He acabado mi año cinematográfico con la última obra del mexicano Alejandro G. Iñárritu, uno de mis cineastas de cabecera en el cine contemporáneo, y uno de los más destacados, con una filmografía aun corta donde destacan obras maestras y/o peliculones como 'Amores perros', '21 gramos', 'El renacido' o 'Babel'.

Y... bueno, sentimientos encontrados. Las imágenes y los planos secuencia son poderosos, y contiene numerosas buenas ideas visuales (y también algunas narrativas), pero también el conjunto es autocomplaciente y pretencioso de más, y no siempre está en un punto muy alto de (mi) interés en su largo metraje.

Supongo que será más apreciada y comprendida por los espectadores mexicanos, al apelar la -tan particular como artística- propuesta al sentimiento de serlo, y escapársenos a los extranjeros varias claves relativas a la historia y vicisitudes sociopolíticas del país hispano(norte)americano.

En definitiva, tiene los suficientes alicientes cinéfilos (entre otras, su estilo recuerda a Fellini (inevitable no pensar en 'Otto e mezzo'), o Terrence Malick) como para que pueda seguir diciendo que Iñárritu me sigue sin fallar, pero es la que menos me ha gustado de su más que buena filmografía.