En contrapunto con las modernas películas de terror, Insidius es una película de terror que volviendo al terror clásico no trata de asustarnos en base a su sonido, su permanente oscuridad o su gusto por mostrar sangre y visceras; sino que su sensación de terror nace en los entresijos de su historia.

Tal y como ocurre en prácticamente todas las películas de terror en donde hay una casa encantada de por medio, Insidius comienza con un grupo de gente mudándose o trasladándose una casa, en este caso son los cinco componentes de la familia Lambet quienes se mudan a una nueva casa. Una vez mudados y tras un desafortunado accidente a causa del cual uno de los hijos cae en coma, empiezan a suceder fenómenos extraños.

El largometraje acierta enormemente en su ritmo increscendo que nos permite adentrarnos poco a poco en los entresijos de la historia. También acierta en su originalidad que se agradece en un género ya muy trillado. Sin embargo, le falta un guión que le de una mayor fuerza narrativa y que permita un mayor lucimiento de unos actores que simplemente están correctos.

Mención especial hace falta darle a un final de la cinta que pretende atemorizarnos con una peculiar imagen de los fantasmas, pero que sólo consigue dejarnos estupefactos. Además de eso, cuesta tanto entender que es lo que quería el director que muy poca gente consigue darse cuenta del por qué de la última escena.