¿Y por qué no?. Hay muchas mujeres que pululan por el país como luciérnagas sin rumbo; tres semanas aquí, un verano allá, un billete de vuelta al país de origen.... Sin papeles, turistas, conociendo a la familia del futuro marido, rompiendo amarras con el club en el que se estrellaron las ilusiones de una nueva vida... Un día desaparecen y nadie las echa en falta; tal vez un intermitente y vago recuerdo en la calenturienta mente de algún vecino, de algún casero rezongón y del dicharachero barman del bar de la esquina. ¡Pobrecita, dice doña Cleo, habrá vuelto a Brasil, Venezuela o a Hungría; si no hay futuro ni para los de aquí!. ¿De dónde dices que era?

¿Y por qué no va a haber antropófagos bajo la apariencia poco sospechosa de un sastre, el concejal de cultura, un carnicero o cualquier otro ciudadano ejemplar?.

Carlos siempre ha sido un buen chico, educado y trabajador; eso sí, un poco tímido y discretísimo en sus aficiones sexuales; yo creo que iba para cura, dice su tía Enriqueta.
¿Qué pasaría, dice Manuel Martín Cuenca, si el metódico y eficaz sastre granadino, de singulares gustos culinarios, se enamorase de alguna potencial víctima?

Acostumbrados al endiablado acontecer de los capítulos del C.S.I., este thriller puede parecer rodado en un entorno no gravitatorio; pero, que me disculpen los seguidores de farsas espectaculares, creo que el director almeriense acierta con el ritmo y sobre todo con la atmósfera fotográfica de una Granada inusual.