Película donde se desgranan los segundos como si de una mazorca de tiempo se tratara. Todo lo que importaba ha quedado lejos: las ilusiones, el trabajo, el amor...
La cotidianidad asfixia a los protagonistas, un fotógrafo que abandonó ya sus ilusiones por el cine y que vive resignado con la publicidad y un pariente del pueblo, parado fabril, que le visita en su piso de Estambul con tibias intenciones de buscar trabajo.

Los largos silencios son la columna vertebral de este film turco que a través de dos buenísimas interpretaciones cuenta lo fácil que es llegar a la incomunicación y al deterioro de las relaciones; aún cuando el desamparo y el dolor acechan como lobos en mitad de una tormenta de nieve.
El individualismo incurable del fotógrafo y la inadaptación del obrero chocarán, y dos personas llamadas a entenderse y lamerse las heridas se convertirán día a día en dos extraños irreconciliables.
Película de interiores sofocantes y gélidos exteriores.
No recomendable para consumidores de cine de hamburguesa.