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Voto de Chagolate con churros:
8
Drama Adaptación de una novela del escritor inglés William Tackeray. Barry Lyndon, un joven irlandés ambicioso y sin escrúpulos, se ve obligado a emigrar a causa de un duelo. Lleva a partir de entonces una vida errante y llena de aventuras. Sin embargo, su sueño es alcanzar una elevada posición social. Y lo hace realidad al contraer un provechoso matrimonio, gracias al cual entra a formar parte de la nobleza inglesa del siglo XVIII. (FILMAFFINITY) [+]
19 de noviembre de 2007
111 de 134 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores pueden presumir de tener una filmografía tan aplaudida por cinéfilos como Stanley Kubrick. Este genio, vanguardista en demasiadas cosas, me ha regalado muchas horas de felicidad. Maniático y perfeccionista, es una combinación que bien puede definirle y que seguro otorgaba más de un dolor de cabeza a todo aquel con quien colaboraba. Pero gracias a esta minuciosidad con que trabajaba, hemos podido admirar películas como “Barry Lyndon”.

En esta ocasión, y alejándose de un cine cargado de simbolismos del que también hacía gala, nos muestra un apasionante y trágico análisis de una época histórica. La extensa duración del metraje que puede ser un importante hándicap, la controla de una manera excelente realizando un montaje en el que nada nos es prescindible.

“Barry Lyndon” es un cuadro. Posee una fotografía impresionante y muchas escenas, como el duelo final, que están rodadas con un cuidado técnico primoroso rozando
(o logrando) la perfección. Si a esto acompañamos una banda sonora que encaja como un guante y consigue tocar las fibras sensibles del espectador, el cuadro adquiere una belleza deslumbrante.

Pero “Barry Lyndon” posee algunos fallos, algunos serán atribuibles a la novela de William Thackeray: la voz en off llega a agotar, aunque no sería una reseña a resaltar si no cometiera el terrible error de adelantarse a los acontecimientos revelándonos importantes hechos a los que nuestros personajes se verán encaminados. Esto me provoca una especie de cabreo ya que me elimina la incertidumbre y la tensión de la historia.

El otro fallo, ya no atribuible a la novela, sería el excesivo uso de Zoom-out. La necesidad impuesta por el director de primar esa maravillosa fotografía, provoca el hastío ante tanto zoom alejándose de la escena. La repetición de este movimiento de cámara en un maestro como Kubrick es algo que no llego a entender. Y a pesar de que como he dicho su metraje se hace llevadero, “Barry Lyndon” hubiera ganado con una menor duración.

Pero a pesar de los escasos fallos, las aventuras de Barry Lyndon, son por méritos propios, una de las grandes cosas del cine… igual que esa vigorosa y sublime suite nº11 de Haendel que aún me pone la carne de gallina.
Chagolate con churros
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