Están un poquito vistos, de manera que lo interesante si se hace una nueva película de vampiros es ver desde qué enfoque se aborda otra vez. La última buena en este sentido para mi es "Déjame entrar" que se sirve de los chupasangre para tratar la necesidad de amor y el amor entre diferentes.
En este caso los primeros minutos de metraje aportan un nuevo sentido, hasta qué punto se puede ser feliz ocultando un gran secreto o esto se convierte en una carga que aleja al individuo de los demás y le sume en la melancolia y la tristeza. Y comienza con interés, pero pasada una media hora empieza a desdibujarse poco a poco ese enfoque inicial y va convirtiéndose más y más en una historia más de vampiros, con sus mordiscos, sus peleas y un poco de casquería. Mantiene el entretenimiento y tiene una factura solvente en fotografía y atmósfera pero no llega a convertirse en buena película. Tiene interés porque vuelve a la concepción romántica y gótica del vampiro, siempre mejor que las últimas pelis de la saga Crepúsculo, pero no se afianza como título imprescindible.