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Voto de deivi:
8
3 de setiembre de 2009
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás sea verdad eso de que en España tenemos el cine que nos merecemos, o al menos si es mucho más cierto el hecho de que nuestra cinematografía, como todas, debe y necesita sustentarse en un público que la respalde, que de crédito a sus aciertos del mismo modo que tendría que rechazar sus (continuos) errores, huir de la mediocridad dominante de un panorama industrial desgraciado, politizado y preocupante. Y digo esto enfrascado en una extraña rabieta trompada de impotencia, al descubrir como una cinta tan fresca, divertida y arrolladoramente lucida como Pagafantas no haya conseguido el recibimiento comercial y popular (no así el de la crítica especializada, que nada o poco puede hacer para levantar un cine impedido de éxitos), que sin duda merece, no tanto por sus tibias recaudaciones sino por las vulgares y bochornosas comparaciones con comedias burdas, secas de talento del tipo Fuga de cerebros, dramas impostados y descaradamente oportunistas deudores del peor target televisivo del estilo Mentiras y Gordas, o infladuras mediáticas de autores con desesperante crisis narcisista, Almodóvar y su insufrible Los abrazos Rotos. Ese sentimiento claramente representativo nos debe hacer reflexionar en cuanto a cual es el camino a elegir de nuestro cine, si nos cegamos a descubrir, proclamar sin vergüenzas ni titubeos, una sencilla comedia que no demanda nada más que un sorprendente compromiso artístico con el género. Un campo de pruebas (el del chiste local) que vio crecer y florecer la España de los 80 y principios de los 90 con cineastas singulares y renovadores que hoy parecen recorrer un limbo creativo desarmante, léanse sendos Fernandos, Trueba y Colomo para ser exactos, y del que Pagafantas coge prestado ese tono natural, cotidiano, alocado y medido de un tipo de comedia juvenil bien escrita y mejor interpretada, que sin temores se atreve a fusionar la desternillante risa patria con las nuevas modas humorísticas del hemisferio Apatow (Virgen a los 40 versión ibérica), acogiendo con inteligencia un humor actual que busca sin duda aspiraciones diferentes.
Borja Cobeaga da el salto definitivo al largo después de una reputada y meteórica carrera como cortometrajista (la verdadera semilla productiva de jóvenes talentos con enorme ambición y posibilidades futuras), la cual consolidó internacionalmente con la nominación al Oscar por su magistral corto Éramos Pocos. Todo ese bagaje audiovisual descendiente de su experiencia en los medios proyectan en Cobeaga un prometedor perfil de escritor habilidoso, adecuadamente imbuido por la trabajada definición de personajes (similar al mejor Alex de la Iglesia), y de la narración fluidísima de gags memorables que aciertan en provocar una sonrisa permanente en sus parcos 80 minutos de metraje (a Cobeaga las comedias le gustan cortas).
Borja Cobeaga da el salto definitivo al largo después de una reputada y meteórica carrera como cortometrajista (la verdadera semilla productiva de jóvenes talentos con enorme ambición y posibilidades futuras), la cual consolidó internacionalmente con la nominación al Oscar por su magistral corto Éramos Pocos. Todo ese bagaje audiovisual descendiente de su experiencia en los medios proyectan en Cobeaga un prometedor perfil de escritor habilidoso, adecuadamente imbuido por la trabajada definición de personajes (similar al mejor Alex de la Iglesia), y de la narración fluidísima de gags memorables que aciertan en provocar una sonrisa permanente en sus parcos 80 minutos de metraje (a Cobeaga las comedias le gustan cortas).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Borja, como buen vasco, sabe reunirse de una sensacional cuadrilla de aspirantes, una puntuación alzada para que el resultado final sea una bomba de carisma interpretativo, tanto por Gorka Otxoa (colega del realizador y exponente cercano del perdedor simpático y entrañable), por un entonado y recuperado Oscar Ladoire (el tio Jaime es una más que posible, y merecida, candidatura al Goya al mejor actor de reparto) y por la espontaneidad de un lujoso descubrimiento argentino, Sabrina Garciarena ( de una vis cómica inesperada), a ellos y a otros se debe que Pagafantas adquiera el titulo, esperemos que no solo honorifico, de la mejor película española del año.
LO MEJOR: Que da bastante más de lo que parece. El retrato feroz de una juventud perdida y desdibujada, las irracionales relaciones con el sexo opuesto, la mirada nostálgica y compasiva de un pobre desgraciado con el que es imposible no empatizar, excelente pagafantas de la calle, ni demasiado friki, ni demasiado patético, solamente un chico normal con poca (o ninguna) suerte con las mujeres. El diccionario pagafántico, palabras como Cobra, Lémur o koala pasan a ser un manual recurrente del ligoteo noctámbulo y del amigo sufrido, maltratado, por todas esas Claudias que nos han mareado alguna vez con su locura destructiva.
AÚN MEJOR: La escena del cumpleaños y la posterior en el Karaoke con el primo de Chema y las puyas hacia la figura de Enrique Bunbury.
LO PEOR: Que no sepamos diferenciar la paja del fango, Pagafantas no está, por suerte, al nivel de la calidad media del cine nacional acostumbrado.
LO MEJOR: Que da bastante más de lo que parece. El retrato feroz de una juventud perdida y desdibujada, las irracionales relaciones con el sexo opuesto, la mirada nostálgica y compasiva de un pobre desgraciado con el que es imposible no empatizar, excelente pagafantas de la calle, ni demasiado friki, ni demasiado patético, solamente un chico normal con poca (o ninguna) suerte con las mujeres. El diccionario pagafántico, palabras como Cobra, Lémur o koala pasan a ser un manual recurrente del ligoteo noctámbulo y del amigo sufrido, maltratado, por todas esas Claudias que nos han mareado alguna vez con su locura destructiva.
AÚN MEJOR: La escena del cumpleaños y la posterior en el Karaoke con el primo de Chema y las puyas hacia la figura de Enrique Bunbury.
LO PEOR: Que no sepamos diferenciar la paja del fango, Pagafantas no está, por suerte, al nivel de la calidad media del cine nacional acostumbrado.