Cuántas esperanzas perdidas. Toda la película esperando que pase algo. No necesariamente efectos especiales, explosiones y testosterona, sino ese algo que haga que una cinta tan aburrida merezca la pena. Y no pasa nada, nada fuera de lo normal. O al menos nada fuera de lo normal sin venir a cuento.
Y mira que la sinopsis prometía. Pero es como ir a Florencia y sólo ver el estadio de fútbol. Como hacer un safari a la sabana africana a fotografiar un caracol común. Un escenario magnífico desaprovechado en ¿un viaje interior de los protagonistas?
Lástima de tiempo perdido.