Media votos
6,8
Votos
2.709
Críticas
779
Listas
6
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de jaly:
10
![](https://filmaffinity.com/images/myratings/10.png)
7,3
45.383
Drama
Texas, principios del siglo XX. Una historia sobre la familia, la avaricia y la religión. Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) se traslada a una miserable ciudad con el propósito de hacer fortuna, pero, a medida que se va enriqueciendo, sus principios y valores desaparecen y acaba dominado por la ambición. Tras encontrar un rico yacimiento de petróleo en 1902, se convierte en un acaudalado magnate. Cuando, años después, intenta ... [+]
8 de febrero de 2012
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo que después de escribir estas palabras me sienta satisfecho con lo que he dicho, pues en There Will be Blood están los dos hombres que más admiro de esto del cine, y a su vez la película es una de las experiencias más diferentes, extrañas, y grandes que he vivido viendo una película.
Dicho esto, y para empezar, sí, There Will Be Blood es una obra maestra. Primero por ser una película completamente original, que no se parece a ninguna otra del siglo de existencia de vida del séptimo arte. Es una obra magna en cada apartado técnico, con una fotografía bellísima, con un diseño de producción que es oro, con una música insólita, con un montaje arrebatador...
Y después, claro, es una obra maestra porque en en ella están Paul Thomas Anderson y Daniel Day-Lewis. El realizador, puede que el más bíblico y operístico de nuestro tiempo, construye con There Will be Blood (el título, ya es una referencia a El Éxodo) un apabullante retrato de un hombre, pues la película es su personaje, y todo en ella está hecho como un estudio de observación directa a ese hombre, Daniel Plainview, que reúne todo lo peor de un ser humano. Pero su grandeza está en el nulo juicio al que le somete, ya que aunque parezca que la película habla sobre la codicia, la avaricia, la ambición (como se encargó de señalar el simplón título español) o la megalomanía, todo lo que hace Plainview lo hace por un odio irreprimible hacia la raza humana, por un descontento total con las personas, por un aislamiento de todo lo que no es sí mismo capaz incluso de apartarle del único destello de humanidad de su ser (la maravillosa relación con su hijo, tan rica en matices que es imposible describirlos, y que acaba en un desolador derechazo del padre).
Por eso no hay nada que sobre ni que falte en este exhaustivo recorrido por el interior el corazón de Daniel Plainview. Su final, tan criticado, viene dado por su constante negación de Dios, por su completo rechazo “Nietzschano” hacia la idea de que exista algo que por naturaleza sea puro y bueno, pues a sus ojos todo es corrupto, vago, vacuo, engañoso, aborrecible.
Daniel Day-Lewis no sólo da una extraordinaria interpretación por su mimetismo físico, vocal, gestual, con este petrolero de alma árida, sino por comprender cada gota de esa persona, cada acción, cada momento decisivo, cada logro, cada matiz moral de Daniel Plainview. Su trabajo es un master de interpretación para cualquier persona que quisiera llegar hasta las cotas artísticas de este demiurgo que crea a otro hombre hasta el último rasgo.
(Continúa por falta de espacio sin spoiler)
Dicho esto, y para empezar, sí, There Will Be Blood es una obra maestra. Primero por ser una película completamente original, que no se parece a ninguna otra del siglo de existencia de vida del séptimo arte. Es una obra magna en cada apartado técnico, con una fotografía bellísima, con un diseño de producción que es oro, con una música insólita, con un montaje arrebatador...
Y después, claro, es una obra maestra porque en en ella están Paul Thomas Anderson y Daniel Day-Lewis. El realizador, puede que el más bíblico y operístico de nuestro tiempo, construye con There Will be Blood (el título, ya es una referencia a El Éxodo) un apabullante retrato de un hombre, pues la película es su personaje, y todo en ella está hecho como un estudio de observación directa a ese hombre, Daniel Plainview, que reúne todo lo peor de un ser humano. Pero su grandeza está en el nulo juicio al que le somete, ya que aunque parezca que la película habla sobre la codicia, la avaricia, la ambición (como se encargó de señalar el simplón título español) o la megalomanía, todo lo que hace Plainview lo hace por un odio irreprimible hacia la raza humana, por un descontento total con las personas, por un aislamiento de todo lo que no es sí mismo capaz incluso de apartarle del único destello de humanidad de su ser (la maravillosa relación con su hijo, tan rica en matices que es imposible describirlos, y que acaba en un desolador derechazo del padre).
Por eso no hay nada que sobre ni que falte en este exhaustivo recorrido por el interior el corazón de Daniel Plainview. Su final, tan criticado, viene dado por su constante negación de Dios, por su completo rechazo “Nietzschano” hacia la idea de que exista algo que por naturaleza sea puro y bueno, pues a sus ojos todo es corrupto, vago, vacuo, engañoso, aborrecible.
Daniel Day-Lewis no sólo da una extraordinaria interpretación por su mimetismo físico, vocal, gestual, con este petrolero de alma árida, sino por comprender cada gota de esa persona, cada acción, cada momento decisivo, cada logro, cada matiz moral de Daniel Plainview. Su trabajo es un master de interpretación para cualquier persona que quisiera llegar hasta las cotas artísticas de este demiurgo que crea a otro hombre hasta el último rasgo.
(Continúa por falta de espacio sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Merecería todos los premios del mundo ya solo por los primeros silenciosos 15 minutos, pero después tenemos otros 140 minutos para maravillarnos con su creación: el gesto que hace a su nuevo hijo en el tren, la arenga a los habitantes del pueblo de su futuro, cada enfrentamiento con su negación -el pastor Sunday, soberbio Paul Dano-, el accidente clave en la vida de su hijo y su posterior decisión, la aparición y revelación con su hermano, o el completo descenso a los infiernos de su alma en la última parte...
El retrato que han creado pues Day-Lewis y Thomas Anderson es un demoledor lienzo personal de un ser que reúne las grandes taras en las que un humano puede caer, una historia bíblica y épica tan impresionante en su ejecución como en su aciaga esencialidad, una obra maestra indiscutible.
El retrato que han creado pues Day-Lewis y Thomas Anderson es un demoledor lienzo personal de un ser que reúne las grandes taras en las que un humano puede caer, una historia bíblica y épica tan impresionante en su ejecución como en su aciaga esencialidad, una obra maestra indiscutible.