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España España · Barcelona
Voto de alex:
10
Drama Rosaria y sus cuatro hijos (Simone, Rocco, Ciro y Luca) abandonan su tierra natal, Lucania (la actual Basilicata), para emigrar a Milán en busca de trabajo y oportunidades que les permitan mejorar sus condiciones de vida. Allí encuentran a Vincenzo, el hermano mayor, que trabaja de albañil pero que está relacionado con el mundo del boxeo. (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2007
34 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama en la más alta acepción del término sobre la tormentosa relación entre dos hermanos con el trasfondo de la emigración rural de los años cincuenta y sesenta a las grandes ciudades. Una película emotiva, desgarradora, y a la vez un magnífico documento sobre una época.

La dirección de Visconti es magistral; la fotografía en blanco y negro de Giusepe Rotunno (más tarde colaborador de Fellini), majestuosa; y el guión –firmado por un montón de guionistas- tiene múltiples recovecos y matices, aunque tal vez acabe resultando demasiado largo. En cuanto a lo actores, todos ellos rayan a gran altura, en especial el trío protagonista.

Mientras que el personaje interpretado por una conmovedora Anne Giradot se debate –muy humanamente- entre la virtud y la abyección, entre el amor y un desencantado cinismo, los dos hermanos que llevan el peso de la historia se erigirán progresivamente en sendas polaridades del bien y del mal. Hasta el punto que el personaje de Rocco, interpretado por un bello e idealizado Delon, acaba resultando algo inverosímil (e irritante añadiría) en su bondad angelical. Lo cierto es que su carácter virtuoso con ribetes de mártir roza, por no decir que entra de lleno, en una suerte de estupidez, como se encargan de advertir –aunque por otros motivos- sus compañeras de trabajo en la lavandería. Pues aparte de su bondad excepcional, tal vez solo cierta falta de luces pueda explicar el empeño de Rocco en seguir apoyando y perdonando hasta el final a su egoísta hermano, como si este fuera un ángel caído y una victima de su falta de inteligencia y debilidad de carácter, en vez de un malvado.

En cualquier caso, esta telaraña de pasiones contradictorias y ciegas acabarán desbocándose finalmente como un tren sin frenos, en una suerte de inevitabilidad del destino que nos remite a la tragedia griega. A este respecto convendría recordar que “El destino está en el carácter” y también la plegaria del sabio: “Dame fuerzas para cambiar lo que está en mi mano, humildad para aceptar lo que no puedo cambiar, y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro”.
alex
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