos, destaca sobre todo Kirsten Dunst, quien está soberbia, al igual que Cumberbatch (cómo no), que vuelve a interpretar a un personaje en la línea de estos tiempos en Hollywood (no se puede desvelar más) y con un mismo trágico final.

El poder del perro no tiene nada que ver ni con el mundo canino, ni con la silueta de las montañas de Montana (se rodó además en Nueva Zelanda), sino con un verso del salmo 22 del Libro de los Salmos hebreo: “Libra de la espada mi alma. Mi vida, del poder del perro”.

En la película de Campion, nada es lo que parece. Para ser del Oeste, no hay casi vacas, ni rifles ni pistolas, y las escenas esenciales han sido rodadas en interiores, como un teatro filmado. El personaje clave es el adolescente aparentemente tierno, que no reprime su condición, al contrario que Phil, y a quien aquél no perdonará las burlas ni el daño infligido a su madre. Y es que los monstruos no se ven venir, como el virus del Covid o la bacteria del ántrax y se ceban de forma letal en la sangre de los débiles, los confiados y los desprotegidos.
Deckard
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
12 de junio de 2023
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta sorprendente cómo el sustento de la verdad se puede ocultar o enmascarar hasta el punto de hacerlo invisible, como si los creadores de un éxito fueran siempre los que ponen la cara, los portavoces, y no la verdadera creatividad e ingenio. Esto es lo que no se dice en la película “Air” (Aire) que hace referencia a las famosas zapatillas “Air Jordan” comercializadas por la empresa Nike y que le dieron una gran visibilidad a la marca, aunque el verdadero éxito de las zapatillas le deba al gran jugador de baloncesto Michael Jordan solamente una parte.

La relevancia de las zapatillas Air es mérito del ingeniero aeroespacial americano Marion Franklin Rudy, inventor con más de 250 patentes que murió a los 84 años en California el 13 de diciembre de 2009. Uno de sus mejores inventos fue la tecnología “Air Sole” (Suela de Aire) que Rudy propuso a la -entonces pequeña- empresa Nike para su empleo en zapatillas deportivas, lo que se hizo realidad en 1977 dando lugar a que Nike comercializara sus primeras zapatillas de corredor con acolchado por bolsas de aire (gas insuflado) en las suelas, en 1979, si bien no se emplearía en las zapatillas de baloncesto hasta tres años después, en 1982. Aunque la suela “Air” se había empleado en zapatillas para diversos deportes (atletismo, tenis, baloncesto), su gran éxito no llegaría hasta 1987, diez años después, y tres años después de la firma del contrato de Nike con Jordan en 1984.

Las zapatillas que se ven en la película en la vitrina tras la mesa de trabajo del cofundador de Nike Phil Knight (encarnado por Ben Affleck), fijadas en un tablero, deben ser aquel primer prototipo de “Air” que el propio Knight probó para correr.

Esta historia resulta necesaria para poder entender lo que la película tapa o simplemente ignora, y que lleva a una distorsión importante de la realidad contada, exacerbando la relevancia del marketing por encima de lo que hizo realmente grande a Nike. Al dar su nombre a las zapatillas con las que Michael Jordan se comprometió a ser imagen del producto, no hizo nada más que llamar la atención hacia la tecnología de la suela acolchada con gas que ya llevaba años empleándose por Nike.

Fue ese ingeniero, Frank Rudy, quien inventó las Nike Air. Contrariamente a lo que se puede desprender de la película, el cazatalentos de Nike Sonny Vaccaro (Matt Damon), al captar a Michael Jordan (excelente jugador, sí) cuando éste no era tan famoso, no fue la pieza clave del éxito de Nike; como tampoco lo fue que las Air Jordan llevaran el nombre del jugador, aunque ayudara a fijarse en la marca. Cuando Jordan firmó el contrato con Nike en 1984 (forzando además a obtener una cantidad por cada par vendido -eso sí que fue un pelotazo), ello tuvo un efecto publicitario considerable, pero el verdadero éxito para Nike no llegó hasta 1987, tres años después, cuando Nike utilizó la canción de los Beatles “Revolution” para promocionar sus Air Max, donde eran visibles las bolsas de gas uretano en la suela.

La película producida por los estudios Amazon (entre otros) fue estrenada, por primera vez, simultáneamente en salas, y está dirigida por Ben Affleck, a quien todos consideramos mejor director y guionista que actor. Affleck interpreta también el papel del cofundador y director ejecutivo Phil Knight. Aparte de Matt Damon encarnando al cazatalentos Vaccaro (un trabajo mediocre, sin gracia, parece cansado), están también Jason Bateman como el vicepresidente de marketing Rob Strasser, en un trabajo bastante bueno, así como Chris Tucker como presidente de marketing, aceptable (y al que siempre recordaremos por su extraordinaria y graciosa actuación junto a Jackie Chan en las ‘Hora Punta’).

Pero si hay una interpretación que destaque por encima de todas, ésa es la de Viola Davis como Deloris Jordan, la madre de Michael Jordan, verdadero papel protagonista que Davis borda, y en línea con las actuales tendencias woke del momento: esta mujer fue clave para la firma del contrato en favor de su hijo, y luego conocida mecenas en organizaciones de caridad para la comunidad negra.

La película está bien dirigida, con una fotografía pobre y, aparentemente, un presupuesto bajo si descontamos el abultado caché de los actores. Pero el film adolece de varios fallos o limitaciones. (1º) Aunque ello es opinable, el mayor problema está en el propio guion (de Alex Convery), al dar a entender que la marca Nike no serían hoy nada si no hubiese existido Jordan, lo que, como se ha comentado antes, no es cierto. (2º) El personaje de Michael Jordan casi no aparece, solo es una sombra, una espalda, o un perfil pasando rápido, al margen de las imágenes de televisión de sus partidos reales. ¿Por qué? Quizá Jordan no quería, quizá pidió mucho dinero por los derechos y no lo obtuvo, o quizá la imaginería computarizada para mostrarlo joven en pantalla era muy cara para Amazon hoy. Pero resulta bastante ridículo que un personaje central sea una mera silueta. (3º) El mayor protagonista de las zapatillas Nike Air fueron los ingenieros que crearon y diseñaron sus sucesivos modelos, y la película casi los insulta, relegándolos a un segundo plano humillante. Esto queda patente, quizá a propósito, en la escena en la que el presidente (Affleck), los jefes de marketing (Tucker y Bateman), y el cazatalentos (Damon) se felicitan por cómo ha ido la reunión con la familia Jordan, mientras el ingeniero Peter Moore (M. Maher), que diseñó y bautizó las zapatillas como Air Jordan, allí presente, queda relegado en una esquina de la sala de reuniones, sujetando el prototipo de zapatilla, y lejos de toda felicitación.

La película tiene como título “Air (la historia detrás del logo)”, pero no habla nunca del aire, ni de la tecnología del acolchado con gas, ni de lo que supuso para el deporte y el reconocimiento de una marca. Solo habla de lo listos que son los hombres del marketing y las madres de los genios del baloncesto, aunque ninguno de ellos creó las Nike Air, ni voló con ellas.
Deckard
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
13 de febrero de 2024
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las cintas del británico-estadounidense Christopher Nolan siempre parecen desafíos, revestidas de una intelectualidad técnica que a veces deja ver falsas costuras de cierta megalomanía, queriendo explicar problemas físicos complejos, como la teoría de la relatividad o la física cuántica. Aunque este atrevimiento, bien logrado desde la ciencia-ficción en películas como ‘Origen’ (‘Inception’) o ‘Interstellar’ (quizá su mejor película), pueda caer en el despropósito como en ‘Tenet’, trabajo de impresionante factura, aunque un lío tal que no encontró respuesta en la taquilla, donde apenas superó los costes.

El guion es del propio Nolan (sin su hermano Jonathan), adaptado de la biografía escrita por Kai Bird y Martin J. Sherwin (‘American Prometheus’) sobre la vida de J. Robert Oppenheimer, el físico teórico que lideró el Proyecto Manhattan para crear las primeras bombas atómicas que fueron arrojadas el 6 y 9 de agosto de 1945 sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

Las tres horas que dura la película se pueden seguir con atención, incluso con pasión para quienes estén interesados en el tema, pero tantas idas y venidas del presenta al pasado, y vuelta a empezar, convierten el film en bastante mareante. El trabajo de montaje es muy bueno, claro, pero los espectadores pueden llegar a cansarse e incluso perderse. Es por ello que hay que hacer una recomendación importante para quienes quieran saber sobre la vida y la mente de quien lideró el desarrollo de las primeras bombas nucleares: no vayan a ver la película sin haberse informado previamente sobre Robert Oppenheimer, porque con seguridad se perderán en la maraña de “flashbacks” y de detalles historicistas. Para disfrutar de esta película hay que ir a verla empollado sobre el desarrollo de la bomba y de la vida del protagonista.

Oppenheimer ha recibido trece nominaciones, incluyendo las de mejor película, mejor director, mejor guion adaptado, mejor actor protagonista (Cillian Murphy, como Oppenheimer), mejor actor secundario (Robert Downey Jr.) y mejor actriz secundaria (Emily Blunt). El sueco Ludwig Göransson vuelve a ser el responsable de la música, como en Tenet, y también ha sido nominado por su trabajo.

Es de resaltar que entre las nominaciones a los Oscar de Oppenheimer no se encuentre la de efectos especiales, un área donde Nolan ha denigrado varias veces sus películas. En Oppenheimer vuelve a fallar, pues nadie se imagina una explosión nuclear como una explosión de gas (tal como erróneamente se hace en el film). Nolan debería haber tomado nota de la escena de ‘Terminator 2’ (de James Cameron), cuando Linda Hamilton grita en un parque infantil agarrada a una valla.

Oppenheimer tiene como principal virtud su trabajo con los actores y actrices. No hay una sola interpretación que no sea magistral, pues todas son excelentes, dignas de premio y aplauso, pero si hay que resaltar alguna, aparte de la del protagonista Cillian Murphy como Oppenheimer, deben destacarse las de Robert Downey Jr. (como el político y oficial naval Lewis L. Strauss) con un aspecto muy delgado y un excelente trabajo, así como el casi-cameo de Rami Malek (como David L. Hill).

La película perfila al físico teórico estadounidense Robert Oppenheimer y lo que rodeó al desarrollo en Los Álamos de las dos bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y sobre Nagasaki. Las bombas fueron diseñadas por un equipo dirigido por él, luego la grandeza, si es que hubo alguna, no le corresponde exclusivamente a Oppenheimer. Las sospechas de colaboracionismo con los comunistas rusos (probablemente alguno de sus amigos), incluido él mismo, pues los rusos desarrollaron su propia bomba pocos meses después, sus relaciones de pareja y la fuerza que le daba su mujer (encarnada por Emily Blunt), su defenestración final, y los físicos y amigos que le rodearon, componen el trastabillado guion. Afectado por la responsabilidad tras tantas muertes causadas, luchó después por el control de las armas nuclear, lo que le granjeó su defenestración política y de la administración americana.

No se puede pasar por alto el tratamiento ‘dulce’ que la película hace de Albert Einstein, contraria a la imagen real de quien firmó (él solo) la carta que había escrito su colega de origen húngaro Leó Szilárd, y que fue enviada el 2 de agosto de 1939 al presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt. En ella se animaba a desarrollar la bomba atómica antes de que lo hicieran los nazis, de quienes se sabía que lo estaban intentando. Ello fue seguramente el origen del proyecto Manhattan. No sería Roosevelt quien autorizara los lanzamientos sobre Japón, pues murió en abril de 1945, sino que fue su sucesor Harry S. Truman quien tuvo el dudoso honor poco después, en agosto de ese mismo año.

Si hay algo que la película de Oppenheimer omite, aunque se siente como un enorme grito hoy, es toda crítica a los Estados Unidos por haber lanzado las dos bombas atómicas. Tanto Roosevelt como Truman pertenecían al partido demócrata, en una democracia bien establecida, pero a pesar de que la guerra ya estaba decantada en 1945 a favor de los aliados y los japoneses prácticamente derrotados, Estados Unidos quiso hacer una muestra de poder que causó más de 246.000 muertos, la mayoría civiles. Hoy muchos nos preguntamos si esto no fue un acto de genocidio infligido por una democracia occidental que ha quedado impune en la historia.

Si alguien busca sentir lo que el proyecto de Manhattan en Los Álamos y Oppenheimer y su equipo supusieron, estará bien que vea esta película, aunque, si tienen oportunidad, no deje de visitar algún día el Museo de la Paz de Hiroshima donde hay una reproducción de la bomba a escala real y una copia exacta de la carta de Einstein.
Deckard
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 6 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow