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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
9
Drama A finales de los 70, Jack Horner, un director de cine porno que considera su trabajo una forma de arte descubre a Eddie Adams, un joven ingenuo que desea triunfar y que tiene unas características físicas muy adecuadas para ese tipo de cine. Eddie cambia su nombre por el de Dirk Diggler, se adapta inmediatamente a nuevo estilo de vida y pronto se convierte en una gran estrella del porno. (FILMAFFINITY)
10 de enero de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra de Paul Thomas Anderson es probablemente una de las más completas del cine contemporáneo. Desde el punto de vista técnico, el cineasta con fama de megalómano es capaz de reinventar todos los recursos narrativos, escénicos y musicales del séptimo arte. Desde el artístico, sus historias son básicamente decálogos del dolor humanos, con todas sus caras y aristas.

Boogie Nights podríamos decir que es la hermana de sangre de la magna Magnolia, por un punto de partida similar (una historia coral) pero con tono y ambiciones muy distintas. El telón de fondo de la historia es el mundo del cine porno de los setenta - ochenta, pero las verdaderas intenciones de Anderson son retratar de la manera más compleja las relaciones de una familia diferente, los lazos que los unen y las brechas que les separan con el paso de los años. Con un pudor y una valentía al mismo tiempo encomiable, Anderson realiza un recorrido vital hasta los infiernos del alma a lo largo de dos horas que pasan como un suspiro gracias a una fascinante banda sonora y a un amor y un respeto por sus personajes que consigue que los amemos y respetemos tanto como él. Boogie Nights no es una sucesión de escenas morbosas (aunque las haya), ni tampoco un fresco social ni una crítica histórica. Es un retrato de almas con ansia de amar, que viven la pérdida de sus raíces y sus frutos, del precio de la ambición, del amor paterno y materno, de la búsqueda de una identidad, y de la consecución de la felicidad, tan esquiva demasiado a menudo.

Contemplando toda la filmografía de Anderson podría chocar el tono tal vez optimista de Boogie Nights, pero lo cierto es que pocos directores y guionistas diseccionan con tanta habilidad y humanidad las miserias humanas. Otro que sorprende es Mark Whalberg, un actor de lo más limitado bajo mi punto de vista, que aquí realiza la que sin lugar a dudas es su mejor interpretación, rozando la gloria y lo patético. Y sin menospreciar a todo su magnífico e interminable reparto hay que hacer un punto y aparte en la valoración de Burt Reynolds y Julianne Moore.

El primero resucitó unos segundos con este filme gracias a una poderosa interpretación, el padre, cabeza y corazón de todos los seres perdidos que pululan por Boogie Nights. Y Julianne Moore simplemente es imposible de alabar, porque no existen adjetivos que describan su trabajo como Amber Weaves. De una sutileza aplastante, de una presencia enigmática, de una belleza extraña, de un dolor plausible, de una perfección ilimitada.

Gracias a lo que haya que dar las gracias, en el cine aún tenemos cineastas como Paul Thomas Anderson, capaces de meter su cámara en los recovecos del corazón humano, y además de eso retratarlos como componía Bach o esculpía Miguel Angel. Arte completo.
jaly
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